Los pájaros tirándose a las escopetas podría ser un buen titular para la pelea entre la Junta de Andalucía y la administración Trump. El consejero de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural, Rodrigo Sánchez Haro, ha calificado la política del presidente de los EEUU de “radicalidad proteccionista”, en referencia a los aranceles que han marcado desde Washington sobre la aceituna negra de mesa. Donald Trump entiende que hay una práctica de dumping y subvención de los productos agrícolas europeos que perjudican gravemente la producción propia. Obtener gran parte de su victoria en los Estados Unidos profundos, los más agrícolas, bajo el eslogan de “America first” trae estas consecuencias para el comercio internacional allí asentado.
Quieren en la Junta de Andalucía que el capitalista Trump cambie su sentido proteccionista por uno librecambista. Quieren que sea un liberal del siglo XIX, hijo adoptivo de Adam Smith, y que deje pasar libremente los productos andaluces, especialmente la aceituna negra. Un producto que los estadounidenses son incapaces de generar en cantidad suficiente y con la calidad que ofrecen los “subvencionados” agricultores españoles. Dice Sánchez Haro que el sector de la oliva negra de mesa es un sector que “ha cultivado su prestigio internacional sobre la base de la excelencia de sus productos, el alto conocimiento del comercio exterior y su decidida y reconocida apuesta por la innovación, la calidad y la seguridad alimentaria”. Todo ello gracias a diferentes subvenciones que les han permitido avanzar desde un cultivo primitivo a uno propio del siglo XXI. Es a esa subvención, que en el caso de EEUU no existe, a la que hace referencia la administración Trump para imponer aranceles del 34,75% (20% antidumping y 14,75 antisubvención). Son liberales y quieren que en lo referente al comercio agrícola todos compitan en las mismas condiciones.
El consejero ha puesto por delante la defensa de un tejido de 16.000 explotaciones, 95.000 hectáreas (80.700 en la provincia de Sevilla) y 300 empresas (206 entamadoras, el 54% del total nacional, y 106 envasadoras) con las que Andalucía lidera las ventas de aceituna negra española, con un 77% de la producción nacional, y que, tras ser capaz de exportar por valor de 70 millones de euros a Estados Unidos, «se enfrenta a la práctica expulsión del mercado norteamericano». Las pérdidas, de mantenerse las sanciones, «ascenderán a 350 millones de euros en cinco años, el doble, 700 millones, si se prorrogan durante un lustro más», una posibilidad que permite la normativa norteamericana. Y eso supone un riesgo que no quieren correr. Claro que si las empresas son tan innovadoras como dice el consejero no hay nada mejor que buscar nuevos océanos azules donde comerciar.
La amenaza, que, según ha expuesto Rodrigo Sánchez, «obligará a la producción a encontrar espacio en los mercados existentes, con efectos imprevisibles en el precio global», no se limita, no obstante, a la oliva. Para el titular de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural, ésta es solo la primera de una larga lista de alimentos amparados por un sistema público de ayudas europeo reconocido por la Organización Mundial del Comercio (OMC). «La competitividad sin parangón de nuestra aceituna la ha convertido en chivo expiatorio, en cabeza de turco de la práctica ciega, torpe y cortoplacista de un proteccionismo extremo que siglos de historia señalan como un arma de doble filo y con efecto boomerang».
El primer frente ha derivado en la respuesta a cinco exhaustivos cuestionarios, con requerimientos de información detallada sobre las ayudas al sector, la revisión y estudio de 168 empresas investigadas y el análisis de 758 expedientes de subvenciones de tres marcos normativos diferentes de la Política Agrícola Común (PAC), desde 2000 a 2020, sin olvidar el asesoramiento a los juristas contratados por las empresas afectadas. En cuanto al segundo pilar, el consejero ha insistido en que el Gobierno andaluz, con la presidenta, Susana Díaz, a la cabeza, ha reclamado una defensa comunitaria enérgica y ha dado la voz de alerta contra un peligro que «acecha tanto a nuestro sector agroalimentario como al modelo de los fondos europeos en su conjunto».
Piensan pelear contra Trump todo lo que haga falta, por ello el consejero ha abogado por que la Comisión Europea eleve el caso a la Organización Mundial del Comercio, en la medida en que «la violación de sus reglas por parte de un país no puede quedar impune», y arbitre medidas compensatorias ante los efectos del cierre del mercado. «Estamos ante una clara campaña de acoso basada en una denuncia oportunista que responde a la incapacidad de competir por medios legítimos y que aprovecha un proteccionismo del Gobierno estadounidense que ya le pasa factura. En definitiva, ha concluido Rodrigo Sánchez, es «un atentado en toda regla contra las más elementales normas del comercio justo, la convivencia internacional y las convenciones adoptadas por los Estados civilizados». Pero no es esa la visión de EEUU y los librecambistas neoliberales que están contra las subvenciones de cualquier tipo.