Un auténtico superviviente, un killer que sabe nadar y guardar la ropa. “Blasco es un fichaje estratégico de Zaplana, la pieza clave de la estructura; es abogado, redacta leyes, controla las redes clientelares y el funcionamiento de la Administración, y tiene un gran ánimo de venganza contra el PSOE”, asegura Sergi Castillo, autor del libro Tierra de saqueo.
Y así es como empieza todo. Primera fase del saqueo: Terra Mítica, el parque temático que Zaplana ha impulsado, como por azares del destino, en la manhataniana Benidorm, la ciudad de la que precisamente ha sido alcalde. “El parque es excelente, estoy seguro de que va a tener un futuro importantísimo”, declara el presidente de la Generalitat durante la inauguración.
Y vaya si lo tiene, pero en cifras récord de deudas. Es entonces cuando se pone de moda la palabra sobrecoste, y también otros términos como comisiones, facturas falsas o despilfarro. En 2004, todo el mundo de fantasía y cartón piedra de Terra Mítica entrará en suspensión de pagos tras acumular unas pérdidas de más de 100 millones de euros. El proyecto acaba en los juzgados.
Pero el saqueo por tierra, mar y aire de las arcas públicas valencianas no ha hecho sino comenzar. El cauce del Turia a su paso por Valencia es un lodazal lleno de ciénagas, barro y moscas. Tierra céntrica y barata en el corazón de la ciudad, una perita en dulce para el siguiente pelotazo urbanístico: la Ciudad de las Artes y las Ciencias. El maestro de obras no podía ser otro que Santiago Calatrava, arquitecto de confianza del régimen que siempre se lleva las adjudicaciones más jugosas, pese a que otros despachos de profesionales ofrecen mejores garantías técnicas, económicas y de seguridad. El doctorado en Ciencias Técnicas de Calatrava, titulado Acerca de la plegabilidad de las estructuras, resulta ciertamente premonitorio, ya que el arquitecto no solo se convierte en experto en estructuras plegables, sino también en estructuras colapsadas, agrietadas y cuarteadas.
La construcción de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, joya de la corona del régimen, costará 1.300 millones de euros (cuando el presupuesto inicial era de 308) y acumulará una deuda de más de 700 millones. El Palau de les Arts se inundará en 2007 a causa de las goteras y el revestimiento de la fachada, el famoso mosaico o trencadís, acabará cayéndose a trozos. L’Agora, un edificio que ni siquiera se sabe para qué fue construido, está hoy cerrado a cal y canto, y solo se alquila para campeonatos de tenis de segunda o alguna que otra boda de relumbrón.