Dos cuestiones destacan de los discursos que jalonan la visita de Inés Arrimadas a su tierra de origen. Una, no conoce la comunidad que le vio nacer, ni cómo funciona. Y dos acude a Andalucía con el mismo discurso del odio y el miedo que utiliza en Cataluña. En algún punto del camino, curiosamente, acaban ambos aspectos discursivos enlazándose y aparece un detritus comunicativo que impide conocer qué propone Ciudadanos para Andalucía salvo que la inventada dictadura catalana se ha trasplantado como por arte de magia a la región sureña. Y más infame se convierte cuando, después de calificar de dictadora a la presidenta de la Junta poco más o menos, le pide ayuda para acabar con el peligroso Pedro Sánchez.

Albert Rivera se había lesionado, jugando al tenis según la versión oficial (emulando a su querido Adolfo Suárez), y Arrimadas quedaba como la gran papisa de la secta naranja para lanzar la campaña desde Málaga. Lugar, que en estos días, torna simbólico por las pretensiones de Bendodo para fichar a Imbroda como cabeza de cartel. Y la jerezana, reconvertida en catalana, no defraudó. Al menos para quienes buscan el titular fácil, el pensamiento plano, la posverdad o la falta de ideas. Nada de lo que dijo la dirigente naranja quedará en los anales del discurso político, incluso habrá sido olvidado por quienes le hayan visto en vivo y en directo, pero la infamia recorrió cada una de las palabras, de las sílabas que pronunció. Una lengua viperina al servicio del establishment patrio y que sólo sirve para crear la alarma social, justo donde no hay alarma, ni ganas de que haya. Bueno sí hay una alarma social, la de la precariedad laboral que potencian desde Ciudadanos precisamente.

Además de volver a repetir que como ella ha ganado a los catalanes Juan Marín puede ganar al PSOE-A, aunque cabría recordarle que Javier Arenas (ese mismo al que Cospedal investigaba) ganó unas elecciones de igual forma que ella por lo que el PSOE de Andalucía ya sabe lo que es perder, se ha dedicado a la demagogia y a la infamia. Porque infame es que considere a Andalucía una dictadura donde el PSOE-A ha instalado el miedo y el silencio. En plan salvadora ha dicho la gaditana que “se va a romper el silencio, el miedo a discrepar y la idea de que Andalucía solo es del PSOE”. Intenta hacer ver que Andalucía es tan siniestra como supuestamente lo es Cataluña. Son dos dictaduras, en las que hay elecciones por cierto, que siembran el terror entre la población prohibiendo hablar o pensar distinto. Si Arrimadas tiene esos problemas dentro de su partido es problema suyo, pero es infame que intente tan sólo insinuar que en Andalucía hay persecuciones. Y todo para generar enfrentamiento, odio y crispación en la que poder sacar votos. Porque sin esa comparación, muy odiosa ciertamente, Ciudadanos no tiene ningún programa, ningún argumento que no sea el del Ibex-35 y los terratenientes andaluces.

Y si les ha parecido poco lean esta frase y la maldad que encierra: “Estoy percibiendo en la calle algo similar a lo que viví en Cataluña. Es la ilusión de la gente por la calle, las ganas de votar. Cs ha vuelto a despertar esas ganas”. Da a entender que en Andalucía el “susanato” lleva no permitiendo a las personas ejercer su derecho constitucional al voto, cuando se han adelantado solamente tres meses las elecciones y Ciudadanos ha gobernado junto al PSOE-A estos casi cuatro años. Hay que ser miserable para comparar lo que viene pasando en Cataluña con unas elecciones normales y democráticas como las andaluzas. La gente siempre tiene ganas de votar cuando se acercan las elecciones, da igual que las convoque Díaz o Feijóo. Es el momento de decisión democrático ya que el resto del tiempo no se cuenta con la ciudadanía. Y por ello puede haber ilusión, pero no desde luego por lo que insinúa Arrimadas, para liberarse de una dictadura.

Dirigencia de Ciudadanos jugando con palo selfies

Y pide ayuda a la dictadora corrupta…

Después de soltar este desiderátum contra el PSOE de Andalucía, Arrimadas en un nuevo caso de doppelgänger o de bipolaridad política pide árnica a Susana Díaz en su guerra contra Sánchez. No sólo dice de la presidenta de la Junta de Andalucía que tiene una dictadura que impide expresarse y que genera miedo, sino que también la acusa de ser producto de la corrupción. Una especie de dictador venezolano de esos que tanto gustan en Ciudadanos para echar mano cuando no tienen argumentos, que es casi siempre. Según la portavoz en el Parlament Díaz tiene un “discurso vacío”, tanto como el suyo apostillarían algunos y algunas, y no se atreve contra el presidente del Gobierno. Ha sentido “bochorno con lo que Sánchez ha hecho para seguir unas semanas más en la Moncloa: el PSOE está negociando los PGE con los nacionalistas que están en la cárcel. El PSOE es el mismo partido que hace eso y que lleva 40 años gobernando en Andalucía”. La misma sangre corre por las venas y esa sangre entiende que está infectada y genera algún tipo de patología en Díaz (por cierto, este tipo de comparaciones son las mismas que los conspiradores contra Felipe González, los mismos curiosamente que les apoyan sin rubor en sus tribunas mediáticas).

Por todo ello, Arrimadas cree Díaz o calla o les apoya contra Pedro Sánchez: “Una persona que quiera gobernar Andalucía no puede estar callada cuando el PSOE está negociando en la cárcel con los nacionalistas”. Una infamia pedir, más después de todo lo que aconteció en el seno del PSOE hace dos años, a una presidenta de comunidad autónoma que se levante contra el presidente del Gobierno de su propio país y partido. Una diferenciación que la mentalidad neofalangista de las gentes de Ciudadanos no entiende. Primero, el respeto al secretario general o presidente de un partido es mínimamente debido cuando se ha llegado por métodos democráticos, como así lo ha conseguido Sánchez por mucho que se piense mal de él en algún que otro sector del PSOE. Segundo, entiende por lo que se ve Arrimadas que los presidentes y presidentas de comunidades autónomas, que han sido elegidos y elegidas para defender los intereses de la ciudadanía de su región, deben sublevarse contra el presidente del Gobierno del Estado. Eso hicieron en Cataluña y a Arrimadas le pareció mal. O ¿sólo es cuando le interesa a Ciudadanos?

Y no es que los políticos presos estén decidiendo el dinero que va a ir a Andalucía, eso está más que cerrado entre Díaz y Sánchez como es bien conocido (salvo por Arrimadas por lo que se ve), sino que la presidenta de Junta de Andalucía ya se ha pronunciado respecto a la unidad del Estado en numerosas ocasiones. Como han hecho otros barones. Esto no empece para que en Andalucía se quiera una campaña andaluza y no catalana, que es lo que no quiere la dirigente naranja. Entre otras cosas porque no tiene discurso, ni capacidad para ver más allá una España plural y global. El andalucismo le produce la misma urticaria que el catalanismo o que el galleguismo. En Ciudadanos utilizan discursos infames de odio y crispación porque todo lo que no sea plenamente español como ellas y ellos lo entienden es malo. No quieren andalucismo, y eso que su candidato lo fue en una época, porque no les gustan las comunidades autónomas, no les gusta la descentralización, no les gusta lo diverso, quieren una España homogénea y centralizada para que el Capital obtenga aún más beneficio sin impedimentos.

Como dato curioso, porque todo en Ciudadanos es paradójico y curioso, Arrimadas ha acusado a los candidatos y candidatas del PSOE de no tener más oficio, ni beneficio que la política. Le convendría mirar a su propio candidato Juan Marín que desde que se afilió al PP, pasó al Partido Andalucismo, fundó el CIS y pasó a Ciudadanos lleva en el momio político más de 35 años. Si es del clan de la manzanilla por algo será. Pero no, para la gente de Ciudadanos cualquier candidato suyo es puro, perfecto, hermoso y con las mayores virtudes éticas, ni Kant se les puede asemejar. Infamia en sus discursos eso sí que existe y muy poca lealtad institucional.

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