El titular queda abierto para que ustedes puedan lanzar improperios, exabruptos o, incluso, alabanzas a la presidenta cesante de la Comunidad de Madrid. La primera idea era colocar en el titular el calificativo de inculta –de verdad no era tonta, ni cosa por el estilo-, pero también podía haber sido iletrada, montaraz, analfabeta funcional o yerma. Como en las redes sociales les gusta desquitarse amarguras, se deja abierto, pero se debe insistir en la incapacidad de Isabel Díaz Ayuso para manejar conceptos políticos, para hablar con cierta sustancia y no pasar de ser una demagoga profesional.
Más allá de su dimisión o lo que sea que ha hecho, que en estos precisos momentos carece de importancia –salvo por la situación pandémica que se vive-, ha decidido imitar a Charles de Gaulle y lanzar un reto populista “o yo o el caos”. Como en una vieja portada de Hermano lobo igual eligen el caos. Da igual esa apuesta personalista que podría salir bien o no. Lo que más destaca, incluso con insistencia, es la dicotomía que ha elegido la pepera para justificar esa deriva populista que ha tomado: “Socialismo o libertad”. Si lo hubiese dicho en la URSS o alguno de sus satélites igual tendría sentido. En España, como se verá, no lo tiene porque no son términos dicotómicos sino complementarios. Como sucede en buena parte de Europa occidental. Si Angela Merkel hubiese dicho esa frase la tomarían por loca o poco menos y quien sí dijo algo parecido en Gran Bretaña fue expulsada por su propios compañeros de partido al demostrarse que sus capacidades habían disminuido.
El problema viene cuando confunden marxismo, con socialismo, con comunismo, con colectivismo y demás palabros que lanza la presidenta cesante en todas sus alocuciones. Le ocurre que lee ciertos medios y se deja aconsejar por ciertas personas que desconocen la historia y la significación de los conceptos y el contexto en el que exponen. Si hay algo que es el Socialismo es Libertad. Si todos los spin casi-doctors que tiene Ayuso hubiesen leído El capital de Karl Marx (volumen III) habrían comprobado lo que supone el final de la lucha: el reino de la libertad. Si hubiesen leído los apéndices al Manifiesto comunista habrían observado que el propio Marx calificaba al socialismo como movimiento de la clase media y pequeño burguesa. Si hubiesen leído la Crítica de la filosofía del derecho de Hegel o la Crítica del programa de Gotha comprenderían que los socialistas serían aquellos que apoyan la intervención en el Estado burgués. Por tanto, si la dicotomía es contra una posible coalición de las izquierdas ¿por qué se queda en el término socialismo? ¿Por qué no aclara? Porque no tiene ni idea de lo que habla. Le han chivado cuatro eslóganes y que salga adelante.
A más, a más cabe recordar que el eslogan con el que se presentó en sociedad el PSOE en su 27° Congreso en 1976 era Socialismo es libertad. Un socialismo que sin la libertad como fundamento no tiene sentido en las sociedades actuales. El problema es que la libertad que tienen en la cabeza Ayuso y sus edecanes no es la liberal –Mario Vargas Llosa, que no es un peligroso comunista, lo clarificó muy bien en su ensayo La llamada de la tribu-, no es la libertad de la plena autonomía de la persona en sí misma. No, es la libertad de hacer lo que se le pone en los cojones o los ovarios sin importar que se perjudique o no a los demás. Vamos, la libertad de los señoritos. La libertad de los dirigentes de cualquier dictadura. La libertad de la aristocracia obrera incluso. La libertad de quitar espacio público para entregárselo al Opus Dei a fin de que construyan un colegio, el cual se concertará sin alternativa pública o privada-concertada laica. Es la libertad de quienes piensan que España es suya y pueden hacer lo que quieran, incluso meter la mano en la caja. La libertad de los pocos para condenar a los muchos (por cierto, Marx pedía en la crítica de Gotha que ni el Estado, ni lo religioso se inmiscuyese en la educación).
La libertad de abrir o cerrar los bares por causa de una pandemia no es libertad liberal, es gestión buena o mala en relación a un perjuicio sanitario. Ahí no se es más liberal, o más socialista. Se puede ser más inconsciente o más cobarde. Pero ella dale que te pego con la libertad. Si no fuese por el socialismo en Europa no habría habido, tras la destrucción de 30 años de masacres y guerras, la libertad que existe hoy en día. Sin socialismo en España no habría la democracia que existe. Sin socialismo estaríamos a pedradas y en constante guerra civil, pues ese es el estado al que lleva el libertarismo –al menos en el plano teórico que se abrió con Thomas Hobbes, porque la realidad es que jamás ha existido algo como lo que postulan los liberales actuales, es utopía-.
Como se dijo antes, puede que esa dicotomía funcione en Colombia –allí el partido liberal es realmente el socialista- pues están completamente influidos por la revolución cubana y la cultura imperial. Pero en España el socialismo no tiene el mismo significado. En España socialismo es sinónimo de socialdemocracia, entonces la dicotomía de Ayuso es socialdemocracia o libertad y comienza a no entenderse tanto o a mostrar un carácter totalitario. Tanto tiempo criticando desde los medios de derechas al gobierno por ser totalitario cuando, en realidad, lo que les molesta es no ser ellos y ellas los totalitarios. Todos los totalitarios, por mucho que estén insertos en una democracia, acaban utilizando el plebiscito sobre su persona. Todos. No falla ni uno. Y Ayuso no iba a ser menos. Demonizando al socialismo no afirma la libertad, sino el camino hacia la servidumbre totalitaria que ella representa. Mucho abrir tiendas y quejarse por todo, pero al final del camino está el ego, el absoluto, donde sólo en ella está la solución a todo, a la salvación de España incluso. Al final, como se dijo en cierta tertulia, sale la falangista de toda la vida.
Da igual si usted es de derechas o de izquierdas, lea, infórmese, piense críticamente, no se deje llevar por las corrientes fabricadas en los medios y luego decida. Sólo en ese momento será usted libre. Ayuso no sabe lo que es y supone la libertad, ni sabe lo que es el colectivismo (han copiado a Hayek y no lo sueltan), ni sabe gestionar en realidad, sólo sabe de publicidad política y espectáculo. Lo malo es que al final, como en otros casos, hay una dictadora o dictador a la vista.