La mininistra Pilar Alegría es una persona con graves dificultades para expresar palabras semicomplejas, aunque sabe perfectamente a quién se debe entregar. Primero a Pedro Sánchez, ante el que se arrastró para que le permitiese (¿y permita?) atacar la atalaya de Javier Lambán; segundo ante Florentino Pérez para que la siga invitando al palco del Bernabéu y quién sabe si abrirle las puertas a un futuro trabajo —cabe recordar que la vida laboral de esta señora es menor que la de cualquier inmigrante sin papeles—. Lo que se dice una correveidile de lo político.
El Gobierno de España está acorralado por problemas como: la dificultad, otra vez, de sacar adelante a los Presupuestos Generales del Estado, algo que impide las inversiones productivas, los pagos de la Dependencia o la mejora de la Sanidad o la Educación; la deuda pública sigue subiendo y al final la Unión Europea va a obligar a recortes drásticos; no son capaces de repartir los fondos europeos, dejando miles de millones sin utilizar con los graves perjuicios que eso provoca; y de todo esto es más grave que cuatro impresentables hayan tirado unos mecheros y un pañal, sin golpear a nadie, en un partido de fútbol.
El juez Peinado es para el sanchismo lo peor. Está acosando, dicen desde el sanchismo y sus satélites mediáticos, a la esposa del presidente, Begoña Gómez, por haber intentado trabajar. Se olvidan que todo lo que ha hecho, más allá de que sea inmoral, feo y asqueroso, podría ser constitutivo de delito. Como sucede con José Luis Ábalos, muy amigo de Alegría no hace tanto, que va camino de la imputación (investigado propiamente dicho) por los dineros del caso Koldo y las cosas con Jesica. Pues con todo eso, el Atleti parece que es peor. El Atleti es la fusión del nazismo, el fascismo, el polpotismo y el vaticanismo, más la Logia P2, para el Gobierno.
La unión de dos grandes dictadores y seres amorales, Sánchez y Pérez, no es nueva. El señor de Pío XII fue la segunda persona en ser recibida en Moncloa tras ser nombrado presidente, después de George Soros, quien parece que manda más. El autoritarismo es uno de los rasgos más destacados de ambos personajes. Si Sánchez ha destruido la democracia interna del PSOE y se dedica a las purgas con más gusto que Lavrenti Beria, el ruidoso presidente blanco ha conseguido que la prensa genuflexe de tal forma ante ÉL que ya no le hace falta hacer demasiadas llamadas, ni echar a la calle a periodistas que intentan ejercer su profesión, lo hacen solos. Dos personas con problemas psicológicos, la manía persecutoria es uno de ellos, que no están siendo tratadas.
Dice la mininistra Alegría, en rueda de prensa, que van a proponer una sanción «contundente y severa» por los hechos del pasado domingo en el Metropolitano —por una vez ha expresado una frase larga sin trastabillarse, lo que indica que se la estado preparando durante muchos minutos—. Ya tiene garantizado el silloncete en el palco del Bernabéu. ¿Qué ha pasado durante el partido? Que se han lanzado objetos al terreno de juego sin impactar con persona alguna. Lo mismo que sucede todas las semanas en bastantes partidos. Entonces, ¿va el Gobierno a sancionar de forma contundente a todos los equipos de fútbol? No se lo cree ni el más tonto del sanchismo.
Un Gobierno incapaz de gobernar aprovecha esta coyuntura para intentar aparentar. Como se contó ayer, los políticos postmodernos viven en la pura apariencia y Sánchez es el “puto amo” en aparentar y esto les puede servir. Claro que, si en el derbi no se golpeó a nadie y se quiere ejemplarizar —cuando descubran cómo lo pueden hacer jurídica y legalmente igual hasta Carles Puigdemont es calvo—, ¿qué harán cuando descubran que en el estadio de Cornellá-El Prat del RCD Español le dieron a un árbitro un botellazo? Nada, primero porque no les interesa lo que puede haber de violencia, y segundo porque es el equipo de Gabriel Rufián y no vaya a ser que se enfade y pida que las ministras bailen el hula-hula desnudas.
La prensa mamadora del régimen, tienen para elegir el régimen sanchista o el florentinista, está sacando todo de madre porque, al final, se quiere oscurecer la verdad. El Real Madrid está sufriendo para ganar los partidos y eso que de los cinco equipos de arriba solo se ha enfrentado a uno —el Atleti ya ha jugado con tres de esos cinco y está pegado en la clasificación—; tenían un partido medio ganado y por el cagancho de Carlo Ancelotti metiendo hasta seis defensas puros lo perdieron; Tchouameni se cargó a Le Normand en la última jugada del partido y se perderá varios partidos; los jueces están paralizando todas las tropelías que tenían en el estadio de los ruidos; en el extranjero existe una campaña de humor tremenda por todos los penaltis pitados a su favor por simples roces… Se le está cayendo el chiringuito a Florentino y algo tiene que hacer.
Dos autoritarios en apuros que se necesitan para tapar sus miserias, de momento porque son tantas las miserias que ni con esto lo lograrán, y atacan a quien cree que no se puede defender con fiereza. Creen porque en realidad la respuesta de los atléticos puede ser tremenda. Pero es que en el Gobierno son tan poco inteligentes que van a unir a la afición justo cuando más cabreo había con los imbéciles que hay entre sus filas. Toda la semana anterior desde los medios rojiblancos (que haberlos haylos) han lanzado campañas para no caer en la provocación del nacionalmadridismo mediático; se ha señalado a todos esos tontos a las tres que proponían estupideces; y ahora se estaba pidiendo enérgicamente la expulsión del grupo más radical (aunque como explica Antonio Hedilla legalmente es complicado), y van desde el Gobierno y los unen. Si es que son muy morroestufas. Y si la mininistra Alegría está tras ello, más.