Dentro de nada la venderán como una Juana de Arco a la española, no lo duden. Tiene engatusados a los directores de medios de comunicación con cierta querencia cristiana. Y sin querencia, medios con una fuerte impronta católica. Aparece criticando el aborto, diciendo que Europa es judeocristiana (ojo al matiz) y que el mensaje de Jesucristo era revolucionario y ahí tienen a todos dando palmas. Desde directores a columnistas y curas digitales. Saben en su equipo de comunicación los distintos palos que hay que ir tocando para engatusar a los diversos caladeros de votos y el cristiano es uno de esos si se mira hacia la derecha.
Si en vez de ser Isabel Díaz Ayuso quien dijese eso, fuese Salvador Illa (por poner el ejemplo de un político que se define como cristiano) le saltarían todos al cuello y sacarían hasta el Syllabus para atizarle con él. Por tanto, es obvio que en favor de la imagen de la presidenta de la comunidad de Madrid hay cierta querencia ideológica y presupuestaria. Nada raro si no estuviesen predicando contra el resto de españoles que opinan de forma similar o distinta pero dentro del cristianismo. La deriva evangélica tanto en ciertos dogmas como en el comportamiento social de un sector del catolicismo españoles es clara. Más allá de integrismos como La parroquia de la Vendée, existe una alianza ideológico-religiosa extrema, la cual, como sucede en Estados Unidos y Canadá, hace del fariseísmo su modo de vida.
En la reunión de los populares europeos —no existe ya grupo democristiano aunque tengan representación algunos partidos con esa denominación, así como también hay partidos con animosidad religiosa en otros grupos— Díaz Ayuso se quejó de lo que había llevado a cabo Emmanuel Macron en Francia, situar el aborto como derecho constitucional. El discurso de la pepera siguió la lógica doctrinal, en lo poco que dijo pues no es dada a grandes argumentaciones, con y sin pinganillo que dirían los malévolos. Todos los periódicos aplaudieron hasta sangrar las manos, los miembros de aquella asociación ponían mensajes en redes sociales alabando a la nueva “santa” española, los del otro grupo entraban en éxtasis con esas palabras.
Algo similar se produjo cuando afirmó que la cultura europea se había construido sobre los griego, lo romano y el judeocristianismo —lo de “judeo” igual es un guiño a Israel porque en realidad la adiposidades judaicas eran pocas en los años que el cristianismo se asentó como “ideología dominante”—, una copia de algo que siempre ha mantenido Joseph Ratzinger (sí hay otros teólogos que han mantenido esto, pero esta gente no ha pasado del pontífice alemán), con el añadido de la libertad fermentada en el cristianismo. Y cuando anunció en la inauguración del Belén comunitario y pronunció lo del mensaje revolucionario de Jesús, a poco estuvieron de salir con las banderas cristeras a tomar el poder algunos.
Nada nuevo en el juego político. Puede decir que ha recuperado la fe con la pandemia y no hay por qué no creerla, son las obras lo que dicta si es cierto o no. Aquí ese protestantismo individualista no cuela. Es su vida y ya le juzgará quien deba en su momento. Lo que no se puede hacer es provocar vergüenza como muchos medios católicos. Porque ellos sí están comprometidos con la Verdad, con la doctrina, con la debida obediencia con el pontífice romano. Ayer mismo publicada el padre Guadalix un interesante artículo donde atacaba a sus contrincantes internos, los bobos cristianos (que burgueses bohemios hay en el seno de la Iglesia), y explicaba que todas las teorías avanzadas (que dijese José Jiménez Lozano en sus crónicas vaticanas) al final no tienen a nadie detrás que cumpla con ellas. Que mucha palabra y poca obra. Hipócritas sin más.
Lo mismo sucede con esos medios supuestamente católicos, mucho alabar las palabras de la presidenta pero callan, incluso ocultan, los datos de sus obras. Puede ser muy revolucionario el “Amaros los unos a los otros como yo os he amado”, pero si los miles de ancianos muertos en residencias al fin y al cabo «tenían que morir», igual no ha entendido el significado del mensaje. ¿Dónde queda la misericordia? ¿Dónde la posibilidad de una muerte digna y no entre gritos de dolor y agonía? Ya decía el Maestro que había que hacer lo que decían los fariseos pero no imitarles en sus obras. Aquí ni lo uno, ni lo otro. Silencio sepulcral salvo que pudiesen encalomárselo a otro, del otro lado.
Lo del aborto es para premio mayor en la rifa del pueblo. El oso más grande se lo deberían repartir entre redacciones, sacristías y palacios episcopales. Todos aplaudiendo sus palabras pero en Madrid están la mayoría de clínicas abortivas (incluso en cierto grupo de salud que está muy financiado por la Comunidad madrileña) del país. Vienen de otras comunidades a ello. ¿Han escuchado a alguno de esos santos varones decirle algo a la señora presidenta? Ni se atreven, no vaya a ser que quiten la paguita.
¡Qué decir de sus obras en relación a quitar a los más pobres las infraestructuras mínimas! Lo que decía Juan Pablo II (por no citar a Francisco I) sobre la preferencia por los pobres y los últimos ¿dónde queda? ¿Han leído alguna crítica sobre la pobreza en Madrid, las carencias educativas de los pueblos y barrios más pobres? ¿Algo que no sea puro discurso materialista, liberal sí, pero materialista? ¿Alguna crítica al individualismo dogmático de hacer lo que le dé la gana a cada uno sin mirar si se hace el mal con ello? Incluso ese famoso discurso de libertad cristiana fundante es falso. La libertad cristiana, o libre albedrío, no es algo individualista sino en relación al otro, a los otros, al pueblo de Dios. Todos callados tragando hipocresía.
Díaz Ayuso puede hacer lo que quiera, como se ha dicho anteriormente, pero quienes señalan y anatematizan a los demás mostrando una biblia, un rosario o un libro de teología (de estos pocos, tampoco son tan lectores de estas cosas) a quienes no profesan la religión cristiana, están en la obligación (así lo decía la exhortación juanpaulista a los laicos) de actuar conforme a la fe y la doctrina. Son estas personas las que acaban dando vergüenza con estos casos y otros. No se puede enfrentar el mundo con la cruz si al final al poderoso o financiador se le ocultan los pecados y las falsedades. Esta forma de actuar es típica de lugares donde la Iglesia católica ha sido poderosa, pero ya en el Concilio Vaticano II se señaló como indebida. Luego que si no hay vocaciones o que va poca gente a colaborar con la parroquia… la gente no quiere hipocresías, quiere evangelio, testimonio y obras. Lo demás politiqueo.