Si va a ser así todos los días, lo mejor es que avisen y los demás equipos de La Liga podrán sacar a los juveniles o abandonar directamente la competición. Muchos apelativos han sido diseñados por las gentes del fútbol para referirse al presidente del Real Madrid. Es tal su poder en el mundo futbolístico que lo mismo compra balones de Oro que consigue que las agresiones y los insultos de sus jugadores sean considerados minucias.

Ya el año pasado acojonaron —decir “acongojaron” puede estar más ajustado a lo recomendable en un artículo pero no refleja el pánico real que vienen generando— a los árbitros con los vídeos realizados por el Real Madrid, los cuales eran profusamente distribuidos por el mundo mediático y filiales de las redes sociales. Eran el fundamento de tertulias de perros adiestrados (por utilizar el símil de Rubén Uría) con la única intención de condicionar el arbitraje del siguiente partido. Este año también han comenzado con la cacería humana contra los de amarillo, mientras el Comité Técnico de Árbitros y la Federación Española achantan la mui.

Se dijo al comienzo de la campaña, alentados por FIFA/UEFA, que solo se permitiría protestar o hablar a los capitanes. Eso no lo han debido escuchar en el vestuario del estadio de los ruidos y siguen protestando más allá de lo educado y por eso han visto unas cuantas amarillas. El lelismo ilustrado ha salido a berrear porque no puede ser que se saquen esas cartulinas a jugadores del Real Madrid. Vienen a decir que el reglamento es para los demás y no para sus jugadores. Y es normal que piensen eso viendo lo que pasa en cada partido.

Si algún jugador con esa camiseta dice “hijo de puta” (en portugués) a un árbitro no le sacan tarjeta roja. Si un jugador dice en inglés el el colegiado es “cacho de mierda” no es tarjeta roja. Si un jugador pellizca los pezones o mete dedos por el culo a los contrarios, tampoco es tarjeta del ningún color. Si un jugador le mete una patada en los huevos al contrario es solo amarilla porque tampoco es para tanto. Si un jugador salta por encima de un contrario, mira hacia abajo y clava los tacos en la pierna… ¡Sigan! Si un jugador con tarjeta se ríe en la cara de los árbitros, no pasa nada. Y si esos jugadores son negros se convierten en intocables no vaya a ser que piensen que toda España es racista.

Lo del martes fue tan escandaloso que hasta en El chiringuito afirmaron que debían haber expulsado a Endrick por la patada en los dídimos del contrario. Algo que el chaval suele hacer con frecuencia, o hacía en Brasil, y que ha visto como aquí puede hacerlo sin consecuencias. Si se lleva la camiseta blanca, no existen las agresiones, ni los insultos cuentan. Si llevan otra camiseta veinte mil partidos de sanción. Luego se extrañan que existan negreirazos o que los equipos vayan con los suplentes a jugar contra el equipo blanco, de camiseta porque el alma es roja como el diablo, hay que protegerse de alguna manera ante el mal en su esencia más pura.

Hay que preguntar al CTA si los árbitros van a seguir siendo tan cobardes, si van a arrastrarse por el suelo, si van a permitir que agredan e insulten, pues es importante para los equipos contrarios. Igual alguno piensa que va a jugar con las mismas reglas y condiciones y no, se sabe que no va a ser así. Y como se oculta todo haciendo al victimario víctima, lo mejor es saber si ellos (y ellas porque en el fútbol femenino es más escandaloso con la jefa del arbitraje siendo la esposa del delegado del masculino) van a tener barra libre.

Igual hay que comprar coquillas, sacar a los juveniles, llevar casco o pantalones protectores de piernas contra tacos. Y también saber si en otros idiomas se puede llamar “hijo de puta” o “trozo de mierda” al colegiado para aprovecharlo como desahogo. O como se teme todo el mundo, ¿con los demás sí reconocen idiomas, ven agresiones y cuentan hasta las veces que le ha mirado algún jugador? Avisen, por favor. Por saberlo y conocer que la adulteración es algo legal.

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