Como sucedió cuando Vox apareció abruptamente en la escena de la política espectáculo, algunos medios de comunicación –autocatalogados de progresistas (si es que cabe esa catalogación)- se han lanzado a publicar todas las ocurrencias de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Es cierto que son muchas sus estupideces, pero si alguien piensa que no están preparadas para conformar un “agregado contraprogresista” es que no ha entendido nada de política. Haciendo uso de las técnicas que han utilizado diversos populismos, a derecha e izquierda –por mucho que moleste a Gabriel Albiac esa topología política-, o directamente usando la demagogia simbólica, la presidenta madrileña no intenta utilizar el raciocinio (no sabría en sí) sino que juega con otros componentes muy útiles en la política espectáculo.

Entre los medios que entran en la trampa de Ayuso destaca sobremanera El diario de Ignacio Escolar. De hecho su propio director es especialista en “mover” los docudramas ayusianos y poner el dedo, no en la llaga que sería lo propio de un periodista, sino en lo anecdótico, en lo simbólico, en lo estúpido… Con ello no provoca el rechazo buscado y anhelado sino todo lo contrario. Gracias a personajes como Escolar o Antonio Ferreras (entre otros muchos) Ayuso está consiguiendo lo que en principio no debería por su propia capacidad y su acción política, conseguir la adhesión de un núcleo muy fuerte de personas del centro-derecha, a la par que se acaba molestando a numerosas personas del centro-izquierda. Más allá de ensoñaciones republicanas, el peri