Lo que se agradecería tener en España una clase política con ética, con unos mínimos principios. Pero no, no es posible, el poder y el dinero que deriva del poder es capaz de truncar las cabezas que se piensan más brillantes u honestas. Así se ha visto con catedráticos o profesores de universidad que, en su trayectoria, habían destacado en el noble arte de la investigación y la fundamentación de principios éticos, hacer el gorila como cualquier otro palmero de los que habitan en los curules.

María Guardiola comenzó fuerte la apuesta para ser presidenta de la comunidad de Extremadura. “Estos son mis principios y voy con ellos hasta el final” dejó intuir los primeros días tras las elecciones. Así ha aguantado hasta que les han hecho desistir de seguir defendiendo principios y cuestiones éticas. Desde distintos soportes mediáticos les han dicho: “A ver chavala, que las cosas no son así”, o “Con los principios no se come”, o “Como no te bajes del burro, ya te bajaremos nosotros, los que mandamos”. Y como debe ser que es más importante el cargo para ella que tener principios, pues bajada de pantalones, ofrecimiento del pompi y lo que haga falta.

Broncas de Esperanza Aguirre (¿Qué pinta la generadora de corruptos en esto?), de Isabel Díaz Ayuso (o eso dicen los medios paniaguados), de Alberto Núñez Feijóo (bajándose los pantalones y ofreciendo el pompi él también) y toda la prensa alborozada porque han logrado doblegar la capacidad ética de la “niñata esta”. Para esta gente no existe otra cosa que el poder, tenerlo se entiende, y por ello cualquier pacto es válido sin importar si coincide o no con lo que se defiende. La Ética es para los otros, los contrarios, es un mecanismo para agredir al enemigo no para aplicarse a uno mismo. Por eso callan cuando “los suyos” hacen trapisondas y se quejan de nosequé superioridad moral. Hay que acabar con Sánchez a cualquier precio, incluso si hay que dejar por el camino a dos millones de españoles.

Guardiola ha hecho como Groucho, tiene otros principios para seguir en el machito, cuando, siendo funcionaria de carrera, podría haberles mandado a la mierda a todos y decirles “ahora lo arregláis los listos, que yo por ahí no paso”. Pero como ha pasado su carrera política va a ser seguramente efímera porque ya le han cogido la matrícula. Eso sí, se ha ahorrado que Carlos Herrera la insulte o la exponga desde la ondas. ¡Mis felicitaciones!

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