En el año 1997 Barry Levinson presentó su película Wag the Dog, que en España se tradujo como La cortina de humo. La acción del film se centra en el presidente de los Estados Unidos que, tras ser pillado en una situación escandalosa a pocos días de su reelección, decide inventarse un conflicto armado con Albania para desviar la atención tanto de la prensa como de la opinión pública de su affaire. Para ello contrata a un productor cinematográfico de Hollywood y, de este modo, crear una ficción que sirva de cortina de humo para que el presidente aparezca como un héroe. La película obtuvo dos nominaciones a los Oscar, entre ellas a «Mejor actor» para Dustin Hoffman.
En la España de Mariano Rajoy ya llevamos varias cortinas de humo para tapar las miserias y la incapacidad de su gobierno para legislar según las necesidades de los ciudadanos o para frenar los casos de corrupción de su partido. La gran mayoría de ellas tienen que ver con la exaltación del sentimiento patrio, un sentimiento del que la derecha de este país se ha apropiado desde tiempos inmemoriales. Rajoy necesita esa cortina de humo que envíe la atención de los españoles hacia otro lado y para ello han recurrido a uno de los argumentos que la derecha española ha utilizado siempre como elemento de confrontación con el resto de partidos o ideologías: la unidad de España o el sentimiento patriótico o la amenaza exterior a España, que vienen siendo matices de lo mismo: España, Una, Grande y Libre.
Durante la dictadura de Franco, de la que es heredero el Partido Popular, cada vez que el Régimen se sentía amenazado echaba mano de la amenaza exterior y del patriotismo, amenaza exterior que podía ser referida a las democracias porque despreciaban la paz de España o a los españoles que se arrastraban por las cancillerías extranjeras. Se organizaban grandes manifestaciones de exaltación patriótica en la plaza de Oriente de Madrid con grandes pancartas de patriotismo acérrimo y adhesión al Caudillo; con lemas como «Ellos tienen ONU, nosotros tenemos DOS», «Pues vais daos, machos» o «Gibraltar Español».
Tras la muerte del dictador, en los meses anteriores a la aprobación de la Ley de Reforma Política en las Cortes y de la celebración del Referéndum que daría validez a la misma, la ultraderecha heredera del Movimiento Nacional, el llamado Búnker, encabezado por «demócratas» como Blas Piñar, Utrera Molina o Girón de Velasco y con el beneplácito del Presidente Arias Navarro (el Carnicero de Málaga, que en las primeras elecciones fue en las listas de la Alianza Popular de Manuel Fraga) también intentaron reventar el viaje hacia un régimen democrático con la excusa de la amenaza exterior y de los atentados contra la unidad de España. Todos estos movimientos se hicieron efectivos en el intento de golpe de Estado de 1981.
En los años en que en España ha gobernado la derecha del Partido Popular también se han generado cortinas de humo recurriendo a estos argumentos. ¿No es curioso que cuando ellos gobiernan se despiertan los anhelos de independencia o de autodeterminación de Euskadi o Catalunya? Con Aznar los españoles tuvimos sesión de Plan Ibarretxe, con el que la prensa afín tuvo carnaza suficiente para intentar alejar la atención de los españoles de otros asuntos más espinosos como el accidente del Yak42, la guerra de Irak o la crisis del Prestige. Desde que gobierna Rajoy, con la que ha caído y la que está cayendo, con un partido que llegó al poder como llegó, con un presidente de Gobierno acorralado por los casos de corrupción y por su propia ineficacia, con unos ministros encargados de destrozar el Estado del Bienestar por cuestiones ideológicas poniendo la crisis económica como coartada, con un Gobierno que ha llevado al país a una situación de emergencia sin dar con las soluciones adecuadas y habiendo reconocido que van a dejar el país en peores condiciones que cuando tomaron posesión de sus cargos, la prensa afín dispone de carnaza suficiente con el plan secesionista de Catalunya. Amenazas contra la Unidad de España.
Sin embargo, el Partido Popular y su Presidente están acorralados por todo el caso Bárcenas, por el caso Gürtel, por la trama Púnica, y por tantos y tantos: corrupción, comisiones, mordidas, donaciones opacas a cambio de contratos públicos por parte de empresas constructoras afines a los sectores más reaccionarios del empresariado español, financiación ilegal, cobro de sueldos en dinero no declarado o dinero B, existencia de una Caja B en el Partido que servía para financiar las espectaculares campañas electorales del partido conservador español, adjudicaciones de servicios públicos a empresas amigas sin pasar por la correspondiente licitación, y un largo etc. Quiero recordar que Al Capone fue enviado a la cárcel gracias a las declaraciones de su tesorero/contable
Para crear ese señuelo, esa cortina de humo, el Partido Popular y el Gobierno, junto con sus palmeros mediáticos, han vuelto a tirar de uno de los argumentos de los ultras y la Falange: unidad de España en referencia al desafío secesionista catalán. En otro momento hubieran tirado de las víctimas del terrorismo —aunque realmente lo han hecho con la utilización burda del recuerdo de Miguel Ángel Blanco— porque no hay nada que más alague a un pepero que utilizar al dolor de las víctimas —sólo las de ETA, porque las del 11M son parte de sus enemigos— para alcanzar sus objetivos, pero como ahora no hay actividad terrorista en España, pues han cogido el argumento patriótico, la amenaza catalana, igual que hacía Franco con las amenazas exteriores. Han dejado deliberadamente que el conflicto engordara con su absoluta inacción. Además, con la poca vergüenza de poner a la Ley como tapadera para justificar que no se haya hecho nada, salvo utilizar a los tribunales para generar más conflicto porque el uso reiterado del Tribunal Constitucional o del Tribunal Supremo cada vez que desde el Parlament de Catalunya se aprobaba alguna iniciativa independentista no hace más que echar leña al fuego y sacar de la indecisión a quienes no tenían muy claro todo el tema del referéndum o la independencia para llevarles al campo secesionista, campo en el que, por cierto, también se está utilizando el argumento de la amenaza exterior.
Sin embargo, la corrupción no es lo único que tienen que quieren tapar con la cortina de humo catalana. Es fundamental el fracaso de sus medidas para luchar contra la crisis económica y para devolver la dignidad a sus víctimas. No es cierto que con las leyes aprobadas por el gobierno de Mariano Rajoy la economía se esté recuperando. A nivel macroeconómico, las grandes cifras, sí que se puede afirmar que la economía española está creciendo. No obstante, la realidad es muy otra o, lo que es más grave, esa recuperación está asentada sobre el sufrimiento de los ciudadanos de a pie. Los niveles de precariedad laboral y salarial nos ponen en cabeza de los países de Europa en este aspecto. Es muy difícil de comprender cómo la precariedad aumenta al mismo nivel que los beneficios empresariales, según demuestran los datos oficiales del Ministerio de Empleo, del Instituto Nacional de Estadística y de la Seguridad Social. Es muy difícil de comprender cómo todavía hay un tercio de la población española que se encuentra en riesgo de pobreza extrema mientras desde el Ejecutivo no se para de utilizar la recuperación macroeconómica como un mantra. Es muy difícil de comprender cómo aún se mantienen leyes o artículos del Código Penal que van en contra del propio Estado de Derecho. Es muy difícil de comprender cómo se sigue despojando a los españoles de su Estado del Bienestar para entregarlo a manos privadas. Son tan difíciles de entender tantas cosas que es normal que se aproveche el tema catalán para que los focos se centren en el noreste y se olviden de la realidad a la que las medidas de Rajoy están llevando a los ciudadanos.
Otro aspecto sobre el que el gobierno necesita apartar la atención es su fracaso en lo referente a la violencia machista. Las mujeres siguen siendo asesinadas en España sin que se adopten medidas efectivas ni se apliquen las que ya hay en materia de prevención en espera de que la Subcomisión del Pacto de Estado presente sus conclusiones que, por cierto, debieron haber presentado el día 30 de junio pero que aplazaron hasta el 31 de julio. En España, una mujer víctima de la violencia machista tiene que dar el paso de denunciar para que se activen todos los protocolos. Si no lo hace, es una víctima invisible y no puede acceder, por ejemplo, a la protección de las Fuerzas de Seguridad del Estado, de los Servicios Sociales o a una alternativa habitacional.
Pero este Gobierno tiene mucha imaginación y, si Cataluña no le funciona, tiene más recursos. El más socorrido es Venezuela cuando las acusaciones vienen de Podemos. Todos estamos de acuerdo en que, tras la muerte de Hugo Chávez el movimiento bolivariano ha perdido su esencia y Nicolás Maduro está convirtiendo un movimiento popular en un régimen dictatorial. Sin embargo, tratar de tapar sus errores con lo que ocurre en el país caribeño es, cuanto menos, obsceno. La gente no llega a fin de mes aquí, no en Caracas; la gente no puede tener una vida digna aquí, no en Caracas; la gente no tiene un trabajo digno aquí, no en Caracas; las mujeres son asesinadas aquí, no en Caracas. Pero el movimiento les funciona porque tienen tras de sí un aparato mediático que se encarga de maximizar lo que ocurre en Venezuela para generar distracción y miedo respecto a sus rivales políticos. Si hasta se ha llegado a comparar a Pedro Sánchez con Maduro.
Si no se puede tapar todo lo anterior ni con Catalunya ni con Venezuela, siempre tendrán el recurso de Gibraltar y, no tengan duda, algo se inventarán.