Pool Moncloa

Algo se está moviendo en las oscuras sombras del establishment económico-político de España. Nada de lo que aparece en los medios de comunicación de los últimos días es casual, gratuito o producto de la aleatoriedad pandémica. Las cartas se están poniendo encima de la mesa y las presiones están llegando a quienes tienen que llegar para que el plan maestro diseñado por la clase dominante tome forma de una vez por todas. Al precio que sea siempre que las cuentas de resultados de la CEOE/Ibex-35/Poder económico cuadren. Cualquier precio será aceptado para lograr lo que han dicho con claridad: la Gran Coalición. A ello súmenle las presiones del imperio germánico, ese IV Reich en que se ha convertido la Unión Europea, para que llegue dinero a cambio no tanto de ajustes económicos austericidas como de ortodoxia económica en el corto y medio plazo. Ya saben que ortodoxia económica es neoliberalismo económico y entrega de la soberanía española a las grandes corporaciones. Esto está ahí y lo pueden leer en todos los medios de comunicación, si es que no se entretienen con la política espectáculo habitual, que como saben es un mecanismo de oscurantismo.

La jugada no es solamente a una banda, como el mal jugador del billar español, sino que es múltiple y se tienen que producir varios cambios a todos los niveles. Desde el presidente del Gobierno a la dirigencia de la oposición de derechas. ¿Qué es lo que quieren en la clase dominante? Que Pablo Iglesias salga del Gobierno más pronto que tarde. Y con él Irene Montero, Alberto Garzón y, seguramente, Manuel Castells (aunque la patronal de la educación superior privada ve en él a alguien que ayudaría a proyectarles a nivel europeo). Como pueden comprobar no se ha citado a Yolanda Díaz y ello es porque no hay disgusto con su actitud y trabajo ministerial dentro de la clase dominante. Ni en el PSOE, por cierto. De hecho cabe recordar que ya advirtió que no se podía derogar la legislación laboral del PP y que habría que ir quitando de aquí y de allí artículos, primando siempre el diálogo social (Gobierno, Sindicatos y Patronales). Es más, la ministra se ha mostrado bastante enfadada por el acuerdo con EH Bildu en el que se pedía la derogación de la reforma popular. Un acuerdo que ha sido como una bomba de neutrones dejada caer en Moncloa (otra jugada fallida de Iván Redondo) y que ha abierto las “gargantas profundas” del poder monclovita. De un lado y otro, por cierto. Cuando antes ni confirmaban, ni desmentían un rumor, ahora hay predisposición al comentario.

¿Quiere esto decir que Pedro Sánchez está pensando en deshacer el Gobierno de coalición? No, de momento no tiene ese pensamiento. De momento porque no todo es como quisiera la clase dominante y el IV Reich alemán. Los barones socialistas se han quejado por las dádivas concedidas a los vascos cuando sus arcas están tiesas por haber gastado el dinero en la necesaria crisis sanitaria. Y por las que se ven en lontananza a los, ahora no tan amigos, de ERC para estabilizar las bases del débil gobierno. Lo de la derogación en sí ha sido la simple excusa de unos y otros para intentar dinamitar el gobierno de coalición. Saben que en su tramitación parlamentaria, pues es necesaria una ley orgánica, aquello quedaría en lo que Díaz y Nadia Calviño han comentado en infinidad de ocasiones. En la CEOE tienen garantizado que no habrá cambio legislativo sin diálogo social, pero están cansados de Iglesias y los suyos “hagan populismo barato cuando hay tanto en juego”, dicen en los mentideros empresariales. Por eso el editorial santanderino de El País, donde Iglesias no es que tenga muchos amigos (sólo hay que leer las filípicas de Javier Marías cada domingo). Desde el BOE socialdemócrata, al menos lo era hasta hace bien poco, se ha lanzado la advertencia. Luego han querido colar que si Felipe González estaba detrás de todo cuando la realidad es que bastante preocupación tiene con no pillar el virus y engrosar la lista de presidentes enterrados. Los accionistas del periódico mandan mucho más para esas cosas no se equivoquen. Advertencia para que, como dicen fuentes de Moncloa, “Iglesias deje de hacer política espectáculo de facultad y se ponga a las cosas de gobierno de mayores”. Porque en Moncloa están cansados de los anuncios del vicepresidente segundo que ni se han debatido entre ministerios o con la sede central del Gobierno. Advertencia a Sánchez desde el poder económico (también con llamadas telefónicas directas) para que advierta a su vicepresidente en esos desayunos conjuntos que tienen.

¿Cómo llegar a la Gran Coalición entonces? La realidad política española está tan enrevesada que no es discernible que Sánchez acabe aceptando dejar a Iglesias para poner a su lado al sinsorgo y nesciente Pablo Casado. Más cuando desde el BOE del PP, El Mundo, ya se están lanzando los ataques a Inés Arrimadas para señalarla y que así Ciudadanos desaparezca. El problema es que la andaluza tiene apoyos mucho más firmes en el establishment económico que el estólido popular. Y lo que le quiten por un lado se lo darán por otro o quitarán la publicidad y el medio desaparecerá. Arrimadas es clave en esa gran coalición que piden desde la clase dominante porque supone una especie de equilibradora de PSOE y PP. Si Sánchez aceptase algo parecido a lo que piden los poderosos tendrían que entregarle la cabeza de Casado (y todos sus colaboradores) en bandeja de plata. Poner a cualquier otro, con algo de cabeza eso sí, para poder garantizarse que nadie acaba pagando los platos electorales por esa coalición. Claro que esto es mucho suponer porque Sánchez, salvo que vea peligrar su propio cuello, no podría convocar elecciones con toda la prensa en su contra y con los jefazos de la UE en su contra señalándole (y sin fondos de salvación), no moverá un dedo en ese sentido. De hecho ha salvado la dimisión de Calviño y las ganas de otros ministros y ministras “más socialistas” por la situación en la que se está. Sabía que metía a la Troika en su Gobierno desde el primer día, pero no esperaba, según dicen en Moncloa, que Iglesias se pasase el día haciendo de gobierno y oposición  al mismo tiempo. O soplar y sorber a la vez.

¿Pasará algo como lo que están promoviendo desde el poder económico? No. Eso no conocer a Sánchez o a Casado. Para que funcionase algo parecido a lo que tienen en mente deberían acabar con los dos políticamente. Y con todos los que les rodean pues quienes están en su círculo cercano son verdaderos creyentes en lo que se hace. Adriana Lastra ejecuta con dureza todo lo que le pide su jefe. Lo mismo hace Teodoro García Egea. Tanto dentro como fuera de los respectivos partidos son el brazo ejecutor de ambos dirigentes, por eso es gracioso leer que Sánchez salva la cabeza de Lastra, cuando ni ha estado en juego. Todo dirigente necesita esbirros y esos son perfectos. ¿Qué es lo más probable que pase? Que se acaben convocando elecciones por un clima sumamente enrarecido y sin apoyo del PNV o ERC para unos presupuestos generales que ya eran urgentes hace un año y hoy son la clave de bóveda de toda la arquitectura gubernamental. Sánchez sabe que no puede aguantar más sin presupuestos (súmenle las numerosas exigencias europeas) y antes que desprenderse de Iglesias acudiría a elecciones en el convencimiento de ganarlas sobradamente. Eso al menos le dicen Redondo y el de las llamadas a líneas eróticas. Iglesias, por su parte, deseando que se rompa para justificar su discurso de contrapoder. Las fricciones dentro del Consejo son cada vez mayores entre lo publicitario y lo que es posible materialmente, incluso dentro de los propios partidos empieza a haber hartazgo entre unos y otras. Así están las cosas según cuentan en los mentideros económicos, Moncloa y aledaños.

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