Cuando todo el mundo esperaba que la supina estupidez del presidente del PP tocase techo en algún momento, parece que se ha impuesto el batir todos los registros anteriores y llegar al límite jamás alcanzado por ser humano alguno. Podría haber deseado ser el primer ser humano en llegar a Marte, algo que hubiese provocado que estudiase, pero no, quiere que en los diccionarios del futuro junto a la palabra nesciencia aparezca su cara. Pablo Casado es puro estrambote, puro reflejo de los espejos del callejón de Álvarez Gato, pura idiotez hecha persona, con el añadido de mostrarse orgulloso de ello. Si la política española muestra una clara decadencia en las personas que representan la soberanía nacional, con seres ególatras y/o paniaguados de la política, el presidente popular aparece como lo más bajo a lo que puede llegar la condición humana en política. Ni muestra capacidad alguna relativa a los supuestos títulos que ostenta; ni muestra racionalidad alguna que lleve a pensar en él como alguien guiado por las buenas razones; ni muestra la más mínima humanidad, capacidad ética/moral; ni se le atisba una fundamentada ideología a la que aferrarse; es simplemente un producto desechable de la política espectáculo.
Tras esta perorata introductoria se preguntarán ¿qué ha dicho el prenda en esta ocasión? Ni más, ni menos que comparar el decreto del estado de alarma con el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, cuando justo contaba con 22 días de vida. El mitomaníaco ha dicho no recordar qué sucedió con precisión en aquella fecha, lo cual es obvio pues casi ni veía y se guiaba por otros sentidos (no el arácnido no lo ha tenido nunca). La forma de decirlo es lo que lleva a la gran impostura pues da a entender que algo de memoria tiene, como si hubiese vivido aquella tarde-noche en sus propias carnes. Con suerte lloró más de lo habitual pidiendo teta o biberón en Palencia, pero por mucho que se estruje las meninges no recordará nada. Por suerte no ha dicho que recordaba todo, pero lo curioso es que ha acabado comparando los tiros en el techo del hemiciclo, reservorio de la soberanía patria, los tanques de la Acorazada Brunete, la toma de RTVE y los tanques con su estado de sitio paseando por las calles valencianas con el decreto de alarma. O lo que es lo mismo ha comparado a un tanque con un decreto ley, dejando en mal lugar al decreto ley que es lo que asombra más. Nesciente a más no poder.
Le molesta que le digan a qué hora puede pasear con su mujer, pero no que un general saque los tanques a la calle y un guardia civil tome a la clase política en su práctica totalidad de rehenes. Se puede ser cafre en alguna ocasión, incluso cometer un error llevado por los efluvios del vino, pero decir algo así sereno y consciente es de persona normal para abajo. La comparación en sí ya es odiosa, pero en su cabeza no podía sonar ni bien salvo que sea realmente un dictadorzuelo o una persona que debería estar en algún centro psiquiátrico tratándose de alguna dolencia. Eso o que directamente es muy miserable al comparar un golpe de Estado fascista (con Juan Carlos de Borbón al fondo moviendo los hilos) con una pandemia mundial con miles de muertos. Es un insulto permanente a esas víctimas por las que dice sentir dolor. Las pisotea a cada momento en cuanto tiene que actuar porque los neofascistas han montado una algarada. Por cierto bien callado que estuvo el sábado pasado.
De todas formas no tiene razones para quejarse por los horarios para pasearse con su pareja pues ha debido verla poco o nada. Todos los días, salvo algún festivo, ha estado en su despacho (pagado en B) de la calle Génova, o ha estado en el parlamento, o a estado visitando una explotación ganadera, o ha estado visitando un hospital, o ha estado en el acto del 2 de mayo, o ha estado en la celebración de san Isidro, o ha estado en cualquier sitio menos en su casa. Igual por esto no tiene conciencia de lo que ha significado el confinamiento, porque él se lo ha estado pasando por el forro día tras día. Más curioso es que él apoyó con su voto el estado de alarma primigenio que confinaba a las personas, por lo que si le molesta o bien no sabía lo que votaba, o bien es una ruindad más de corta vida como primer dirigente del PP. Lo peor es que las personas que le apoyan deben pensar de forma parecida, al fin y al cabo los golpistas “eran de los suyos” y les debió parecer hasta normal. De ahí que ahora propongan un golpe de Estado que quite a Pedro Sánchez y ponga a una “personalidad técnica”, que podían haber dicho un “cirujano de hierro” para ser más acordes con la tradición de la derecha española. Y ¿con este ser quieren los empresarios que el PSOE monte una gran coalición?
Desde hace ya demasiado tiempo las derechas han llevado al barro cualquier atisbo de debate politico, hoy imposible en España pese a la que está cayendo. Quieren tumbar al Gobierno de coalición como sea. Sí, como sea. El retrato podría parecer duro e irónico en una lectura superficial. Pero es fiel y terriblemente triste.
Pues precisamente no veo talla política ninguna en Pedro Sánchez, que suele huir de los debates cara a cara y se limita a pactar lo indecible con independentistas y radicales de izquierda con tal de mantenerse en el poder y sin intención alguna de dialogar con la oposición, sino solamente de arrancarle un cheque en blanco o acuerdos puntuales que luego deja inoperativos con otros que resultan ser contradictorios como los establecidos con Ciudadanos.