Donald Trump es un presidente que tiene la tendencia de interrumpir las reformas que anuncia, algo que deja en jaque al Partido Republicano. El principal temor que tienen en la actualidad los conservadores estadounidenses es qué hará el presidente en referencia a la reforma fiscal que se está planteando: ¿se mantendrá o la interrumpirá?
Está claro que Trump desea con fervor una reforma del sistema fiscal de los Estados Unidos y da la sensación de que va a dar lo mejor de sí para mostrar a todo el país los beneficios de esta reforma. Sin embargo, el equipo legislativo del Partido Republicano que están elaborando la nueva ley se temen que Trump vuelva a interrumpir las negociaciones bipartidas, tal y como ha hecho con diferentes medidas a lo largo de su mandato. La última fue esta misma semana con respecto a los seguros médicos.
Los republicanos no tienen otra opción que sentirse optimistas, incluso aquellos que han sufrido los ataques por Twitter de Trump. El partido piensa que todo se está haciendo según todos los parámetros para llevar a cabo la mayor reforma fiscal desde 1986. Además, tienen el control del Congreso y de la Casa Blanca, y esperan que esta reforma les dé una victoria en las elecciones de mitad de mandato.
Sin embargo, ya empiezan a ver que Trump podría vacilar si una medida que propone recortar los incentivos fiscales a cambio de impuestos más bajos podría convertirse subiendo la imposición a diferentes grupos de empresas o de contribuyentes. Trump no estaba contento con que la propuesta republicana de poner fin a la deducción por impuestos estatales y locales, algo que es muy utilizado por contribuyentes de rentas más altas para pagar menos impuestos.
El propio Trump ya ha acusado a los legisladores republicanos de que «No están haciendo su trabajo». Esto pone a los republicanos en un brete, puesto que las exigencias que ha dejado caer Trump se pueden convertir en un problema de difícil solución.
Por otro lado, en una reunión en la Casa Blanca, el presidente presionó a los legisladores del Senado, tanto republicanos como demócratas, para formar un grupo de trabajo bipartidista sobre impuestos. Esto es algo que se lleva intentando desde hace décadas y nunca ha podido ser llevado a efecto por las grandes diferencias existentes en esta materia entre los dos partidos.