Lo que la ciudadanía española se juega hoy ejerciendo el voto no es la elección de un gobierno escorado a la izquierda o a la derecha, hay algo más: podemos perder la libertad. Parafraseando a José Saramago parecerá democrática pero será una dictadura. Invisible, sofisticada, porosa, pero dictadura al fin y al cabo. Si el trifachito acaba ganando, con todo el odio a los otros que llevan acumulando en sus cuerpos, la rabia de la victoria se convertirá en rabia de gobierno. Se creerán tocados por los dioses de la Historia para hacer y deshacer a su antojo. Más si cabe cuando, como han dicho en más de una ocasión, piensan incorporar a los neofascistas en el poder político.

Este escrito no es una paranoia, ni una hipérbole buscando cambiar dos votos, sino una advertencia seria sobre cuestiones que igual usted que lee estas líneas no había pensado. No es que vaya a llegar una dictadura como las del siglo XX, sino que será una dictadura nueva donde las libertades individuales y colectivas se verán mermadas y, en algunos casos, destruidas completamente. Aún está activa en España la Ley mordaza esa que prohíbe algunos derechos fundamentales como el de reunión y protesta cívica. Esto puede quedarse pequeño ante la actuación de los tres del trifachito. Las mu