Es curioso cómo la prensa de derechas aprovecha para encizañar todo lo que puede dentro del PSOE. No se atreven a hacer lo mismo en el PP, donde las navajadas son tan épicas como para filtrar vídeos de robos de cremas, porque les va dinero en ello. Cuestión bien distinta es que sí existan discrepancias y diferencias entre quienes ostentan el poder omnímodo y quienes no son más que chusqueros de la política en mayor o menor grado.
Según cuentan los medios (incluyendo esos que se dicen progres) en el seno del PSOE de Madrid hay cierto enfado con Pedro Sánchez por haber colocado al camarlengo monclovita, Iván Redondo, al frente de la campaña electoral de Ángel Gabilondo junto a Félix Bolaños. Además, también están disgustados por los nombramientos que se vienen produciendo para conformar la lista, en la cual, según dicen, no pinta nada la ejecutiva madrileña (más conocida como los 100.000 hijos de Franco por su amplitud). Cierto es. Sánchez está haciendo lo que quiere o entiende mejor para esa candidatura. Así ha colocado a personas de su confianza como Hana Jalloul, Irene Lozano, Pilar Llop o Jesús Celada… de momento. A estos ha añadido a Juan Lobato, alcalde de Soto del Real, que siempre ha sido un tanto apartado por la dirección madrileña, aunque ha tenido el aprecio de cierta parte de la “federación” –los capitanes por así decir-. Ahora bien, si es cierto el enfado de la ejecutiva madrileña o de algunos de los actuales ocupantes de escaños asamblearios ¿tienen razón para ello?
La respuesta es no. Sánchez puede hacer y deshacer a su pleno antojo porque así lo establece el reglamento interno que todos los que hoy lloran aplaudieron con fervor y entusiasmo. Una muestra de hiperliderazgo en el seno del PSOE, en este caso reglamentado. Cuando hace años aquí se publicó que aquello, en términos democráticos, era una aberración, muchos de los que hoy lloran criticaron el artículo diciendo nosequé de los conocimientos, nosequé de hacer el juego a la derecha o nosequé de “eso no es así”. Sí lo es como se comprueba. Está aprobado legal y democráticamente. Y ahora no queda más que tragar quina y apretar las posaderas.
Se ha conocido también que la “cagada murciana” de la moción de censura no fue idea del camarlengo monclovita sino de Santos Cerdán (un lince) y de José Luis Ábalos (otro lince). O lo que es lo mismo, de la estructura orgánica del PSOE. Cualquiera con dos dedos de frente no dejaría a estas dos personas organizar ni campaña electoral, ni nada que sea importante (de hecho Cerdán tiene secuestrada la corriente Izquierda Socialista, lo que le proporciona a él y a la vicesecretaria general buenos réditos políticos). Que Redondo no vea más allá de los clichés típicos de la comunicación política, no empece para ver que si la campaña estuviese en manos del PSOE de Madrid y de algunas personas de la Ejecutiva federal sería casi peor. Los datos avalan que los mismos que se quejan hoy en la “federación madrileña” son los que llevan 25 años sin ganar ni en la comunidad de vecinos. Por tanto, tampoco hay motivo para la queja a este respecto.
¿Qué es lo que puede molestar entonces? Lo de toda la vida: el carguito. Muchos y muchas deben temer que Sánchez, su equipo y algunos rebeldes madrileños extiendan la lista de nombres y configuren una lista “con otro aspecto”. Se vive muy bien en la oposición, sin problemas y sacando dos o tres tuits al mes para denunciar esto o aquello de esa “mala derecha”. Igual hasta hacen un vídeo muy indignados o indignadas, pero lo importante es mantenerse en el cargo. No son todos, ni todas, pero hay muchos más de los que se imaginan. Lo que molesta es no hacer libremente la lista como pudieron hacer la última vez donde se impedía a militantes de base poder presentarse a la votación del resto de la militancia y donde se corrigieron ciertas posiciones en los despachos.
Aunque sea un tanto autoritario, no antirreglamentario, Sánchez puede e, incluso, debe hacer la candidatura que él crea mejor. De uno al ciento sesenta y nueve si así lo desea. Pese a las complicaciones para sacar noticias o aparecer en los medios que tienen todos los partidos, salvo el PP, llevan muchos años dormitando políticamente muchas personas (no sólo en la Asamblea sino saltando de un cargo a otro) y ya va siendo hora de introducir candidatos y candidatas con nuevos aires. ¿Puede ser mejor o dar mejor resultado? Hasta que no suceda, no se puede aventurar nada. Lo que sí es cierto es que hay un gran hartazgo en las bases del partido madrileño y la ciudadanía socialista con lo que se ha venido haciendo hasta el momento. No tienen por qué tener un curriculum estupendo, ni ser de cierta clase social, sino tener ánimo y sangre en las venas sin pensar en la próxima lista o el próximo proceso congresual. Siendo una fórmula poco democrática igual es la necesaria hoy… en Madrid.