En el ideario público ha quedado para la historia que el general Pavía entró a caballo en el Congreso de los Diputados para dar un golpe de Estado y acabar con la I República española. El hecho en sí no es real en la parte del caballo, pero parece que en el actual panorama político hay quien sí quiere llegar cabalgando al palacio de la Moncloa. Cabalgando mentiras eso sí. No se le conocen aficiones ecuestres al interfecto, aunque seguro tiene un diploma de algún picadero de Aravaca, pero Pablo Casado está superando su nivel de mitomanía rozando el daño público. No es que mienta y se invente sus propias titulaciones, sus viajes y sus conocimientos, eso lo hace cualquier cuñado de barra de bar y es, hasta cierto punto tolerable. No es que esté bajo el yugo “imperial” de José María Aznar y todo los lobbies que hay detrás de él, lo que ya viene de suyo siendo del PP. No es que utilice una retórica exagerada y grandilocuente para engatusar a las masas creyéndolas cretinas. No. Eso son cuestiones que entran dentro de la lógica de la política espectáculo. ¿Quién no exagera o esconde algunas intenciones? Todos.
El problema con Casado no son las medias verdades sino que miente a sabiendas, en un contexto de dificultades cognitivas por la reclusión pandémica además, para lograr el objetivo de derrocar al Gobierno como sea y auparse él al poder. Bueno, auparse al poder no, más bien tomar ese poder y ponerlo a disposición de la clase dominante en todo lo que haga falta. No tiene ninguna afección por la verdad porque le es incómoda, le muestra tal cual es y es una realidad que no encaja en su idealismo neoliberal, más conocido por “hijoputismo”. Por ello se dedica a la mentira, porque es la única forma en que puede destacar algo por encima del resto ya que sus cualidades intelectuales y oratorias no se encuentran por lado alguno. Es tan torpe que, ayer mismo, llegó a pedir al Gobierno que llevase a cabo una serie de acciones que llevaban ejecutándose desde casi el comienzo del estado de alarma. Demuestra que no conoce ni los decretos gubernamentales derivados de la pandemia. En el caso de cualquier ciudadano es casi normal, bastante tiene con estar encerrado para leerse párrafos y párrafos con esa lengua oscura que utilizan los gobiernos, pero en el caso de presidente del primer partido de la oposición es una falta grave. Sólo se guía por lo que le dicen sus asesores, lo que lee en la prensa de derechas (que está plagada de falsedades) o alguna ocurrencia personal, que es casi peor que lo anteriormente citado. Y como su personalidad es mitomaníaca, la mentira se expande.
Ayer publicó un mensaje en sus redes sociales donde ni una sola, salvo igual una excepción, de las frases es verdad. Ni una sola. “Politizaron el CIS, RTVE, la Fiscalía y el CNI con sus socios que cuestionan al Rey. Limitaron el control parlamentario y mediático, y las críticas en redes. Y ahora atacan la independencia judicial. No vamos a tolerar más agresiones del Gobierno a las instituciones democráticas” ha dejado por escrito. Hay que analizar paso a paso porque no tiene desperdicio. “Politizaron el CIS” dice Casado. Como han hecho todos los gobiernos que han situado a personas de su cuerda y luego pueden ser más o menos competentes. ¿Qué ha hecho distinto José Félix Tezanos? Cambiar la forma en que se presentan los datos. La realidad es que les molesta una pregunta, mal formulada eso sí, donde los medios quedaban reflejados como lo que son, siervos del poder y sus distintas fracciones. Y claro, Casado debe defender a los aliados en la desestabilización del Gobierno (como ha reconocido Javier Negre, por cierto). Sobre la politización de RTVE lo mejor sería taparse un poco porque no se ha vivido una televisión pública más controlada y de partido que con el PP. Da igual el lugar donde hayan gobernado (Madrid, Castilla-La Mancha, Galicia, Valencia…), siempre han dirigido las televisiones en su favor. Ahora muchos de aquellos y aquellas que bastardamente se entregaron a esos juegos, pisando a compañeros si hacía falta, son los que más critican al gobierno desde otros medios. Lo mismo se podría decir de la politización de la Fiscalía.
Lo del CNI es más complejo de entender por el público en general. Que se haya nombrado a tal o cual vicepresidente o cargo público para estar en la comisión del CNI no quiere decir que el espionaje español esté más politizado. Al menos bastante menos que la policía política del PP que funcionó hasta hace bien poco. Esas personas acceden a informes con ciertos secretos oficiales, pero están incapacitados para dar órdenes. Y no acceden a todos los secretos que quedan reservados a pocos, muy pocos, poquísimos. Sin duda Pablo Iglesias se va a enterar de cosas pero no de todas y sin capacidad de mando alguno. Así que otra mentira para hacer ver que el vicepresidente segundo quiere controlar algo para acabar con la democracia. Es más factible que la destruya Casado con sus majaderías que Iglesias con la información que obtenga. Lo de cuestionar al rey es una memez impropia de un demócrata. ¡Ah, que a lo mejor no es demócrata! Al rey, al gobierno y al sursum cordat se les puede criticar lo que se quiera. Salvo que se esté pensando en un régimen autoritario. Y al monarca se le pueden hacer caceroladas y pedir que explique lo de los dineros en el extranjero. En una democracia todo es criticable salvo que hay algo extraño detrás del “preparao”, como amistades muy de derechas y con ideas extrañas.
No es mentira que se haya limitado el control parlamentario, pero es que hay que ser muy tonto para no ver que la actividad parlamentaria se ha visto limitada como la vida de millones de españoles. Pero es que en el sentido en que lo expone es mentira porque sí ha habido plenos de control al gobierno. Mentira es que se haya limitado a los medios, más bien al contrario se ha ampliado el rango de medios que pueden preguntar al Gobierno más allá de esa élite periodística que se han montado entre cuatro. Y que se sepa han publicado lo que han querido, incluyendo mentiras, bulos y peticiones de acabar con el Gobierno en mitad de la pandemia. No se observa limitación alguna, cuestión distinta es que esas bravatas no estén surtiendo el efecto deseado de una movilización agresiva. Lo mismo sucede con las redes sociales a las que el Gobierno no tiene acceso pues son empresas privadas que, además, son de origen estadounidense o ruso, las principales. A Casado le molesta que les hayan descubierto sus bots, como sucede con el ejército voxtuitero de bots, sus cuentas falsas y sus fake news. Como se creen que el poder es suyo por naturaleza o divinidad les molesta que haya democracia y defensa de la verdad cuando mienten y les pillan.
Y remata con un “No vamos a tolerar más agresiones…”. Bien es cierto que él se cree presidente del Gobierno y por eso no para de acudir a hospitales, mercados de abastos o donde se pueda sacar una foto (para hacer el ridículo en la mayoría de las ocasiones), pero esa creencia no es la realidad. Lo que él llama agresiones en realidad no son más que invenciones suyas o de la caverna mediática. Ni ha habido agresiones a las instituciones democráticas (salvo la reclusión forzada), ni nada que se le parezca. Puede haber habido errores de gestión, seguro, pero destruir la democracia no. La realidad es que ninguno de los partidos que están representados en el parlamento puede alardear de democracia interna (todos están llenos de mecanismos autoritarios), pero esta es la paradoja de la democracia parlamentaria. Paradoja que no se traslada a la vida institucional salvo en lo personal. Acostumbrados a que nadie les rechiste en sus partidos, les molesta que lo hagan fuera. Más allá de eso, ni la democracia, ni el capitalismo han sufrido por culpa del Gobierno. Sí, es probable que la democracia esté siendo dañada por la oposición por sus posturas inmanentemente autoritarias. Claro que si lee la última frase no sabrá qué quiere decir. Repítase pues. Casado lleva en su ser un dictador en potencia que pugna por salir y por ello se esconde, como todos los dictadores, detrás de los eufemismos y las mentiras. La alimentación del caballo con el que quiere irrumpir en Moncloa.