Yemen está cada vez más cerca de la hambruna tras mil días de brutal conflicto, agravado por el devastador bloqueo de los principales puertos del norte que priva a los yemeníes de alimentos, combustible y medicinas.
Yemen importa el 90% de sus alimentos, pero, debido al bloqueo impuesto por la coalición liderada por Arabia Saudí de los principales puertos del norte del país, solo llega al país una tercera parte de los alimentos que la población precisa. Más de ocho millones de personas están en grave riesgo de hambruna.
Desde principios de noviembre de 2017, los precios de los alimentos se han disparado un 28%, y son cada vez menos asequibles para las familias pobres, ya afectadas por el colapso de la economía. Se ha cortado el suministro de agua apta para el consumo en ciudades y pueblos debido a la escasez de combustible, lo que tendrá graves consecuencias para el país, que sufre la mayor epidemia de cólera del mundo. Los hospitales se están quedando sin medicamentos y los casos de difteria han aumentado. Al menos un millón de niños y niñas podrían contraer la enfermedad.
Durante los últimos mil días han muerto más de 5.500 civiles; tres millones de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares; y se sospecha que cerca de un millón de personas han podido contraer el cólera, víctimas de la peor epidemia jamás registrada a nivel mundial.
Todas las partes del conflicto son las culpables de tan terrible nivel de sufrimiento humano, así como de las violaciones de los derechos humanos y de los principios del derecho internacional humanitario más fundamentales que se han producido, ha denunciado la organización internacional Oxfam.
El director de Oxfam Intermón, José María Vera, señaló que «enormes cantidades de armas sofisticadas han asolado Yemen durante mil días. Ahora, además, estamos siendo testigos de un asedio medieval que permite utilizar el hambre como arma de guerra. Privar a la población de alimentos, combustible y medicinas no estará nunca justificado y no debe tolerarse. Es una táctica que carece de moralidad, humanidad o decencia».
España sigue vendiendo armas a Arabia Saudí sin dar respuesta a las organizaciones de la coalición Armas Bajo Control que piden que se pare su venta y que se acabe la opacidad y falta de control existente en el sector cuando se cumplen 10 años de la adopción de la ley española sobre comercio de armas.
En este sentido, José María Vera fue muy claro: «El Gobierno español debe investigar cómo usa Arabia Saudí las bombas, la munición o los aviones de reabastecimiento en vuelo exportados desde 2015, ya que son armas susceptibles de ser empleadas en los bombardeos en Yemen. Los más de 650 millones de euros de armas exportadas por España a Arabia Saudí desde el inicio del conflicto en marzo de 2015, son un ejemplo paradigmático del incumplimiento de la legislación española y europea y del Tratado sobre el Comercio de Armas».
Desde principios de noviembre está prohibida la entrada de combustible a través de los principales puertos del país, algo que es indispensable para transportar alimentos y otros artículos básicos esenciales. La terminal petrolera de Ras Isa, en la costa occidental de Yemen, lleva cerrada desde marzo de 2017 conforme a las órdenes de la coalición liderada por Arabia Saudí.
Cerca del 80% de todas las importaciones de Yemen llegan a través de los puertos de Al-Hudaydah y Saleef, y casi dos tercios de la población del país viven en áreas dependientes de los suministros que llegan a estos puertos. En 2016, estos puertos gestionaron cerca del 85% de todas las importaciones de trigo. Al menos seis buques se han tenido que dar la vuelta en estos dos puertos debido a las prolongadas esperas para entrar.
Las organizaciones de ayuda y las empresas de importación se encuentran en una grave situación financiera debido al retraso de la entrada de buques anclados a las afueras de Al-Hudaydah, lo que supone un coste de más de 10.000 dólares por buque y día.
Hay signos preocupantes que indican un inminente ataque al puerto de Al-Hudaydah. Anteriormente ya se produjeron ataques a las infraestructuras de carga del puerto (grúas y almacenes), que redujeron su capacidad para importar bienes. Choques prolongados por el puerto obligarían a cerrarlo, lo que tendría un gravísimo impacto para los millones de personas que dependen de las importaciones que llegan a través de él.
Si el puerto de Al-Hudaydah quedara inutilizado, no habría una alternativa realista que permitiera la entrada de alimentos, combustibles y medicina suficientes.