En los duros tiempos de la transición, cuando en las manifestaciones de la izquierda democrática se pegaban tiros o se apaleaba porque sí, surgió la frase “¡Vosotros, fascistas, sois los terroristas!” contra la manía de la derecha española de calificar de terrorismo cualquier tipo de protesta. Hoy, casi convertida en arquetipo de lucha, sirve muy bien para señalar la violencia generada por la caverna mediática y parte de la clase política de la derecha. Hace unas semanas se denunció en estas mismas páginas que, de seguir por la senda de la crispación, de la que el PP y Vox son padres políticos y los medios de comunicación madres políticas, podría suceder algún tipo de desgracia. En esos momentos apuntaban todas las dianas al presidente del gobierno Pedro Sánchez, hoy ya se ha añadido el resto del equipo ministerial y militantes de los distintos partidos que la conforman. Toda la telebasura, el “condenas” y el “alpiste” desde las redes, panfletos como OkDiario y ciertos programas de las ondas hertzianas día tras día señalando y pidiendo violencia contra los enemigos. Porque la diferencia entre un demócrata y un fascista es que para el primero hay adversarios y para el segundo enemigos que deben morir social o físicamente.
Cierto es que con la llegada de dos partidos populistas (Podemos y Ciudadanos) se calentó el ambiente de la política espectáculo en el sentido de convertir la política en un Sálvame Deluxe vomitivo, las cosas se calmaron con las penúltimas y las últimas elecciones. El populismo necesita de la alteración provocada del normal desarrollo, como el fascismo, para lograr captar a los descontentos, no de lo material sino de lo sentimental, pero una vez que ha fallado en el intento de hacerse con el poder, darse contra el muro de la realidad material, o bien desaparecen o bien se cartelizan como partido. Sin embargo, la violencia que se está intentando provocar ahora no es producto del populismo, sino del fascismo arraigado en el inconsciente colectivo de muchas personas. Durante el confinamiento ya llamaban desde los partidos y desde los medios a un levantamiento social violento, a un recuperar el poder por el mecanismo del golpe de Estado (blando en principio) y la revuelta de la borjamari borroka. ¿Recuerdan a Isabel Díaz Ayuso (IDA para los amigos) amenazando desde sede parlamentaria con ese tipo de levantamiento? Fascismo en estado puro.
Porque la derecha española no es liberal. Difícilmente saben lo que implica ser liberal, los valores liberales y lo que ello conlleva social y políticamente. Con suerte son libertarios en lo económico –para los demás, porque el saqueo y la extracción de las arcas públicas es identidad política, como dijo Pablo Casado– y reaccionarios en lo demás. Normal que bajo esos postulados las gentes del mundo del toro, ese supuesto cultural que si no es por las subvenciones haría años que estaría firmado su certificado de defunción pues no es rentable en el libre mercado, hayan agredido de forma machista, salvaje y cavernícola a la ministra de Trabajo Yolanda Díaz en Toledo. Poco les ha faltado para encerrarse en el Alcázar. ¿Han visto alguna crítica en ABC, OkDiario y demás periódicos de la caverna? Ni una, porque la violencia contra los rojos parece que está justificada. Y si tiene legitimidad ideológica es porque esa ideología no es liberal, ni socialista, ni conservadora sino plenamente fascista. De hecho, algunos periodistas cavernícolas bien que han jaleado la bronca de estas gentes, de la misma forma en que señalan y criminalizan a la clase trabajadora cuando se manifiesta por sus trabajos o condiciones laborales. Esos medios son los mismos que critican que la ministra de Trabajo mande inspectores al campo para verificar que se cumple la ley. La sacrosanta ley cuando les conviene a los fascistas.
Si mal está insultar y utilizar la violencia contra un cargo político (del partido que sea) peor es que se haga con militantes de los mismos. Por muy destacados que sean, por muy televisivos que sean, por muy lo que-ustedes-quieran-expresar que sean, no son cargos públicos sino ciudadanos, en principio, libres. Los insultos y las amenazas a Juan Carlos Monedero, que como bien saben y con el debido respeto intelectual no es muy querido por estos lares por demagogo, son execrables y alentadas por los medios de comunicación de la caverna, así como de los partidos políticos de la derecha. Que alguien no se pueda tomar tranquilamente (respetando las medidas de sanidad) una copa en Sanlúcar de Barrameda o en Chinchón es la muestra del tipo de sociedad que están conformando desde los aparatos ideológicos en el Estado. Cierto que Monedero y otros podemitas han justificado el mismo tipo de violencia no hace mucho, pero justamente por eso no hay que responder con la misma moneda.
El problema es que quienes le han llamado “¡Maricón de mierda!” son jaleados por los Jimenez Losantos, los Herrera, los Inda, los Rubido, los Rosell y demás calaña periodística. Hace dos días Pedro J. Ramírez permitía un dibujo con una pistola en la boca a Iglesias y ayer mismo se intentaba agredir físicamente a un militante de Podemos. ¿Respuesta de la prensa cavernícola? Justificar la agresión y las amenazas. Los que se llenan la boca diciendo que son demócratas, liberales y éticos acaban demostrando que no son más que fascistas de la postmodernidad. Ahora la obligación de los atacados será frenar la cascada de violencia y no usar su panfleto para calentar los ánimos en el otro lado y que se produzca algún tipo de altercado mayor que acabe justificando al fascismo político de la derecha. Por ejemplo, que Pablo Echenique no salga a justificar lo injustificable dependiendo de quién haga qué. Suerte que Rafael Hernando está preocupado por Gibraltar y que no se note la corrupción del PP en Almería, porque es raro que no haya bramado y jaleado las acciones, en una muestra de que la violencia tiene un origen fascistoide. Ninguna violencia está justificada, pero desde hace casi un año el fascismo rancio y casposo que se ocultaba bajo un disfraz democrático ha hecho su aparición en la palestra democrática y ahora los medios jalean ese tipo de violencia fascista. El día que se sea consciente y se denuncie la violencia simbólica y personal del capitalismo igual se avanza más.
Post Scriptum. Cabe hacer un recordatorio a Monedero quien ha afirmado que jamás se ha atacado a un partido político y a sus cargos como a Podemos. Falta de memoria o demagogia pues al PSOE del felipismo se le atacó tanto o más que a Podemos (¿Recuerda La conspiración que reconoció Anson?). Es más él mismo fue apologeta de los ataques al PSOE en la Facultad de CC Políticas y Sociología. A ello súmenle los muertos por terrorismo o los socialistas acosados en Euskadi –cabe añadir a la militancia de UGT y de CCOO-. O lo que sufrieron socialistas y comunistas del PCE hasta bien entrados los años 1980s en campañas electorales, en ataques de los fascistas con cadenas y navajas… Por suerte –si es que se puede catalogar de suerte- ahora sólo se dice “maricón de mierda” y amenazan con el dedito fascista.