Una de dos, o el presidente del Gobierno se rodea de personas incultas para parecer un genio, o es que la lealtad es más válida que la capacidad (incluyendo la intelectual). Alguno pensará que ambas no son excluyentes… ¡Pues tiene razón! El problema del PSOE no es tanto que al frente del mismo esté Pedro Sánchez sino que la cúpula dirigente es de un perfil bajo, muy bajo, bajísimo. Cuando en las Ejecutivas había obreros había más cultura y más experiencia que en estos momentos. Tampoco es que haya que ser un premio Nobel pero cuando menos tener la prudencia de callar cuando se desconoce algo.
Entre todas estas catástrofes ministeriales (el nuevo ministro de Cultura afirma que 25 años son medio lustro) destaca la nueva portavoz del Gobierno y ¡¡¡ministra de Educación!!! Más bien mini-nistra. La encargada de velar por la educación de los 3 a los 18 años no para de decir burradas, no sabe expresarse con corrección y carece de los mínimos conocimientos intelectuales para saber qué es la división de poderes consagrada en la Constitución. Como Alfonso Guerra afirmó, en una de sus salidas de pata de banco, que había enterrado a Montesquieu, la mininistra habrá pensado que no era necesario echarle un vistazo en la Wikipedia (tampoco se va a tener la crueldad de obligarla a leerlo).
Pilar Alegría, que es diplomada en Magisterio (¡ahí es na!), no conoce que los adjetivos se utilizan para calificar de alguna manera a los sustantivos (cómo pretendía enseñar eso a los niños de 6º de primaria es un misterio). Cierto que algunos se pueden sustantivar pero no los que ella quiera. Si es que ha querido. El otro día para referirse a las descalificaciones (un sustantivo que no debe conocer) de Isabel Díaz Ayuso afirmó que la presidente madrileña se dedicaba a proferir “insultos y soeces”. Por dos veces lo dijo. Por si no había quedado clara su incultura. Como cuando dijo “se producieron” por “se produjeron”. Nada de lapsus linguae.
Por si esto fuera poco para sospechar de la mininistra de Educación (¡ojo! Lambán la tuvo de consejera de Universidad en Aragón) ayer llegó al culmen de la ignorancia. Lo más gracioso de todo es que se quejó amargamente de lo que decía que se estaba subvertiendo. Alegría advirtió que la decisión del Tribunal Supremo de impedir el nombramiento de Magdalena Valerio, debido a una denuncia por no cumplir los requisitos, como presidenta del Consejo de Estado había enterrado la división de poderes. ¡Cómo se atrevía un tribunal a impugnar una decisión política!
Realmente este error, que no ha corregido por incapacidad intelectual, fue inducido por el “listo” del Gobierno, el ministro de todas las carteras Félix Bolaños que, siendo licenciado en Derecho, se quejó de lo mismo. Dos joyas del derecho, de la ciencia política y de la filosofía de la democracia liberal los ministros. Puede que el rechazo al nombramiento les haya molestado, les haya fastidiado, les haya enojado, hasta les haya jodido, pero es justo el respeto a la división de poderes lo que se ha producido.
La ex-ministra Valerio tiene un su currículum jurídico ocho años como funcionaria del grupo B (no el A, el B), haber sido consejera de cosas sociales y ministra de Trabajo. ¿Dónde está su conocimiento de lo jurídico como para ser presidenta, que no vocal, del Consejo de Estado? En la mente calenturienta de Sánchez y sus acólitos seguramente. Piensan que hasta Sánchez sabe escribir y entiende la política como nadie en la Historia (esto puede ser cierto pero para mal). La presidencia del Consejo debe estar ocupada por alguien que tenga una reconocida trayectoria jurídica (juez, catedrático de Universidad, etc.), no basta con que haya estudiado Derecho durante seis o siete años.
Las denuncias suelen ponerlas entidades privadas y personas, algo que sorprende a los ministros sanchistas, no solo partidos políticos. El Tribunal se ha ajustado a derecho y ha impedido un abuso de poder del Ejecutivo. La división de poderes significa que los tres poderes (ejecutivo, legislativo y judicial) se controlan entre ellos para que ninguno llegue a ser tan poderoso que haga doblegar a los demás. El problema es que está tan extendido entre la clase política que todos deben hacer lo que ellos digan (sean del color que sean) que, ante una acción de este tipo, no la entienden.
El Tribunal Supremo ha actuado precisamente ejerciendo la división de poderes y que Sánchez no nombre a una persona que no reúne las capacidades mínimas. Y ser lameculos de Sánchez no es algo positivo aunque al presidente, a Alegría y a Bolaños les parezca que sí. Valerio no es apta y eso ha determinado el máximo Tribunal. El sectarismo tiene infectada la sangre de todos los sanchistas, los cuales demuestran su ignorancia en temas como estos. Cualquiera con dos dedos de frente se hubiese callado y estaría buscando otro candidato. Los “listos”, porque venden que son los más listos, empero ni saben lo que es la división de poderes. Y no, no es que el Gobierno haga lo que le salga de sus partes pudendas. Ignorantes, incultos y sectarios. Lo tienen todo… malo.