El director de Diario 16+, José Antonio Gómez, profetizó hace ya unos años en un libro (El líder que marchitó la rosa), en cuanto se hizo con el poder (la primera vez), que lo de Pedro Sánchez iba a acabar mal. Por el camino destruiría el PSOE. Cualquiera que conozca al presidente del Gobierno de hace años, algunos desde hace treinta años, sabe de qué pie cojea y cual es su pelaje. Formó parte de los seres sin escrúpulos de los Renovadores por la base de José Luis Balbás. Con eso poco más cabría añadir. Todos los que han salido de ese redil tienen un perfil similar. Los menos capaces matan por un carguito con el que seguir chupando de la teta pública, los más aparentes intentan colocarse, bien en gobiernos, bien en empresas vinculadas a lo público.
El lunes, Bieito Rubido —que como saben los lectores habituales de este espacio diario, no es santo de devoción de quien esto escribe—, en una charla de la pseudotelevisión de su periódico, dijo que Sánchez iba a tener un final trágico. Desde el PSOE salieron como toro manso que pone los cuernos por delante contra el director de El debate. Le tenían ganas porque es de los medios que más ha publicado sobre el hermano de Sánchez (por cierto el hermano no ha denunciado en el juzgado nada, igual porque vive en Portugal y desde allí no puede), algo que aquí se calificó de asqueroso. También tiene entre sus columnistas a algunos que hablan de doctor cum fraude, o doctor sin más pero con retintín.
Esto es superior a las fuerzas del presidente y mediante ese mensaje en redes sociales lo que se intentaba era lanzar a las masas contra Rubido. De hecho ayer, cosa poco habitual salvo cuando se hacen críticas al Real Madrid o Florentino Pérez, esta columna recibió más comentarios de lo habitual. Hoy tiene la segunda taza para que la disfruten. Han sacado a las masas sanchistas, especialmente a las inconscientes, a las redes para señalar, como hacían los más tontos de los nazis (o tontos al cuadrado), a quienes señalen verdades como que la esposa firmó papeles para empresas que han obtenido dineros —reprobable éticamente, si se tiene ética, claro—, o sus reuniones con personas que han quedado recogidas en conversaciones telefónicas. No bulos sobre su sexo, ni hablar de las saunas del padre, ni cosas por el estilo, las cuales son asquerosas, sino de hechos probados que impelen a un planteamiento ético de la cosa pública. Como por aquí se ha leído a Gustave Le Bon, a Sigmund Freud, a José Ortega y Gasset, a Elías Canetti, o a Serge Moscovici, pues esas cosas de las masas furibundas ya se sabe cómo acaban. Por cierto, el doctor de la Moncloa no ha leído a esos autores.
Tragedia en tres actos
¿Va a terminar Sánchez su vida política de manera trágica? Tiene toda la pinta que sí. ¿Quiere esto decir que será un final luctuoso? Como ser humano no tiene porqué, como político apunta a que sí. Cualquier antropólogo conoce que las historias de los héroes o de los regentes no siempre acaban bien. De hecho, por aquello de la totemización y la generación de tabúes en ciertas tribus, suelen acabar mal esas historias. Aquí sí de manera luctuosa. Si pensamos en Prometeo como un héroe, acabó en una roca con un águila (según algunas tradiciones) picoteándole el hígado durante las horas de sol. Si se piensa en Héctor o en Aquiles, ya saben. Ulises u Odiseo acabó medianamente bien, pero pasó por una verdadera Odisea para acabar tranquilo en Ítaca junto a Penelope. Hay diversos finales pero en todos se destaca el pecado de la hybris, que es lo que Sánchez lleva ejercitando desde que ascendió a secretario general del PSOE. Prepotente como él solo.
Primer acto
Piensen que al poco de llegar a la secretaría general lo primero que hizo fue cargarse a Tomás Gómez por un bulo y, de paso, llevarse por delante a toda la federación madrileña, esa que tan poco le había querido y apoyado. A él, que es la encarnación del progreso. Luego ya se conoce el camino seguido, a por los barones y a impedir que nadie pueda, incluso, replicarle en un debate ideológico… Por cierto, es paradójico que quien dice defender la libertad de expresión la tenga clausurada dentro de su partido (lean el reglamento interno aquellos que quieran hacer críticas). Sánchez quiere tener él la libertad, junto a su homínido (sin saber todavía qué especie) preferido, Óscar Puente, pero no que usted la tenga, salvo que sea para alabarle.
Segundo acto
El camino que ha tomado de mentir constantemente para salvaguardar sus posaderas políticas, incluso llegando a bordear o traspasar los límites éticos y constitucionales, ya le había granjeado un distanciamiento de la ciudadanía. Cierto que vituperarle viene derivado de la máquina de las tonterías de la pocilga madrileña, pero los números indican claramente que el PSOE va hacia abajo. La pérdida del poder territorial, cogido con alfileres en muchas comunidades y municipios, ha hecho daño. Bastante daño en aquellos que, habiendo hecho las cosas medianamente bien, han visto que por culpa de los pactos antinaturales de Sánchez se han quedado sin sueldo.
Situarse ahora muy por encima del partido y obligar a seguirle en su cruzada hacia ninguna parte, como muestra la prensa internacional, incluyendo la “progresista”, es el camino más rápido hacia la casi desaparición del PSOE. Miren lo que ha ocurrido en Francia a causa de todos los pedrossanchez que han pasado por la cúpula dirigente. Como ha situado a casi todos a dedo en los puestos más rimbombantes (desde diputados a ministerios o listas europeas y autonómicas) que tienen un sueldo bueno, están callados y unidos a quien les mantendrá el sustento. Pero si el sustento mengua y la continuidad no queda asegurada, porque quien venga detrás va a hacer limpia de corrales, no sería extraño que llegasen los idus de marzo desde su propio equipo.
Y tercer acto
Va a acabar mal porque con toda esta retórica populista, llena de tics autoritarios, no cuela más allá de las fronteras patrias. Antes todo el mundo pensaba que hacía esto o aquello porque se estaba buscando un cargo para cuando abandonase. Hoy va camino de que de igual lo que haga, no habrá cargo al que optar, salvo si se hace un Rodríguez Zapatero trabajando para gobiernos iliberales de sudamérica o de Asia. Y esto con dudas porque va a pisar demasiados charcos en su cruzada contra el periodismo libre y la libertad de pensamiento. Al bulo se le combate en el juzgado, se sea presidente o chusquero. No hay más. Eso se llama igualdad. Porque ¿qué tipo de ley antibulos va a sacar? ¿Será para cualquier ciudadano o solo para la clase política?
Lo que viene diciendo en los medios “amigos”, además de pobre intelectualmente, casi al nivel de Díaz Ayuso, está centrado en una elite: la clase política. No le interesa el bulo que se pueda difundir en redes contra ciudadanos corrientes o empresas. Eso no existe porque él se sitúa por encima del bien y el mal y lo que le preocupa es lo suyo y lo de sus colegas de insulto. Porque Sánchez no puede dar lecciones éticas al haber sido él mismo un propalador de bulos y ataques a otros políticos y familiares. Ya se comentó aquí cómo fueron a por el hermano de Emiliano García Page. Pero también intentaron sacarle cosas a familiares de otros cargos no afines, como el marido de Susana Díaz.
Todo esto va a provocar que acabe de manera tràgica. Apestado entre su propia población —Richard Nixon fue un apestado en los años que aguantó después del Watergate— y con colegas europeos que le abandonarán en cuanto no tenga poder. Igual Von der Leyden sigue llamándole, vaya usted a saber para qué (guiño, guiño). Un final trágico y luctuoso como político, no como ser humano. Un PSOE destrozado, donde se recordará ese destrozo por décadas, y él una carrera de lisonjas y prebendas postpresidenciales arruinada. Los contactos que ha hecho su esposa, gracias a ser su esposa, igual les sirven para llevar su vida de pijos, de izquierda caviar, de burgueses bohemios. Una tragedia. ¿Piensan realmente que alguien va a querer juntarse con este señor después de abandonar la presidencia? Igual Pablo Iglesias en su bar. Aunque no cabría nadie más en la tasca debido a tan enormes egos.