Europa se regocija de haber sido cuna de grandes bienes inmateriales de la Historia. Frente al “salvajismo” de otros lares, decían los pensadores de siglos pasados, en Occidente se habría instalado la tolerancia, la razón, la fraternidad y la convivencia cívica. Un discurso bello y digno que entronca con la Declaración de los Derechos del Hombre en la Revolución francesa, la lucha por la igualdad de hombres y mujeres, la creación de la Sociedad de Naciones y la ONU, o la Declaración de los Derechos Humanos. Humanismo frente a salvajismo. Aun hoy en día, frente a la barbarie que supone el terrorismo yihadista, se habla de esos principios occidentales. Incluso los “barbaros” de occidente los despliegan en sus discursos de lucha antagonista.
Derechos humanos que quedan bien en las pegatinas y en las medallas que se ponen las personas pero que luego, frente al otro, frente a la otredad, no se cumplen. Queda bien ser “progre de espíritu”, aunque los hechos demuestran que uno es “pobre de espíritu”. Curiosa esta época donde en las escuelas de negocio, verdaderas cunas del espíritu neoliberal, se enseña que hay que tener empatía, capacidad de liderazgo, mientras ni se inmuta ese mismo estudiante frente a una muerte delante de sus narices. Y todo porque es “otro”. Porque es una mercancía, al fin y al cabo, con una fecha de caducidad, la cual es preferible que caduque antes que la mercancía del propio ser. Otros más despiadados quiere al otro para esclavizarle, pero a ser posible lejos de las miradas de los demás occidentales, lo que no se ve ni se nombra no existe en la era del neoliberalismo depredador.
Sin embargo existen personas que entienden que alter es parte de ego. No hay otro, ni una otredad, diferente de lo que es uno mismo como ser (humano). No hay una dialéctica o un antagonismo entre alter y ego sino que forman parte de un mismo destino común. Por eso no les importa poner su vida en riesgo en la defensa de esos valores, que de ser superiores, deben valer para todos. Algunos ayudan al otro desde el supremacismo o la piedad, mientras que las gentes de esas ONGs que se baten el cobre in situ luchan y los ayudan porque los consideran iguales, los consideran parte de su propio ser, entendido como un todo compartido.
Entre esas personas se encuentra Helena Maleno, activista de Caminando Fronteras, que está siendo echada a los leones de la dictadura encubierta de Marruecos. Curiosamente, mientras que el Ayuntamiento de Gernika le concede su premio “por la paz y la reconciliación”, el Gobierno de M. Rajoy, de Juan Ignacio Zoido, de José Antonio Nieto es cómplice con la dictadura alauí. Gracias a un informe filtrado por la Policía española, el gobierno marroquí, porque pensar que allí hay división de poderes es una utopía (más bien distopía), procedió a abrir una causa penal contra Maleno acusándola de Asociación de Malhechores y favorecer la migración ilegal (casi tráfico de personas). La pena que pide el fiscal marroquí es cadena perpetua.
El gobierno español no comunica el archivo de la causa.
Ese informe realizado por la Policía española indicaba que Maleno era parte de un entramado para permitir la llegada de migrantes a España. Ello se deducía por ser la persona que avisaba, cuando tenía conocimiento, a Salvamento Marítimo de las pateras que estaban cruzando el estrecho. Tras vivir y trabajar 16 años en Tánger, Maleno, evidentemente, conoce todos los intríngulis de las mafias contra las que, curiosamente, nunca se lucha en territorio marroquí, ni español. El propio secretario de Estado de Seguridad, José Antonio Nieto, afirmaba irónicamente en sesión senatorial que Maleno “tiene el don especial para descubrir dónde hay una balsa y el don de saber cuántos van, cuántas mujeres y niños”. Un dirigente conservador que daba pábulo a una causa que ha sido archivada por la propia Audiencia Nacional. La cara de la apelante, Maribel Mora, estaba entre el asombro o la furia contenida por la desvergüenza mostrada.
Claro que el mismo que un segundo antes cargaba contra las ONGs, acudía raudo y veloz a ponerse la medalla. “La heroicidad es compartida” afirmaba ya que era, al final, Salvamento Marítimo el que sacaba a los migrantes de las pateras o el mar, por tanto no habría “salvado ninguna sin el gobierno de España”. Algo que no ha impedido que cada semana se vayan sumando muertos en el mar de Alborán, el Mediterráneo o en el Atlántico. No entienden en el Gobierno, que bien que no actúan contra otro tipo de mafias como las financieras, que Maleno no llamaba para que esas gentes, esos seres humanos, llegasen a España, sino para que no muriesen. Curiosamente esos que luego corren a Sevilla a postrarse frente a la Macarena, no demuestran ni el mínimo sentido de humanidad cuando son los “otros”.
El caso es que no han comunicado el archivo de la causa por la Audiencia Nacional, confirmando la falta de diligencia del propio gobierno español. Hasta el Defensor del Pueblo, Francisco Fernández Marugán, ha expresado en sede parlamentaria que la información que se está utilizando en Marruecos “tiene una procedencia espuria. Y no hay razones para hacer lo que se está haciendo en este caso”. Es evidente que Maleno no está favoreciendo la migración hacia Europa, sólo intentn que las condiciones de todas esas personas subsaharianas, en su mayoría, todos esos seres humanos, todos esos alter, sean las mejores en los hacinamientos tangerinos.
Al final, los “barbaros” europeos, especialmente los españoles, lo que pretenden al apoyar una situación como esta es amedrentar a todas esas ONGs de defensa de los Derechos Humanos, o a las personas que quieran ser como Maleno, para que dejen de ayudar a los migrantes en Marruecos. Por eso, no les importa encerrar a los rescatados en una cárcel y tenerles allí bajo condiciones infrahumanas, como ya hemos denunciado en estas mismas páginas. O que se hacinen en diversos CIEs. O haciendo devoluciones en caliente. Para ellos, para los bárbaros no son personas, son los otros, los diferentes, los inferiores, los que deben de servir como ejército de reserva de las corporaciones y sus deslocalizaciones, los que deben ser esclavos en su país para que las cuentas corrientes de los financieros occidentales engorden.
Por eso, es necesaria la gente como Maleno. La lucha de Maleno no es sólo una lucha por dotar de dignidad a los seres humanos. No sólo es una lucha por los derechos humanos. No sólo es una lucha por la fraternidad. Es una lucha contra el sistema neoliberal, contra la indignidad de los números y las estadísticas antes que las personas. Para los neoliberales no somos más que un gran Big Data, sin embargo, las Malenos del mundo nos muestran que no, que somos seres humanos, con dignidad y sin deseos de estar alienados, ni ser explotados. Que aún hay esperanza para millones de personas.