George Soros ese es tipo siniestro al que desde todas las derechas culpan de estar moviendo los hilos de la progresía mundial. Curioso que un tipo que ha llegado a millonario con la pura especulación financiera tenga la intención de agitar a los progres, más si cabe cuando su filosofía de vida está impregnada de Karl Popper. Claro, las derechas callan que otras fundaciones, como Heritage (miren en internet cómo se mueven dentro de la derecha española, por ejemplo), mueven los hilos de las derechas mundiales. Todos títeres de no se sabe bien qué intereses oscuros si se juntan las historias de unos y otros.
Si tomamos a Soros como símbolo de lo oculto progre, resulta que las orangutanadas de Vox hace más por esa agenda judeo-masónica-marxista-atea-arriquitaún contra la que lanzan cada día sus proclamas que los propios títeres. Intentan erigirse en Vox en algo así como los garantes de una tradición conservadora-tradicionalista en España y a fuer de hacer el idiota consiguen lo contrario. Entre otras cosas porque por muchas franquistadas que digan, por mucho rosario que lleven en la mano, por mucha moralina que vendan no son más que los sargentos chusqueros del gran capital financiero.
Dejando de lado la verdad detrás de Vox y aceptando la pose, no hay día en que no consigan que el Gobierno consiga más apoyos o no los pierda. La semana pasada, cuando la mininistra Irene Montero estaba en su peor momento (aunque con esta mujer todo puede ir a peor), no se le ocurre nada mejor a la diputada Carla Toscano (quien se piensa que su lucha antifeminista le debe dar el apoyo de muchas mujeres, pero es mucho más de Forocoches, quienes destacan, además, su pechonalidad) que salir a decir una estupidez que permite a la mininistra venderse como una víctima de, ¡madre mía!, la violencia política. ¡Bravo por la diputada!
No se les puede pedir inteligencia a esta tropa, todo sea dicho, pero un mínimo sin necesidad de recurrir a la gorilada de turno podrían haber utilizado. Para hacer ver que la mininistra de Igualdad es una completa inútil es más sencillo darle donde le duele, en su carrera académica. Como intenta venderse como una supuesta intelectual nada mejor que decirle que la ley del sí es sí es un fracaso debido a su potencia intelectual en artículos y libros. Esto es, por un cero completo. El 85% de los españoles piensan que ocupa un ministerio por ser la pareja sentimental de Pablo Iglesias (incluso los que se hacen los ofendiditos en redes sociales), pero atacarla por ahí es un error… salvo que se haga con gracia y sin necesidad de recordar que se ha comido nosequé.
Durante una intervención en la Cortes de la IIa República José María Gil Robles fue increpado de la siguiente manera: “Su señoría es de los que todavía llevan calzoncillos de seda”. Risas y cachondeo en el Congreso. Una vez se calmaron, respondió: “No sabía que su esposa fuera tan indiscreta”. Una bella forma de llamar cornudo a un graciosete. Se pueden decir las verdades pero con sabia utilización de la lengua española. Hoy parece que muchos y muchas rebuznan antes que hablar. ¡Ojo! De derecha a izquierda.
No ha sido lo único de la semana. El diputado Víctor Sánchez del Real se lanzó a un griterío sin sentido cuando se estaba debatiendo la ley de cooperación internacional y solidaridad global. Es una norma estúpida, de esas que tanto gustan hacer a los políticos de todo pelaje para aparentar que se hace algo, y como tal habría que tratarla. Podría haber indicado si la ley es algún tipo de pago por la presidencia de la Internacional Socialista de Pedro Sánchez (curioso que nadie haya intentado juntar ayudas con apoyos) o que era innecesaria. Pero no, tuvo que engorilarse haciendo aspavientos y poniendo caras. Al final nadie sabe de qué estaba hablando sino que es un tipo que se asemeja más a un gorila que a una persona.
Ya le pasó a Francisco José Contreras con su defensa del catolicismo, algo que está bien, con una cara de estar en trance místico con una cruz elevada al cielo. Al final todo el mundo se ha quedado con la pose y no con el argumento. Y todo porque en Vox no son de argumentos sino de pose, como los teocons a los que imitan. Pretenden defender el catolicismo con argumentos que retrotraen al Concilio de Trento (ni el Vaticano I); pretenden defender la familia y la empresa española dejando caspa por donde pasan, a la par que niegan que su política económica destruiría aún más a las familias y las empresas españolas; pretenden ser garantes de una supuesta moralidad con actitudes chulescas y simiescas; en realidad piensan que los españoles son, permitan esta palabra fea, gilipollas y se tragan cualquier cosa. Y puede haber muchos así, pero no todos.
Lo que consigue Vox con sus actitudes, pues nadie sabe realmente cuál es su programa real (en Madrid tragan con todos los chiringuitos de Ayuso, por ejemplo), es que las personas acaben viendo bien toda esa agenda globalista que maneja Soros en su escondite suizo. Cuando el insulto y los aspavientos son la parte principal de la acción política de un partido, la cosa acaba mal. Le pasó a Rivera con sus ladrillos. Le pasó a Iglesias y Podemos (los primeros que insultaban a diestro y siniestro). Y les pasará a Vox. Por cierto, ¿alguien sabe algo de Santiago Abascal? ¿Por qué está tan callado últimamente? ¿Le han regañado los poderosos para que entregue la cuchara y hunda Vox?