Tal vez los dirigentes de Ciudadanos no serían los ejemplares que hubiese utilizado Theodor Adorno para sus investigaciones sobre la personalidad autoritaria, pero demuestran ciertas patología autoritarias con todo el caso del Máster de Cristina Cifuentes. “Lo que resulta patológico hoy bien pudiera llegar a ser, bajo condiciones sociales cambiantes, la tendencia dominante mañana” decía el pensador de la Escuela de Frankfurt, y las manifestaciones de los dirigentes naranjas, en algunas ocasiones, dan miedo. ¿Por qué se preguntaran? Por su total desprecio por las reglas democráticas, el respeto a las decisiones soberanas de los demás y por el peligro del populismo que destilan por todos sus poros, por si les parece poco.
Antes de ayer Albert Rivera amenazaba, como bien le criticó M. Rajoy, con quitarle la Comunidad de Madrid al PP si no ejecutaban a Cifuentes. A ser posible al amanecer del día siguiente. Pedir la dimisión, no es lo mismo que amenazar. Aunque pueda parecer un ardid político más, de los que se usan en el día a día de esta sociedad del espectáculo, la amenaza no sólo era por un cambio de gobierno, que es lo menos, sino el típico del matón de barrio que va amedrentando a los demás. Y no es la primera vez que lo hacen, Susana Díaz, Rajoy, Cifuentes, Pedro Antonio Sánchez y otros dirigentes políticos ya se han visto ante las amenazas de Ciudadanos. Ni Podemos, al que califican de radical, ha llegado a esos extremos. Para Ciudadanos la política se convierte en matonismo cuando la contingencia no cuadra con sus deseos. Pero este matonismo demuestra una carencia de ética completa. Sólo se mueven por intereses electorales. Y esta vez la encuesta encargada por el populismo naranja debe haberles dicho que quedarían muy mal.
Immanuel Kant, como símbolo de comportamiento ético, no existe para Ciudadanos, ellos son más de antagonismos y de bajar la cabeza a las órdenes y deseos del establishment. Pero es que tampoco respetan la democracia, ni la soberanía popular, ni lo que se dice en negociaciones. Comenzando por esto último cabe recordar que los dirigentes naranjas han ido contando que en el PP, otro partido distinto al suyo, ya estaba barajando nombres para sustituir a Cifuentes. ¿Qué respeto se mantiene al otro cuando se cuentan sus miserias? Pero es que no sólo quieren decidir que haya cambio sino que incitan a poner a alguien que les pueda parecer bien. Así, José Manuel Villegas ha manifestado que “la pelota está en el tejado del PP: o pone a un candidato limpio que esté al frente del Gobierno de Madrid de forma interina o aguanta a Cifuentes y pierde la Comunidad”. La frase se las trae si se lee con detalle. Piden los populistas de la derecha española que el “candidato sea limpio”, esto es, se establece una sospecha sobre todos los diputados y diputadas de la Asamblea de Madrid (los únicos que puede optar a presidir la comunidad). Es obvio que hay dos sobre los que “sobrevuela” una posible imputación, pero el resto ¿no son limpios según el parecer de Villegas?
La dicotomía que establecen de manera amenazante, introduce además un desprecio total por la democracia y la soberanía popular de la ciudadanía madrileña. Fíjense en la sutileza de esta parte de la frase “esté al frente del Gobierno de Madrid de forma interina”. ¿Qué significa la interinidad? Si aún queda más de un año para que se produzcan las siguientes elecciones, será presidente o presidenta durante un año, con capacidad ejecutiva plena. El desprecio hacia los votantes del PP, especialmente, es notable. Ahora resulta que la persona a la que han votado millones de madrileños, es un interino. No hay mayor desprecio hacia otra persona que ejerce una función pública derivada de la soberanía popular manifestada por el voto. Porque, en el fondo, el poder que tiene en la actualidad el PP es suyo ya. De momento, piensan en Ciudadanos con una soberbia típica de los caracteres autoritarios, el PP ejerce el poder que les está destinado a ellos. No sólo porque lo digan las encuestas, sino porque el signo de los tiempos (no se atreven a mencionar el espíritu hegeliano) les encamina a su destino, sumar el poder político al poder económico del establishment. Ellos y ellas, los más listos y preparados de la historia de España. Así se ven en su fuero interno y, a veces, se les escapa de forma subliminal.
¿No lo creen? Lean esta frase de Villegas: “Los viejos partidos ensucian lo que tocan, como instituciones, cajas y universidades, pero ya se ha terminado esa forma de hacer política gracias a Ciudadanos”. No sólo es el cuñadismo típico del populismo cañí, sino que hay mucho mesianismo en sus palabras. No sólo todo lo malo se acaba gracias al partido naranja, sino que la izquierda radical (esa a la que jamás darán el gobierno, que también lo han dicho estos días) está controlada gracias a su existencia y avance social. Algo parecido pensaban en la creación de Falange. Una democracia orgánica de técnicos, profesionales y personas de los grandes lobbies económicos es lo que promete Ciudadanos. Una democracia donde no cabe más que la verdad que ellos encarnan. Los partidos viejos son el cáncer a erradicar, y la izquierda radical el mal al que combatir. Y tienen la cara dura de acusar a Podemos, por ejemplo, de hablar del antagonismo amigo-enemigo.
Carentes de la más mínima ética, de cualquier tipo de humanismo, Ciudadanos se han convertido en el partido, del establishment, que determina qué es lo correcto o lo incorrecto. Con amenazas, desprecio por la soberanía popular (ellos son más de la voluntad general de las encuestas que les fabrican) y un mesianismo peligroso. Tan peligroso que rememora autoridades autoritarias. Sólo piensen en cómo califican a los independentistas, o cómo Juan Carlos Girauta va dando lecciones a todo el mundo, o cómo piensan elegir ellos a la persona que sustituya a Cifuentes. Y claro, en el PP pueden estar agobiados por otro escándalo que les salpica, pero igual prefieren quemar las naves y que se vea el verdadero rostro de Ciudadanos: una faz poco democrática. También supone una falta de respeto a Ángel Gabilondo, al que se desprecia como candidato. Pero esto no lo dicen porque ellos no querrían al PSOE en el gobierno, prefieren al PP, y más con un candidato que igual no compite en las elecciones, para seguir sumando votos. Lo de la ética ni aparece, o ¿les han escuchado hablar de ella durante estos días?