Primer día de luto oficial y en el PP no han tenido mejor ocurrencia que sacar el animalario propio en el parlamento español. Seres humanos reducidos a la mera condición de bestias (pardas por lo expresado) en busca de no se sabe bien qué y para qué. Si piensan que con lo manifestado en el hemiciclo van a ganar votos y apoyos se entiende que su opinión sobre la condición humana, residente en España, es menor que la negación del ser. Piensan que los españoles carecen de capacidad racional, de una mínima consciencia de su ser en el mundo, de ahí que se hayan dedicado a utilizar el rebuzno, el cotorreo y el graznido como signos del discurso político. Se puede exagerar recurriendo a significantes que apelen al inconsciente, es lo típico de los demagogos/populistas, pero la operación lingüística de utilizar el mero insulto, la denigración del contrario y la mentira sólo puede venir derivada del pensamiento de la negación de la otredad. Esto es, para la dirigencia del PP no sólo las masas están cretinizadas sino que los oponentes políticos no tienen el rango de ser humano. Y negar al otro su otredad humana es el camino hacia el campo de concentración, hacia la nuda vida, hacia la negación de cualquier derecho del otro, al cual se sacraliza como ser humano pero se le sitúa en la diana de la posibilidad de ser matado. Insultan para rebajar la condición de persona y así destruirla de todas las formas posibles: mediante un magnicidio; mediante una conspiración mediática-judicial (golpe blando); o mediante un golpe de Estado por parte de los aparatos represivos del Estado (golpe duro).
La sesión de ayer ha dejado momentos que, sin duda, no pasarán a la historia parlamentaria. Pablo Casado comenzó la sesión de mezquindades llamando inmoral al presidente del Gobierno Pedro Sánchez. Debe ser que él tiene moral, o algo por el estilo, para repartir pero no para utilizar como modo de vida, personal y política. De un mitomaníaco se puede esperar todo y por ello hizo bien Sánchez en recordarle, pareciera que lee estas columnas de vez en cuando, que se ha pasado todo el confinamiento haciéndose fotos (le ha faltado al presidente llamarle presidente encargado) y pisoteando el supuesto luto que decía llevar. Lo debe llevar tan por dentro que ni lo siente. Ahora que lo más grave ha pasado, y como se adelantó en estas mismas páginas, el Gobierno ha decidido proclamar el luto oficial (en respeto a las 30.000 personas fallecidas por COVID-19) y no a la semana de empezar la reclusión por fuerza mayor. Y son diez días y no los tres que quería Casado. Pero también le parece mal al presidente popular porque su soberbia le impele hacia la rabieta de niño malcriado. Como Esperanza Aguirre bregó para que le diesen títulos, como Mariano Rajoy le hizo vicesecretario para tener contento al aznarismo, ahora piensa que todo el mundo le debe hacer caso por el mero hecho de ser él. Mucha soberbia que ayer recibió medicina en barra y le dejó claro quién manda… al menos de momento si la conspiración no triunfa.
Lo de Cayetana Álvarez de Toledo y Teodoro García-Egea, la una llamando terrorista al padre del vicepresidente y el otro pidiendo una asonada por parte de la Guardia Civil, no es más que producto de lo que se dijo al principio más el añadido de que si la democracia no es suya la rompen. Álvarez de Toledo utilizó un arma típica en la derecha antidemocrática (típica de regímenes bananeros como en los que se crió), criminalizar al otro (un luchador antifranquista) para declarar que su vida no tiene valor y así denigrarle, con el añadido de tergiversar la historia y colocar a las víctimas como victimarios. Siguiendo la lógica, si es que se le puede llamar así, de la diputada hispano-franco-argentina Albert Camus o Louis Althusser (antes de ser comunista) serían terroristas por enfrentarse, dentro de la Resistencia francesa, contra el nazismo alemán. Incluso la reclusión en campos de concentración sería justo para el caso del segundo. Luchar contra un régimen totalitario, sea el nazi o el franquista, parece que es hacer terrorismo para esta señora, pero eso sí el Gobierno de España es liberticida. Si alguien tiene capacidad para psicoanalizar a la derecha política y mediática que lo diga porque puede hacerse millonario. Tienen a un hitlerito o un franquito dentro. Un dictador reprimido (igual algún síndrome de Edipo o de Elektra mal llevado) que no pueden sacar hasta que en la bronca, porque les gusta vivir en la bronca permanente, aparece una vez liberado de los correajes del buen uso social. Ideológicamente se dicen liberales pero sólo si ellos son los beneficiarios del liberalismo (no en vano es la ideología dominante), si entran los demás a tener derechos liberales entonces sale el dictador de dentro y comienza a negar el rango mismo de persona al otro. Con el único motivo de acabar con él. Por eso insultan porque piensan que Sánchez o Pablo Iglesias no deberían estar donde están ya que no cumplen el mínimo como ser humano salvable. Son seres sí pero a los que se quita cualquier consideración humana. Por ello no es criminalizarlos (terrorista sería una simple condición contra la verdad absoluta que imponen) sino calificarlos y clasificarlos para acabar de forma legítima con ellas y ellos.
Pese a la advertencia del vicepresidente segundo a Teodoro García-Egea sobre estar proclamando un alzamiento en el propio parlamento, sede de la soberanía, no habrán visto a ningún medio de derechas (ni de izquierdas realmente) hablar de falta de respeto a la democracia. Existe una conspiración contra el gobierno de coalición, como ya se advirtió aquí antes de la pandemia, una conspiración mediática, jurídica y política (con el apoyo empresarial no se piensen que no están los poderosos) que alientan hasta desde el hemiciclo. García-Egea lo sabe y por ello no pierde la oportunidad de hacer gala presuntuosa de ella. Como los matones de los años 1930s avisa hasta desde la tribuna el peligro que habrá de venir. Además, hay algo más peligroso que el simple matonismo tribunero, la advertencia de que por mucho que Sánchez e Iglesias sean legítimamente quienes ostentan el poder civil, son ellos, los matones, quienes controlan los aparatos represivos. Una advertencia que, aunque no lo sepan y les dé lo mismo, supone la quiebra completa de la democracia tal y como la quieren vender. Al igual que los borjamaris pedían libertad para ser impunes, García-Egea señala que la impunidad la controlan desde el PP.
Se niega, por tanto, al otro como ser humano con derechos y se señala el control de los aparatos represivos (policía y justicia) pese a no ostentar el poder civil. Toda una muestra de carencia democrática que se resume en la bronca y los insultos. No necesitan, o no creen necesitar, nada más para criminalizar, señalar y ejecutar al discrepante con sus tesis. Todo ello con el apoyo de algunas fracciones de la clase dominante que son las que controlan a la dirigencia del PP. Insultos y bronca para elevar la crispación (hace una semana que se advirtió del proceso en estas páginas y ahora todos los todólogos hablan de ello) y así crear un contexto donde la “muerte política” del Gobierno no sólo parezca razonable sino que además pueda llegar a ser un clamor popular. No insultan porque sean mezquinos, que lo son, sino porque quieren destruir al otro como ser humano para poderle matar civilmente cuando menos. No juegan al antagonismo amigo-enemigo porque eso supondría concederle algún derecho (al menos los mismos) al otro, sino que utilizan la criminalización (la lucha antifranquista como mal democrático) para negarle todo, incluso la vida misma. No insultan porque sean soberbios y se crean superiores, que seguramente lo hagan, sino porque de esa forma Sánchez deja de ser presidente legítimo para ser el destructor de España y, por ende, cualquier acción contra él es legal en sí, incluso su muerte civil. Insultan y elevan la bronca porque no respetan la democracia, ni a los seres humanos que no son de los “suyos”. Sólo hay una verdad absoluta, la suya. El resto no tiene capacidad ni de confrontar con otra base material. Insultan porque prefieren a las personas en las cavernas especulando sobre qué serán las sombras, la política espectáculo del neoliberalismo en todo su esplendor. ¿Recuerdan realmente sobre qué hablaban antes del insultar los populares? No, porque su intención no era otra que deshumanizar al Gobierno y ponerle en la diana.
Estoy totalmente de acuerdo con el juicio y la descripción de Santiago Aparicio. Sólo me atrevo a exponer mi humilde opinión, no ya sobre éste artículo en concreto, sino en general para todos y cada uno de los artículos y análisis que se hacen para ser comprendidos por el gren público. Una gran cantidad de personas que leen y comprenden un artículo periodístico, no están en edad de pronunciarse a través de un voto y, por desgracia y vergüenza de este país, aún hoy en día la gran mayoría de ciudadanos en edad de efectuar su derecho al voto, por desgracia y debido a que durante muchos años se les ha adroctinado para que no sepan comprender lo que leen, la forma más directa de dirigirse a ellos, bajo mi parecer, debería de ser un tipo de lenguaje más directo y con menos estilo literario, vamos, un lenguaje mucho más del estilo popular o de tipo «taberna». Es simplemente mi humilde opinión, pero me gustaría que se me entendiera que con ello no quiero menospreciar absolutamente a nadie, sólo intentar que todo el mundo tubiera las cosas mucho más claras.