El terrorismo machista es el mayor problema que tiene España. Las cifras de mujeres asesinadas por los criminales machistas son estremecedoras sobre todo si se las compara con la actividad terrorista en nuestro país: en 14 años hay más asesinatos machistas que todos los que perpetró ETA en su medio siglo de historia o los provenientes del terrorismo islámico.
Mientras para combatir ese tipo de actividad delictiva se pusieron y se ponen de manera lógica todos los medios posibles, tanto económicos como humanos, el terrorismo machista sigue teniendo impunidad por la falta de efectividad de los protocolos de prevención y, sobre todo, por la falta de medios económicos para que eviten que más mujeres sean asesinadas por sus parejas o ex parejas. Esta ineficacia pasa el escalón de la crueldad cuando vemos cómo los hijos y las hijas de esas mujeres son asesinados y asesinadas por los criminales machistas como fórmula para hacer daño a las madres. Es intolerable y nos retrata como una sociedad democrática cuasi fallida.
Mientras para la lucha antiterrorista se destinan más de 5.700 millones de euros al año, presupuesto lógico y bien utilizado, no hay nada que objetar a ello porque está en juego la vida y la libertad para que las personas puedan vivir sin miedo, para la lucha contra el terrorismo machista se destinan sólo 200 millones, algo que es totalmente insuficiente. Lo más duro de todo esto, aparte de la diferencia, es que algunos partidos políticos que siguen llamando al asesinato en serie de las mujeres españoles «violencia de género» estuvieron regateando esa asignación durante las negociaciones para el Pacto de Estado contra la Violencia Machista, algo que es intolerable, bochornoso e, incluso, hasta obsceno.
Este año ya han sido asesinadas 38 mujeres más tres menores (y dos en investigación) por terrorismo machista. En los últimos cinco años han sido asesinados 27 niños y niñas con el único fin de hacer daño a la madre. Una democracia no se puede permitir esto. El ser humano no puede ser cómplice de esta masacre.
Tras el último asesinato en Torrox, la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, pidió a la Justicia que reforzara sus esfuerzos para garantizar a las mujeres que son víctimas del maltrato de que estarán protegidas una vez que denuncien su situación y al maltratador. Estas declaraciones las hizo en el Parlamento de Andalucía donde, además, reclamó más recursos por parte de todas las administraciones para que todas las mujeres que son víctimas de la violencia machista tengan la garantía de que, si dan el paso y denuncian, no van a quedar desamparadas o expuestas a perder su vida o la de sus hijos a manos de un terrorista.
Las palabras de Díaz son ajustadas a las necesidades y las reclamaciones de la sociedad civil. Sin embargo, no vale sólo hacerlas desde el estrado del Parlamento. Hay que salir a la calle y transmitirlas uno a uno a todos los ciudadanos y ciudadanas, andaluces y de otras tierras de España. Hay que morir en la pelea para que esos recursos las administraciones los saquen de donde sea, empezando ella misma dando ejemplo con los Presupuestos de la Junta. El Parlamento no se puede convertir jamás en el micrófono de un mensaje que se queden dentro de sus paredes, sino que todos los representantes del pueblo tienen la obligación moral de transmitirlos cara a cara a la ciudadanía, en los bares, en los campos de fútbol, en los parques, en los colegios, donde sea y haga falta, porque cualquier esfuerzo, por pequeño que sea, siempre será un paso adelante en la lucha para evitar esta masacre.
Este año se firmó un Pacto de Estado contra la Violencia Machista que es un buen punto de partida pero que la trágica realidad está mostrando como verdaderamente insuficiente. El Gobierno de Pedro Sánchez y Carmen Calvo están intentando dar pasos hacia dar una efectividad real a las medidas que el Pacto contiene. Medios afines al gabinete de Albert Rivera no se han pronunciado respecto a los últimos asesinatos machistas. Esto es lamentable. Ese silencio roba, hurta y oculta a los lectores los verdaderos motivos por los que se puede envilecer un político o un gobierno por hacer invisible el terrorismo machista y la desigualdad. Estos medios tan afines al líder de Ciudadanos y a la derecha más casposa deben tomar nota de lo que verdaderamente es importante para la sociedad y no acompañando a la política miserable de recordar palabras dichas por el presidente Sánchez hace varios años sobre situaciones que no fueron reales. El pueblo, la verdadera izquierda, la gente progresista deben rechazar este cómplice silencio y dejarse de gilipolleces para afrontar los verdaderos problemas y evitar cuanto antes que la lacra se convierta en la masacre actual contra las mujeres.
Cualquier palo en la rueda que se ponga en la lucha contra el terrorismo machista, sea cual sea y venga de donde venga, sólo podrá ser calificado como de miserable y de complicidad con los asesinos.