En política se suele cambiar de opinión con el paso del tiempo. Es lógico, y según algunos pensadores hasta sano, evolucionar y cambiar los propios planteamientos al acomodarlos a los tiempos que tocan vivir y las situaciones cambiantes. Dígase que existe una contingencia de las propias posturas. Sin embargo, Albert Rivera y sus conmilitones quiebran cualquier lógica a este respecto. No es que hagan del cuñadismo ideológico su única fuente de principios, sino que demuestran no tenerlos. La palabra dada por alguien de Ciudadanos tiene el mismo valor que un billete de 30 euros. No son de fiar porque el acuerdo al que has llegado por la mañana puede no ser válido a media tarde y ser incluso antagónico al día siguiente. A esto tendríamos que añadir la pérdida de memoria tan prodigiosa que tienen en la secta naranja.
Tendría que hacer Antena 3, si no estuviera vendida a Rivera por mandato de arriba, un resumen de todas las posiciones que ha mantenido el jefe de la tribu naranja en las decenas de cafés que ha tomado con Susanna Griso. Nos sorprenderíamos al comprobar cómo en el lapso de un mes, mes y medio, ha cambiado su opinión respecto a lo que pensaba sobre un tema concreto. Pedro Sánchez le parecía maravilloso en mayo de 2016 y un irresponsable dos meses después. Curiosamente Mariano Rajoy en las mismas fechas pasaba de ser el presidente de un partido corrupto del bipartidismo para ser un hombre de Estado al que apoyar. La subida del salario mínimo si es propuesta por él es la mejor solución para dar salida a las demandas de la clase media-trabajadora, pero si el gobierno de Sánchez lo sube a 900 euros entonces supone una política de extrema izquierda.
Ayer mismo Ciudadanos, en la Comunidad de Madrid porque esto no es producto de una sola persona y un solo lugar, pedía en comisión constantemente dedicar el 1% de la recaudación por juego a los tratamientos psicológicos para quitar la dependencia, pero justo cuando había que votar decide que eso es un gasto de dinero impúdico. Vamos que cada cual es responsable individualmente de sus adicciones al juego o a lo que sea. En Andalucía Juan Marín decía una y otra vez durante la campaña a Juan Manuel Moreno Bonilla que le pidiese perdón por llamarle perrito faldero de Susana Díaz, y pasa a ser perro de presa de la misma persona descubriendo su cuñadismo, y al día siguiente de las votaciones se estaban abrazando como sólo dos verdaderos amantes saben hacer. Llegan incluso a cambiar el acento. ¿No se han dado cuenta que Inés Arrimadas habla por la mañana en Antena 3 (¿dónde si no?) con acento tirando a catalán y por la tarde graba un vídeo con acento jerezano?
Son verdaderos artistas del tocomocho político. En Alsasua poco se quejó Rivera de la aparición de Santiago Abascal de Vox, hoy reniega de ellos en Andalucía cuando, según nos cuentan, algunas charlas ya han mantenido. Verán como dentro de pocos días aparece Juan Manuel Villegas diciendo que Vox es un aliado en la defensa de la patria que está siendo quebrada por el sanchismo. Vamos que pactarán con los neofascistas a los que darán una patada en las posaderas en cuanto hayan votado que sí. Una vez en la poltrona y teniendo las redes clientelares en sus manos Vox no será tan necesario salvo para dos o tres cositas que ya verán cómo solucionan. Pero en Ciudadanos ya tendrán lo que querían redes clientelares como la de la Diputación de Huelva que les sirvió, hasta que los pillaron, para pagar la sede del partido. O lo que han hecho en la Comunitat Valenciana donde firmaron, sí firmaron, la reforma del Estatuto de Autonomía y hoy dicen que es irrealizable.
No tienen palabra y no tienen valor. En Alcorcón, por ejemplo, Ciudadanos ha aguantado al alcalde David Pérez durante los cuatro años pero en todos los plenos acaba votando con la oposición para dañar al propio alcalde. Incluso en las empresas públicas, como la de limpieza viaria, se ponen en la oposición impidiendo la compra de materiales o malmetiendo contra el partido del gobierno. Un gobierno que sostienen ellos día a día. Y lo sostienen porque, aquí va otra de las estrategias de la formación naranja, sólo aceptarían una moción de censura que les diese a ellos el poder ¡¡¡con cuatro concejales de 27!!! La misma estrategia que plantean en Andalucía. Pactar con el PP para echar al PSOE pero pidiendo al PSOE que les apoye para salir de las instituciones. Debe ser cosa de Juan Carlos Girauta porque tamaña estrategia sólo puede ser producto de una mente perversa o que está fuera del mundo real.
Cualquier español de bien, y en esta ocasión da igual la ideología primaria que se atribuya, debería huir cuando se acercase alguien de Ciudadanos. Porque da igual lo que le prometan acabarán haciendo lo contrario y si pueden perjudicarle lo harán. No son de fiar. Hablan de la defensa de los derechos de la clase media-trabajadora y todo lo que han votado en los distintos parlamentos ha sido justo contra esa clase. Hablan de lo público y tienen en mente privatizar todo lo que puedan. Hablan de acabar con el bipartidismo y la corrupción y terminan pactando con los “partidos clásicos”, especialmente el PP en todos y cada uno de los lugares en los que lo hacen. Hablan de la defensa de los derechos humanos pero quieren vender los úteros de las mujeres al mejor postor. Y así una y otra vez. No existe un dicho como el del titular, pero está claro que debería establecerse en el lenguaje común para hablar de las personas que engañan siempre: “Tienes menos palabra que uno de Ciudadanos”.
Post Scriptum: Aquí tienen una muestra de todas las ocasiones en que Rivera y sus conmilitones hacen cuñadismo ideológico.