Fuente: Podemos

Se puede tener ética. Se puede tener desparpajo. Se puede tener conciencia de clase. Se puede tener sentimiento nacional. Se puede, incluso y aunque parezca asombroso, creer la teoría queer (algo que es una creencia mayor que cualquier religión conocida hasta el momento). Se puede tener un análisis materialista, historicista, subjetivista, tradicionalista, liberal, socialista, comunista, fascista… pero en política a quienes tienen más cara que espalda las personas del común acaban pillándoles pronto. Y en ese magma de frivolidades que es el mundo a la izquierda del PSOE, no sólo tienen cara, sino que carecen del más mínimo sentido de la vergüenza.

Hace solamente una semana los canales de telegram podemitas echaban humo contra la candidata dedocrática de las siguientes elecciones, Yolanda Díaz, a la que se querían cargar –y quieren, no piensen que lo han olvidado-. El pasado fin de semana, el Mesías apareció para impartir la buena nueva: sí, habría que formar un frente amplio donde cupiese Díaz pero rodeada de todo el claustro de la pseudouniversidad de Podemos. Así lo ha dictado ÉL y todo el mundo lo acepta. Vamos que le quieren dejar colocar a dos amigos y el resto… el Frente Amplio. Vamos, los mismos de siempre. Es decir, ellos, ellas y elles. Esto es, los que estaban con otros nombres.

¿Quién o qué estaría en ese frente amplio? Evidentemente Podemos e IU (aunque cabe la posibilidad de distinguir entre peceístas –Enrique Santiago y demás tropa, vamos los Meyer- y garzonistas -vamos Alberto Garzón-). Como a las gentes de la izquierda cavernaria del Frente Popular no las van a incluir y Los jacobinos son de derechas sólo les queda Compromís, las Mareas, los verdes (en una o dos de sus seiscientas escisiones), los comunes y ya. Eso sí cambiarán los nombres, así las mareas pasarán a ser la resaca (debido a la hostia que se metieron en las últimas gallegas); los comunes serán los catalanistas brilli-brilli; Compromís será ¡Viva Valencia con tacones!; los verdes serán los verdes pero del ecologismo no binario; y luego colocarán a colegas y amigos a los que calificarán de “personalidades de la izquierda” y que no son más que los edecanes de la prensa que les hacen la pelota (igual hasta colocan a Pedro Vallín como liberal postmoderno).

Como ven los mismos que son ahora con los nombres cambiados. La retórica será la misma: feminismo queer (o lo que es lo mismo misoginia del sistema); igualdad (por lo alto ya que todos acaban subiendo en la escala social); lucha antifascista (ni comentario jocoso merece esta estupidez); antiglobalización y antieuropeísmo (salvo para todo lo que les manden sus amos globalistas); culminación de la matria (porque hay que amarse y cuidarse mucho, especialmente ellos mismos) y mucha demagogia como izquierda verdadera y antisistema. O lo que viene a ser, los mismos que están ahora, con el mismo discurso y con las mismas expectativas… comerse una mierda en las elecciones.

No estarán los Anticapitalistas (que también son mucho de amarse los unos a los otros como Trotsky los ha amado); ni los errejonistas (son unos traidores declarados de la causa del Mesías); ni nadie que tenga dos dedos de cerebro y no trague con las imposiciones de esa oligarquía partidista que está toda colocada en todos los ministerios para repartir favores y subvenciones a las, aquí otro polo de adendas al frente amplio, asociaciones de los amigos, amigas y amigues. El Frente Amplio es la nueva gilipollez, con ecos del período de entreguerras del siglo XX, de los que venían a la política para irse pronto pero han devenido en aguilillas que usan sus garras para aferrarse al cargo como si les fuese la vida en ello. En realidad a algunos les va la vida… laboral. Una nueva trampa en la que caerán los mismos de siempre y que tras fracasar provocará, como ha sucedido anteriormente, que se profieran quejas contra el pueblo porque vota mal.

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