A-ba-ni-bi fue una canción que venció en el concurso de Eurovisión de 1978, cuando todavía se podía disfrutar de la música, gracias a Izhar Cohen y Alphabeta. Música pegadiza y con buen ritmo. Tanto para que acabase siendo una de las canciones del verano. Una y otra vez se escuchaba donde se fuese. Chiringuito, discoteca, fiestas de pueblo o la feria. Ya saben que la canción del verano puede ser muy buena, en este caso no era mala, pero de tanto escucharla acaba uno hasta las narices u odiando la canción. Pasó con un muy buen tema de REM como Losing my religion.
Cuando todos pensaban que no tendrían que sufrir la canción, salvo en algún recopilatorio (aunque la realidad es que no ha aparecido demasiado). Marc Parrot, transformado en El chaval de la peca, vino a fastidiar otro verano con el tema veinte años después. Por suerte, en este caso (ya verán el porqué) doblemente, con Carlos Baute y su versión no se sufrió. Debieron pensar, quienes podrían haberla difundido, que era demasiado, aguantar a Baute y la dichosa canción. Hicieron una gran labor social evitando ese sufrimiento innecesario.
Sin embargo, existe algo peor que el abanibi aboebe, el fichaje de Kylian Mbappé por el Real Madrid. Es como una insufrible canción del verano pero extendido durante siete años. Año tras año la prensa inventa, porque debe ser inventado, que va a llegar en breve, mañana, tic-tac y nada, que el chaval (no el de la peca) se ríe en la cara de todos. Florentino Pérez había avisado al comienzo del verano que no, que este año no iba a llegar, que ya se había gastado 130 millones por Jude Bellingham (por cierto ¿no se han fijado que es un poco senderista, que desaparece con frecuencia en los partidos?). Pese a ello, la prensa, porque ha sido toda la prensa, no ha parado de cantarnos sus andanzas. Como si de la canción del verano se tratase.
Un hilo abierto para Mbappé en cada periódico. Si se ponía una camiseta blanca, venía. Si se ponía una verde, algo tenía que significar. Abanibi aboebe todos los días desde que finalizó la temporada. Abanibi aboebe hasta el último día. Abanibi aboebe hasta cuando se va al baño. Y cuando todo el mundo pensaba que ya se había acabado, algún medio que pasa por serio, ya lo daba por hecho, para ya. El Teleñeco mayor, evidentemente, negaba la mayor. Da igual, todo es abanibi aboebe.
En realidad lo más probable es que todo sea una broma o una prueba del tito Floren. Una prueba para valorar hasta qué grado algunos pueden llegar a hacer la genuflexión florentina. O que los trabajadores del propio club se ríen a espuertas de los periodistas. Una especie de venganza por estar llamando todos los días con el abanibi aboebe. Porque lo curioso es que todos tienen fuentes en el Real Madrid. El césped no va a agarrar de la humedad que existe en el Santiago Bernabéu. Hasta a los madridistas les da igual ya que venga o no. Si mañana apareciese ni le harían caso. Están del abanibi aboebe tan hasta las narices que ni ilusión, ni ganas, ni nada. ¡Qué asquito se le está cogiendo!