El hecho de ver a una mujer ocupando la Presidencia de los Estados Unidos no está tan lejano como pudiera parecer. A diferencia de lo ocurrido en 2016, la persona que se encabece la candidatura demócrata para las elecciones de 2020 puede ser una mujer con una trayectoria política ganadora, una mujer que sabe cómo ganar una campaña sin necesidad de haber sido primera dama ni de ser la representante del establishment.
Varias senadoras y congresistas demócratas se han postulado para las primarias. Sus perfiles políticos las muestran como unas mujeres fuertes, con un marcado carácter progresista y con un historial de éxito que podría hacer temblar a un Partido Republicano que aún está dudando si elegir a Donald Trump para que se postule a la reelección o a otro candidato.
A pesar de que todo indica que los principales favoritos en el «campo demócrata» son hombres, la fortaleza de las candidatas deja todo en el aire, sobre todo por esas trayectorias. Joe Biden, Bernie Sanders o Beto O’ Rourke parten como los políticos con más posibilidades, sin embargo…, nada está escrito y si, finalmente, son algunas de estas mujeres las que se postulen a la Presidencia, tampoco sería una sorpresa.
La senadora por Nueva York, Kirsten Gillibrand, ganó su primera elección en un distrito eminentemente conservador. Tiene un perfil progresista y antes de que Obama alcanzara la Presidencia ya había presentado proyectos para expandir la sanidad universal. El año pasado, en la campaña para ser reelegida senadora, arrasó en 18 condados que habían votado mayoritariamente a Donald Trump en 2016. Además, en Nueva York ha tenido siempre mucho más apoyo que, por ejemplo, Hillary Clinton.
Otro ejemplo de mujer ganadora lo hallamos en la senadora por Minnesota, Amy Klobuchar, quien arrasó en condados tradicionalmente republicanos por su carácter dialogante y de buscar consensos en una sociedad a la que Trump ha llevado a una polarización desconocida en el país casi desde los tiempos de la Guerra de Secesión.
Elizabeth Warren, senadora por Massachusetts, ha centrado su actividad política en la lucha por la igualdad y contra la desigualdad económica de una manera explícita. Esto la ha llevado a arrasar en condados eminentemente republicanos y a derrotar a figuras conservadoras a las que, a pesar de ser ella quien ocupaba el cargo en el Senado, siempre se les dio el carácter de favoritos. No obstante, Warren ganó porque es capaz de acercarse a los ciudadanos con programas basados en las necesidades reales.
Por supuesto, no nos podemos olvidar de la senadora por California Kamala Harris pero, en comparación con las anteriores, su trayectoria de victorias ha estado siempre marcada porque ha arrasado en condados y distritos eminentemente demócratas.
Esta presencia de mujeres fuertes ha provocado que en el propio campo demócrata se haya desatado una oposición misógina con la que ya tuvo que luchar Hillary Clinton en las dos ocasiones en que se postuló en las primarias. Las candidatas tienen que contestar a preguntas que no se le harían jamás a un hombre como, por ejemplo, si se ven capacitadas de ganarse al apoyo de las zonas industriales o de los trabajadores en Estados clave como Ohio o Pennsylvania.
A pesar de que sus campañas no están recaudando lo mismo que Sanders, O’ Rourke o Biden, sus proyectos cuentan con la experiencia de quien sabe a la perfección lo que hay que hacer para ganar. Eso ha puesto nerviosos a algunos.