Según avanzan los días para el enésimo juicio por la financiación opaca del PP van apareciendo nuevos argumentos que empobrecen la trama o encaminan hacia un final inesperado. También puede que haya mucho macguffin y que todo sea parte de los intereses de ciertos medios de comunicación por aumentar las visitas con revelaciones que no revelan nada. A la izquierda le viene bien porque así no se habla de la pandemia y a la “derechita valiente” porque así van rascando votos. No, el populismo naranja ni pincha ni corta por si se lo han preguntado. Pero en todo análisis hay que ir a los hechos, a la realidad y desde allí elucubrar qué o por qué. Y en este caso la verdad es que no hay nada nuevo.
Lo que se ha filtrado a la prensa hasta el momento no aporta nada nuevo a lo que ya se sabía. Por mucho que vean vídeos o memes en las redes sociales o escuchen a tirios y troyanos en las televisiones, la realidad es que Luis Bárcenas no ha aportado nada nuevo. Nada de nada. De hecho su abogado ha declarado a la Fiscalía que las copias que tenía, junto con grabaciones, fueron sustraídas del despacho de la mujer del ex-tesorero. Mucho hablar esta semana de las copias que habría guardado para ahora, en el momento de la verdad, decir que no tiene ni un clip sacado de la sede de la calle Génova. Durante seis días vienen alentando la aparición de novedosas informaciones que podrían en un brete al PP, especialmente a Mariano Rajoy, y resulta que Bárcenas llega con las manos vacías al juicio. Como le han dicho en Fiscalía, por si quería negociar algo, sin pruebas su palabra vale cero en este tipo de delitos. Bárcenas parece que no tenía ni manta de la que tirar.
O si tenía manta es porque ha negociado, no se sabe bien qué, con la actual cúpula del PP. Que pida un careo con Rajoy y no con Pablo Casado –quién actuó de enlace para pedir dineros en sus años mozos genoveses- podría ser indicativo de que la reunión con dos personas de la Junta Directiva Nacional ha sido fructífera. De ahí que Casado pueda salir en los medios de comunicación cada día afirmando que él no negocia con criminales. Se podría pensar que ha negociado algo con Bárcenas para acallarlo y salvar cuando menos su propio trasero político. También se podría sumar a esta sospecha que el abogado del convicto haya afirmado que había una grabación con Javier Arenas donde se hablaba de la financiación ilegal del partido. Con esa filtración se abre camino en Andalucía para la nueva dirección, aunque siempre les perseguirá el fantasma de Gabriel Amat, el verdadero capo andaluz, más respecto a cuestiones de dinero. Podría ser una hipótesis plausible… sino fuera porque actualmente el PP poco o nada puede hacer de aquí a dos años. A lo sumo conseguir que no les condenen más por aquello de la amistad de algunos jueces, pero nada que tenga que ver con Bárcenas o su esposa.
Realmente esto del caso Bárcenas no deja de ser otro de esos actos sin sentido (un macguffin) que se cuelan en la política en ciertos momentos porque interesa a unos u otros para desviar la atención o desprestigiar al contrario. En este caso sirve a muchos intereses. Primero, los medios de comunicación para ganar unas visitas después de unos meses flojos y con una publicidad cada vez más reducida. Segundo, a la izquierda porque se habla mal de sus competidores (aunque la ministra de Igual-dá le ha pedido al PP que le apoye) y más en campaña electoral. Tercero, a las huestes de Vox que pueden señalar a la “derechita cobarde” como corrupta y entregada a las oligarquías. Cuarto, a algunos del PP para hacer carrera en el propio partido. Es como cuando en tiempos de M. Rajoy salían los Cursos de Formación o los ERE con aquella jueza que imputó a diestra y siniestra pero, en el primer caso, no salió casi nadie condenada. En la política espectáculo siempre tienen cabida este tipo de desvíos de la trama que carecen de sentido y ahora no iba a ser menos. ¿Ha negociado Bárcenas algo con el PP? No. ¿Entonces? Simplemente no hay nada en la manta.