Liberalio: «Dícese del que es liberal un rato, para algunas cosas, pero realmente es del poder. Aplicable a personas y medios de comunicación».
Sorprende mucho la desfachatez de algunos medios de comunicación y algunos pseudointelectuales al quejarse de la capacidad de emprendimiento de la esposa de Pedro Sánchez. Una mujer que tras pasar un tiempo explotando trabajadores (5 euros la hora a trabajadores cualificados), pasó a dirigir un gran centro de una Escuela de Negocio, ha ayudado a diversas empresas y, ahora, ha creado su propia empresa consultora para adaptar empresas a los Objetivos del Milenio o la Agenda 2030. Begoña Gómez es toda una emprendedora que no ceja en el empeño pese a fracasar en algunas aventuras.
Es el vivo reflejo de uno de los ideales de los liberalios. Empresas y poder. Cuando Florentino Pérez, cuyas empresas viven de los impuestos de todos, se reúne con Sánchez nada más ser elegido presidente por primera vez, ningún liberalio se quejó. El segundo invitado a la Moncloa tras George Soros y antes que la presidenta del banco de Santander. Es normal que un empresario que vive de lo público, aquí y en el extranjero, se reúna con quien tiene la llave del dinero. Así lo ven los liberalios. Los mismos a los que le parece mal que Gómez presente a ciertos empresarios a su marido.
No hay quejas cuando cualquier empresario se reúne con presidentes de gobierno, comunidades autónomas o ayuntamientos. ¿Qué buscan esas personas? ¿Trasladar su opinión sobre la situación de España o aportar soluciones? Eso normalmente se debería hacer a través de algún grupo o asociación, no individualmente. Cuando alguien se acerca al poder es para mamar del poder. No hay más. Los ronroneos de Pérez a Isabel Díaz Ayuso o José Luis Martínez Almeida no son por preocupación social, sino para sacar tajada. Que si hospitales que cuestan el triple, que si quedarse con la gestión de una instalación fantasma (Zendal), quedarse con un parqueadero público… Los liberalios lo aplauden y lo ven bien. Incluso lanzan campañas contra presidentes autonómicos que no tragan con esos juegos.
Si lo que hacen algunos está bien ¿por qué no lo puede hacer Gómez? No se quejaron de las empresas de los hijos de un expresidente del Gobierno en la ciudad que regentaba la madre. Eso es emprendimiento. No se quejan de los despachos de abogados montados o que contratan a altos cargos del Estado. Eso es emprendimiento. No se quejan de las empresas de los que consideran de los suyos, pero sí de los demás. El capitalismo parece ser que sólo puede ser hecho por unos cuantos. Y el capitalismo de amiguetes por muchos menos. A ver si se piensan que cualquier autónomo o empresario se puede meter a ello. Los faruscas no ofrecen alternativas.
Los liberalios, mientras hablan de reducción del Estado, están colocando familiares en lo público. O en algo vinculado a lo público. Eso sí, ven mal que lo hagan los demás, los que no son liberalios. Porque en realidad todos estos liberales de boquilla, como los marxista de boquilla, son los sustentadores del Estado Leviatán. Les encanta el poder. Mandar. Que estén a sus pies cuantas más personas mejor. Mangonear. Luego lo mezclan con toques conservadores o, incluso, socialdemócratas. Pero son amantes del poder… absoluto. Por eso no se quejan cuando los liberalios nombran jueces. Son una fracción dentro de la casta de la política.
¿Por qué se quejan cuando Gómez hace lo mismo que ellos practican constantemente? Carecen de escrúpulos y lo mezclan con una ética más falsa que una moneda con la cara de Cañita Brava. ¡Ojo! Los hunos y los otros. Gañines todos.