Ayer el PSC cuantificó en 1.100 millones de euros los gastos derivados de “propaganda” y cosas del procés. Miles de millones tirados a la basura y que podrían haber ido a la sanidad para salvar vidas (más en estos tiempos de pandemia) y no a fuegos fatuos del nacionalismo secesionista. Algo que han denunciado en otro tiempo, con menor coste, desde Ciudadanos. 1.100 millones sacados de los bolsillos de los catalanes para divertimento de una clase política secesionista y aliados necesarios, como los comunes. 1.100 millones de euros para que protesten por la retirada de la inmunidad de un subversivo que ha llevado a la ruina a Cataluña.
Si es escandaloso ese gasto superfluo en cosas de secesionistas, aún lo es más que Jessica Albiach quiera un gobierno con esas personas con el apoyo externo de un partido serio como es el PSC. Desde luego las órdenes de Madrid son esas. Coincidentes en lo que piensan los nacionalistas escondidos de Ada Colau. Hacer que parezca que hay un gobierno de izquierdas en Cataluña cuando, en realidad, lo que existirá será un gobierno nacionalista, menos secesionista tal vez, pero que persistirá en el empleo de fondos destinados a nada que sea social y sí propagandístico. Normal que Salvador Illa no se preste a esos manejos –tiene la piel curtida en su propio partido- y siga adelante con la intención de presentar su candidatura a president.
Un gobierno ERC-Comuns en ningún momento prescindiría de esos fondos para publicidad. Son demasiado jugosos para nutrir a oenegés amigas y de amigos, para comprar voluntades en los medios o para darse publicidad. En ningún momento esos miles de millones engrosarán los servicios sociales. No pasó en la época de Manuela Carmena en el ayuntamiento de Madrid, no pasa en el ayuntamiento de Barcelona, ni pasaría en la Generalitat. Ambos partidos viven y sobreviven de las subvenciones y la publicidad. Y en ese juego no piensa entrar Illa, mucho menos de miranda desde la barrera.
Se pueden quejar que se judicializa la política –cabe preguntar ¿quién provocó esa judicialización?-, pueden ser los mayores adoradores de personajes subversivos y caraduras como Carles Puigdemont -¡qué bien vive en Bélgica mientras su “compañeros” comen cárcel!-, pero callan ante estos gastos superfluos. Y lo peor es que quieren engañar a los catalanes y al PSC en sus tejemanejes. Los cuales sólo tienen la vista puesta, no en la gestión eficaz y eficiente de Cataluña, sino en ser un grupo de presión contra el presidente Pedro Sánchez dentro y fuera del gobierno. Joan Tardá ha salido a defender la no unión con Junts, por aquello de parecer de izquierdas, pero en el fondo, siendo más inteligente que Gabriel Rufián, sabe que o gobierna Illa o se deben abrazar a los puigdemonters. Y si la alianza es con el PSC se acabó el procés y la dilapidación de millones de euros. ¿Querrán ERC y Podemos-Comuns renunciar a esos millones en publicidad y compra de voluntades?