Los datos son los que son y son incuestionables. República Dominicana, gracias al nuevo estilo de gobernar implementado por el presidente Luis Abinader desde agosto de 2020, se ha colocado en la vanguardia mundial del crecimiento económico global. Y todo ello a pesar de las graves consecuencias de una crisis mundial provocada por factores externos que nada tienen que ver con la gestión del Jefe del Estado dominicano.

No hay que olvidar jamás, antes de imputar culpas locales a lo que es un fenómeno global, que la actual crisis está provocada por, en primer lugar, el incremento mundial de los precios de la energía (petróleo, gas y electricidad). Esta crisis energética global afecta, además, a los precios de todos los productos, desde lo más básico a los artículos de lujo. Si ya era un problema antes de febrero de 2022, la guerra de Ucrania vino a aumentar la criticidad de la situación, dado que la zona de conflicto es una de las mayores productoras de cereal del mundo y los combustibles fósiles rusos están en la cadena de suministro mundial. De eso no es culpable Luis Abinader, como tampoco lo son Emmanuel Macron, Olaf Scholz, Mario