Sinceramente su opinión me importa entre cero y nada. Desde luego usted está en u completa libertad de expresarla, ¡faltaría más!, pero lo que se dice importar, cero. Entre otras cuestiones porque es putrefacta ideología proyectada sobre algo que carece de ideología en sí. Es evidente que los caracteres pueden tender, ¡ojo tender!, hacia más o menos apertura, por decirlo de algún modo, pero ideológicamente no hay nada salvo en su opinión.
Desde luego si usted es un ateo, lo que opine sobre la futura elección del papa romano no es que deje de importar sino que ni se ha de tener en cuenta. Es como si usted clamase en el desierto. Allí sólo le escuchará el Diablo que no deja de ser quien le anima a expresarse. Es usted mucho más divertido cuando habla de quemar iglesias y de coños que de cosas serias. Cosas de personas mayores sin ese picor adolescente que parece poseer toda su humanidad. ¿Se entretiene? Muy bien, luego no se queje cuando otros se entretengan con cosas que para usted puedan ser importantes. No vale hacerse el ofendidito. ¿De acuerdo?
Si usted es católico de palabra pero no de obras tampoco es que importe mucho su opinión. Normalmente los que son así persiguen algún fin ideológico o están influidos por alguna herejía o resquemor personal. Todos esos que hablan de volver a la misa en latín o que postulan nuevas teologías de la liberación son igual de cansinos. Para los primeros es obvio que la tradición es Trento no el comienzo del cristianismo, los segundos están intentando ganar una guerra que perdieron en otros campos. Aunque la verdad es que los que más están expresándose son los primeros.
Y esas estupideces de personas que igual ni han leído la biblia discutiendo sobre la presencia o no del Espíritu Santo, porque han leído que el papa Ratzinger dijo algo sobre la no elección espiritual si fuese así de obvio —suban la apuesta y pídanles que les ofrezcan la cita de esas declaraciones—. ¡Por Dios! O los que quieren arreglar, según ellos, la Iglesia porque patatas ideológicas. Como si una institución con más de dos mil años no tuviese experiencia para solventar posibles desajustes. A ver, ¿cuántos de estos ponen a Cristo en el centro de la reflexión? Ni uno. Y el la Iglesia se es todo con Cristo lo primero. Obviamente el libre albedrío existe, si no la Verdad no tendría unión con la libertad, ni seríamos seres humanos, pero hay gentes, aunque no lo crean, que piensan más allá de sí mismos y de sus posibles querencias, eso les hace cristianos y católicos.
Y ya lo que es para morirse es todo esos seres que, dándoselas de católicos, van haciendo apuestas y campañas en redes sociales por este o aquel cardenal. De verdad, con el cuerpo presente del papa Francisco, no importa si será Zuppi, Parolin, Sarah, Tagle, Cobo, Burke, Scola, Schönborn, Erdo, Eijk, Besungu, Grech o el primer obispo que pillen en la plaza de san Pedro. Las cosas no se tratan de personalismos aunque sea algo disfrutón el especular. El tu est Petrus personaliza hasta un límite, no el suficiente para que una sola persona pueda cambiar todo por la propia voluntad. ¿Hizo Pedro lo que quiso? Es mucho más seria la cosa que elegir como si fuesen partidos políticos.
Igual esta opinión tampoco le interese a usted. ¡Perfecto, lo entiendo! Pero es que me tienen hasta las narices con sus fantasías, sus ideologías, sus apuestas, sus campañas y todas las cuestiones que, lo primero, hoy no tocan y, lo segundo, no se sabe si estará en la cabeza de los cardenales electores. Paren un poco con la polarización, sean católicos y no sólo de boquilla. Y lo más importante, den la cara, que la mayoría de los que pontifican lo hacen desde cuentas donde a saber quién se esconde. ¡Cobardes que no se atreven a dar la cara! Porque es posible que se la partan y habría que poner la otra mejilla.