Muchísimas personas habrán recibido un mensaje en el teléfono con un vídeo del presidente Pedro Sánchez haciendo el pasamanos junto a Felipe de Borbón y cómo un empleado de Casa Real le pedía que se quitase. Rápidamente toda la derecha mediática y la social se lanzaron como una jauría al cuello diciendo lo mismo que el titular de la noticia “Pedro Sánchez, un tonto a las tres”. Nadie se paró ver qué había sucedido, ni el porqué de esa situación de la que ha salido el presidente con una cara de “tierra trágame” o “voy a matar a alguien”. Nadie ha querido culpar a Felipe de Borbón y sus “inútiles chambelanes”, verdaderos artífices de la metedura de pata de Sánchez.

Pronto los medios de comunicación han lanzado la noticia achacando inexperiencia (los más tranquilos) o ganas de protagonismo (la mayoría) al presidente. Nadie ha explicado nada hasta pasadas unas cuantas horas cuando la situación de ridículo de Sánchez era ya imparable. Ni su jefe de gabinete, Iván Redondo, ha sabido reaccionar y atajar aquel río de risas, mofas y befas. Pero de este personaje ya conocemos sus dotes para la ineptitud y su incapacidad ante las crisis, por pequeñas que sean. Ni la casa Real ha tenido el tacto suficiente para acallar con prontitud la mala leche que se estaba extendiendo. Ni Pedro Sánchez ha tenido reflejos suficientes para haber llamado la atención del señor de protocolo del Borbón, por muy monarca que sea, o haberse dado cuenta de la extrañeza de una situación que él ya ha vivido.

Porque todo ha sido culpa del protocolo de Felipe de Borbón. Le han indicado a Sánchez que se parase y se pusiese junto al monarca para que los demás invitados se acercasen. Vamos que para no dejar mal a Ana Pastor del PP (curiosamente) y sólo al Borbón, le han provocado cometer un error al presidente del gobierno. Por eso no extraña la cara de mala leche que llevaba. Un error propio de una monarquía bananera que ha propiciado una campaña contra el secretario general del PSOE que difícilmente se va a olvidar pues las impresiones, cuando son masivas (y esta lo ha sido), quedan en el inconsciente y ya no hay racionalidad alguna que las desenquiste. Un error de Casa Real, esa misma que nos cuesta millones de euros y que no sirve para gran cosa por lo que se ve, que se suma a no haber hecho un comunicado oficial y contundente en desagravio del presidente.

Ya queda en la imaginación colectiva que Sánchez es un ególatra, un narcisista, que junto a su esposa se creen más de lo que son y las otras cien mil maldades que han corrido por las redes sociales y se han contado de boca a oreja. Queda la imagen de Pedro Sánchez como un tonto a las tres, cuando de lo único que ha pecado es de estar poco avispado y haber hecho acercarse al personaje de protocolo que le mal indicó. Porque  no hay ninguna lógica que indique que el presidente del gobierno actual tenga esas ansias de protagonismo mediático, pues justo hasta ayer mismo se le criticaba por no dar ruedas de prensa, de estar escondido en otros países, en vivir bajo el yugo de Redondo, de no aparecer. Si todo eso era minutos antes ¿por qué iba a dejar de serlo en minutos? No hay que pensar mal y sospechar que Borbón está junto al PP, por mucho que le haya apoyado Sánchez contra la esencia de su propio partido, y le ha querido hacer una jugarreta al no parar los rumores ipso facto.

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