Si a alguien le quedaba alguna duda sobre la filiación comunista del ministro de Consumo, Alberto Garzón, con el mensaje que ayer dejó (en forma de favorito/faveo) en las redes sociales queda claro que le queda la pegatina que le dieron al ingresar en el PCE. Y ya. Para alguien que se permitió el lujo de escribir un libro explicando “Por qué soy comunista” no hace tanto tiempo, el cambio de chaqueta ha sido rapidísimo. Bueno, si alguien se ha molestado en leer el libro, como es el caso, verán que más allá de copiar a Perry Anderson, dejar cuatro citas por aquí o por allí, hacer mucho uso del idealismo empirista –contra el cual prevenía Karl Marx en La ideología alemana (de primero de marxismo)- hay poco comunismo en el texto. Lo podría haber firmado el Alfonso Guerra del Programa 2000.
Estar en un gobierno donde eres minoría ideológica, numérica e intelectual –todos y todas tienen más títulos y más experiencia que él- no empece para esconder los propios postulados ideológicos. Te puedes callar por respeto a los demás integrantes; puedes hacer ver que en ese tema no estás de acuerdo por ideología y exponer tu opinión; o puedes rendirte al atlantismo, al imperialismo, al IV Reich alemán y mostrarlo públicamente con un apoyo a un mensaje de Branko Milanović –el nuevo economista de cabecera de la progresía estadounidense-. De esas tres posibilidades Garzón ha escogido la tercera. Sí, ahora el ministro de Consumo, apoyando la causa del cierre de prostíbulos pero no legislando contra ello –la muchachada de IU apoya la legalización de la prostitución-, se ha unido al coro imperialista y atlantista. Ha pasado de criticar la política de injerencia de EEUU y su brazo armado la OTAN a entregarse a esa injerencia y ese brazo en Bielorrusia. Debe haber algo en los ministerios, el agua o el papel higiénico, que a los izquierdistas amansa hasta el punto de hacerlos casi de derechas. Le ha ocurrido en el pasado a gente como José Luis Corcuera y ahora parece que le ocurre a Garzón.
Los críticos a su gestión, esas mismas personas que le califican de enterrador, dirán que ya habían avisado de que era un comunista magufo, de mentirijillas, un simple aprovechado cuya misión era y es dilapidar Izquierda Unida. Camino de ello va, hay que ser realistas. Pero dándole un cierto margen de confianza cabe preguntarse ¿realmente piensa que la OTAN y la UE están haciendo lo correcto en el fomento de la causa de cuatro opositores que han perdido unas elecciones de las que no se presentan pruebas de fraude? Es que ya conocemos como funcionan las agencias de información, que ayer Navalny en Rusia había sido envenenado y ahora dicen los médicos que no hay rastro de veneno en su cuerpo. Como se advertía ayer mismo en estas páginas electrónicas, los medios suelen vender mucha mentira cuando quieren acabar con algún gobierno, especialmente de la parte oriental de Europa.
Si piensa que sí tienen derecho a esa injerencia ¿por qué lo cree? No encontrarán respuesta porque estará repensando la izquierda y eso lleva mucho desgaste. Ahora bien, si realmente fuese un lector ávido de cuestiones y autores marxistas, habría podido encontrar en Domenico Losurdo –por no remontar la cuestión hasta el propio Lenin- una clara lucha antiimperialista en los postulados del marxismo oriental, donde los marxistas rusos, chinos, vietnamitas –Hồ Chí Minh se educó en Francia por si no lo sabían-, así como buena parte del marxismo americano, tenían presente que la liberación no sólo era del capitalismo sino, incluso en un primer estadio, de las potencias imperiales, sean Francia, Gran Bretaña, Japón o Estados Unidos. Garzón sigue la lógica liberal de llevar el capitalismo junto a la democracia burguesa a todo el orbe. Esto lo piensa porque teleológicamente entiende que el destino es que tras la implantación del capitalismo y la democracia liberal llegarán las contradicciones del sistema y la revolución. Un error evolucionista del primer Marx –y mucho de Engels- como ha demostrado el devenir histórico. Claro que como tampoco ejerce la filosofía de la praxis… ¿qué le queda, incluso, de marxista para decirse comunista?
Lo más curioso, y por ello no ha salido pregonando su “faveo” a Milanović –quien es muy amigo de Toni Roldán ex de Ciudadanos-, es que el PCE ha salido a defender la no injerencia atlantista y unioneuropeista (que son lo mismo casi). Como han hecho la mayoría de partidos comunistas de la Europa Oriental (como pueden ver en el comunicado del tuit de más arriba) y la mayoría de los americanos. Tampoco es que el secretario general del PCE, Enrique Santiago, esté en una posición cómoda. Además de actuar como el guardés de Iglesias, tiene que lidiar con la defensa que ha realizado Podemos de la injerencia atlantista en Bielorrusia, mientras que el partido que supuestamente dirige no. ¿Sorber y soplar? Porque deberían explicar cómo se puede protestar contra el fascismo en España –ese que acosa a la pareja dirigente-, lo que está bien, y a la vez se apoya a los grupos nazis que están luchando contra Alexandr Lukashenko en Bielorrusia, mientras el PCdB, principal partido de la oposición, no apoya las algaradas financiadas por la UE-IV Reich con 53 millones de euros –por cierto, para esto la liga hanseática no ha puesto ninguna pega de entrega de dinero a fondo perdido-.
Demasiadas contradicciones para quienes están felices porque desde la extrema derecha, los medios cavernícolas y demás voceros del imperio les dicen comunistas. Y el comunismo o el socialismo, como tantas otras cosas en la vida, parafraseando a Sartre y a Marx no se dice, se hace. Es la práctica, la acción sobre la materialidad de la existencia, más allá de la lucha de clases en la teoría que defendiera Althusser, lo que hace a una persona socialista o comunista. Un tuit no te hace comunista. Escribir un libro, casi menos cuando se lee. La filosofía de la praxis exige acción, con análisis sí, pero acción, actividad real, arrancando lo que se puede al sistema también, pero no entreguismo atlantista. No se han percatado que el significante “comunista” no es utilizado con un significado positivo o real, lo usan como intento de captar cierta parte del inconsciente colectivo de tantos años de propaganda imperial y, por qué no decirlo, como burla al final. Estar al lado de los agentes del Imperio igual no es buena idea para llegar a la vía socialista, al menos. Es un hecho comprobado históricamente. Claro que para entender eso igual hay que repensar menos y pensar de verdad.