Le preguntó Juan Arrién —por este nombre sólo le conocen los familiares porque todos saben de él por Juantxito, pero como actuaba de periodista serio, quédense con el nombre— a Fernando Torres por la situación del primer equipo y la necesaria unidad, también por Dario Sits —fichajazo del Madrileño— pero no viene al caso. El «Niño» hablando como empleado de la SAD, que no se puede olvidar, y como entrenador aconsejó mucha unidad y estar todos detrás del equipo en estos momentos difíciles. Entre otras cosas, como insinuó Arrién, para evitar que los malos se aprovechen de ello. Muy bonito pero se equivoca.
La afición rojiblanca nunca ha dejado de animar a su equipo, nunca. Ni en las buenas, ni en las malas que han sido muchas más con el gilismo. A la afición rojiblanca le da igual lo que opinen los Teleñecos del Maligno, los de la Iglesia o los otros, porque saben que nunca han estado y nunca estarán a favor del Atleti. Pero esa unidad que se pide no es entendible tras varios años de hacer las cosas regular tirando a mal, en los despachos y en el campo de entrenamiento.
En julio del año pasado ya se pedía la vuelta del cholismo en estas mismas páginas, algo que no se ha producido realmente. Hubo dos meses de juego decente y nada más. En septiembre de 2024, aunque parezca lejísimos fue ayer como aquel que dice, ya se advertía de las malas decisiones en el campo del Cholo Simeone. Algo que no es nuevo pues en 2022 se criticaba ese empeño en el 5-3-2 y se le veía desnortado. En febrero de 2024 algunos ya estábamos aburridos de la mediocridad en el campo de juego, la falta de meritocracia cholista y ese jugar los partidos que apetecen. Y la última temporada pues más de lo mismo. Ahora ha comenzado de aquella manera.
¿Hay que tragar con todo porque el equipo está mal? Debe ser que Torres ha borrado de su mente las broncas en el Calderón, incluyendo a Luis Aragonés, que debió escuchar cuando era recogepelotas o iba con los familiares siendo un crío. Al equipo se le anima, siempre, pero, ¡ay amigo!, como se dediquen al mamoneo, bronca. Y si el Atleti no juega a nada, se dice y se señala al culpable. Que para el «¡Ole, ole, ole, Cholo Simeone!» no hay problemas, pero el «¿Va a jugar al algo el Atleti?» parece que es criminal. Y no, es muy típico de la afición colchonera. Unidad en la diversidad, que decían los clásicos el federalismo. Claro que hay que criticar y por eso no se es menos del Atleti, ni se hace más daño. Lo que hace daño es callarse y aguantar. No lo hicieron los 10.000 de los años oscuros, ahora menos.
Y ¿unidad con el palco? Entiendo que Torres quiere salvaguardar su puesto de trabajo, para uno que coloca Bahía, y no quiere que le empujen hacia arriba por la salida del Cholo, pero el palco merece mucho más que broncazos. Mucho más. Después de gastar una ingente cantidad de dinero en dos años, unos doscientos netos, la plantilla es peor que aquella que se hizo con retales y ganó una liga. ¿Cómo es posible? Salvo que haya comisiones raras y familiares, que no hay prueba alguna de ello, no se entiende. Ni Berta, ni Bucero han fichado en condiciones y sí trayendo gente extraña cuando menos. Se va una puerta y traen un taburete, luego te hacen la trampa de poner un jugador que sale con uno que entra al lado para que aparente que es lo mismo y se mejora, pero no. Son jugadores diferentes y a saber si le gustan al Cholo —que esa es otra, aguantar ciertas manías—.
Hablan de muchos millones pero, al final, se desperdician futbolísticamente hablando. Si al Cholo no le gustan los delanteros troncos ¿por qué los traen? ¿Por qué traen dieciséis mediapuntas o extremos de toque si esos no tienen encaje en la cabeza del Cholo? ¿Por qué nadie critica que no haya forma de lanzar bien un córner? ¿Por qué Gil Marín está todo el día con el proyecto de olas y no alimentando al equipo masculino y femenino? ¿Qué les han prometido los próximos compradores? ¿Se van a aguantar más giladas y que se vayan de rositas sin una o dos buenas broncas? La afición rojiblanca, por mucho que parezca otra cosa, está siempre unida, pero no debe estar nunca acallada.