No se va a hablar en este texto de la gente de la Revista Centinela, quienes propusieron, con sorna y mala leche, el lema “El conservadurismo es el nuevo punk”. Pretendían, y pretenden, reivindicar que el conservadurismo es la negación de la ideología dominante, aunque lo punk, precisamente, no vaya ligado con el orden, los valores y el espiritualismo del conservadurismo. Ya se habló aquí de ciertas carencias de juventud de la propuesta centinela y no cabe insistir en su posición. Ahora, al albur de ese lema son otros los que se arrogan, desde un supuesto conservadurismo, la catalogación de derecha punki. A diferencia de los centinelas a estos sí les encaja perfectamente el adjetivo pues son nihilistas y relativistas, pese a querer esconderse incluso tras el disfraz del catolicismo.

Por primera vez en su vida muchas personas se han lanzado a la calle a otra cosa que no sea pasear, ir de tiendas o quedar con los colegas para apalear pobres en cajeros automáticos. Se han manifestado, llegando así a la edad adulta política. Empero lo que se han encontrado ha sido algo muy distinto a lo esperado, como se verá más adelante. Una derecha, la punki, que por el simple hecho de manifestarse, con la cantidad de dopamina que eso habrá proporcionado a unos cuantos penes flácidos, cree ser ya antisistema, rebelde y patriota, muy patriota. Un ente superior a los demás, aunque la policía les ha bajado los humos a los que pensaban que España era suya. Pues va a ser que no.

Esto no quiere decir que todas las personas que se han manifestado sean así. El compromiso cívico de muchas de ellas, seguramente la parte silenciosa, es innegable. Han protestado por algo en lo que creen (España como nación) sin necesidad de alborotos, disfraces, ni estupideces varias. Igual ahora entienden mejor a los que se manifiestan por la sanidad. Al menos no han llevado una batucada, algo que es muy de agradecer. Pero esa gran masa de ciudadanos actuando con civismo han acabado siendo utilizados, no solo por infiltrados alevosos sino por la derecha punki, la cual es otra cosa. Una que se vende como antisistema y, como verán, son sistema en sí. Lo mejor, en términos generales, ha sido leer o escuchar a sus “líderes intelectuales”, desde Santiago Abascal a Vito Quiles, y comprobar que nada se puede construir sobre tamaña ruina social e intelectual. Pese a que Norberto Lanzas, con buena fe en Vozpopuli, crea que sí, el nihilismo demostrado ya imposibilitaría algo que vaya más allá de las muñecas hinchables.

Postmodernos

Han intentado demostrar que son algo con valores y vinculado a ciertas tradiciones o dioses fuertes, la realidad es que son todo postmodernidad (un concepto inexacto pero que como ya ha hecho escuela toca utilizarlo). Quitar el escudo de la bandera española o inventarse el Noviembre Nacional incrustando un cruz con letras rúnicas son cosas totalmente posmos. Es como las lesbianas, con barba y pene. Nihilismo total donde se juntan churras con merinas para desembocar en la nada más absoluta. Porque si ustedes lo piensan bien, estas gentes no han propuesto una alternativa. Ni un gobierno de gran coalición o de concentración, ni un proceso constituyente, ni nada por el estilo. ¡España, España! y cuatro cayeborrokas llamando maricones a quienes tienen una bandera arcoiris en el balcón. Lo que debe ser una mezcla de sus represiones personales, igual hasta alguna proyección no resuelta o un fantasma, más nacionalismo. Mucha queja y ninguna propuesta.

No han explicado qué es España, al menos esa España que defienden. Igual es producto del relativismo, incluyendo el moral, de su pensamiento. Un impedimento a contar al resto qué es España o cuál es esa España que dicen querer. Es como la estupidez del “Moros fuera” pero sí hay que dejar entrar a unos cuantos por aquello de la mano de obra barata. O existe un peligro islamista o no. Pero eso de unos cuantos islamistas sí para abaratar coste parece un tanto relativista.

De Javier Negre o Alvise nada se puede esperar salvo que acaben en prisión en cualquier momento o que no se hagan algo encima pues no dan más de sí. El prototipo de agitador postmoderno: inculto, mentiroso, capitalista libertario (o casi) y con cara de hostia bien dada. De otros, como Miguel Ángel Quintana Paz, se esperaba algo más que la cantidad de mendacidades que vienen soltando (Platón como negador de la policía ha sido de lo mejor). La excitación de las “primeras manis” está bien pero a ciertas edades pueden ser peligrosas.

Como le sucede a todos los postmodernos, el contexto les da igual y piensan que cada miniacontecimiento (una cagarruta de acontecimiento) ya es posibilidad revolucionaria. Esto mismo les pasó a los comunistas, a los de este lado especialmente, desde Marx, el primer postmoderno en esto, pues veían en cada suceso siempre una señal del momento revolucionario que se vislumbraba a la vuelta de la esquina. Cincuenta años dando vueltas a la manzana se pasaron algunos hasta que se dieron de bruces con la realidad.

Marxistas sin saberlo

Está bien cerrar el anterior apartado con la referencia a los antiguos marxistas pues la derecha punki es, sin saberlo, marxista. De todo lo que se quejan en la actualidad, los marxistas lo habían dicho y explicado durante décadas. Es lo que pasa cuando no se va estudiado a los exámenes. El PSOE state of mind que utiliza alguno no es más que la ideología dominante gramsciana. No es que el PSOE genere esa ideología (González llegó al poder con un discurso nacionalista) sino que es el partido que mejor sabe situarse en los registros y cambios de esa ideología dominante. Que Zapatero fuese queer y postmoderno antes que el resto, además de por el impulso del periódico del sistema que era El país, o que Sánchez sea hoy en día el portero de la discoteca de la huida hacia delante de la fracción dominante del bloque en el poder, no supone una generación por parte del partido. Es, simplemente, ideología dominante.

Lo paradójico es que se den cuanta ahora que existe esa ideología dominante. Ya verán cuando se enteren de que existen los aparatos ideológicos, por cierto las iglesias son uno de ellos, o que el Estado es relacional, o que la clase dominante tiene diversos mecanismos de dominación, etc. Les va a estallar la cabeza o dar un telele. Lo poco que les ha gustado el marxismo, incluso han despreciado su lectura, y ahora están comprobando en sus propias carnes aquellos análisis. Además directamente. Pensaban que la policía, o aparato represor del Estado, era de los suyos, con su ideología y resulta que sí, que tienen ideología, pero la de la clase dominante que es la que controla el Estado. Era gracioso y se podía jalear el apaleamiento de un obrero manifestándose, ahora comprueban que también les atizan a ellos y ya no hace tanta gracia. Cuando se den cuanta de que no son clase dominante sino mamporreros del sistema igual ya no tiene pelo. Y en esto da igual Sánchez que Feijoo. ¡Bienvenidos al marxismo por las duras!

Evangelistas

A algunas personas les ha podido sorprender o parecer anecdótico el uso de símbolos cristianos o el rezo de un rosario. No debe extrañar, ni molestar la visibilidad de símbolos religiosos o manifestaciones de fe en una sociedad adulta. Más cuando el catolicismo ha sido parte de la constitución del humanismo y la libertad de Occidente. No hay que escandalizarse por ello. Los que sí es espurio es la intencionalidad de ese uso de lo religioso. El catolicismo enseña, más en los últimos dos siglos, que la verdad se encarna en la cruz. El sufrimiento por la fe o a causa de la fe es lo propio de cristiano católico. La no renuncia, pese a tenerla escrita, de san Juan Pablo II quiso ejemplificar eso precisamente. La propia vida de los católicos en regímenes comunistas y en tantas otras dictaduras actuales son el ejemplo de ese llevar la cruz a cuestas, como han explicado teólogos como Ratzinger o Sarah (no precisamente los más progresistas). ¿A que viene mezclar la religión con la política y la violencia, como se ha hecho en algún caso?

Si la Iglesia española ha sufrido desprestigio y abandono en España ha sido precisamente a causa del nacionalcatolicismo. Algo que no gustaba ni a san Juan XXIII, ni a san Pablo VI, aunque por prudencia actuaban por detrás de las bambalinas. ¿Qué quiere la derecha punki, volver a eso? Ratzinger se cansó de decir que los católicos debían estar en los debates importantes de las distintas sociedades pero no utilizar la religión torticeramente. El problema es que siendo católicos en lo nominal, son evangélicos en lo real. Internar justificar la violencia mediante la apelación a los Salmos es completamente ajeno a la doctrina católica, no al evangelismo estadounidense.

Retomando al papa alemán, Benedicto XVI explicó en numerosas ocasiones (en Introducción al cristianismo o en sus últimas conversaciones con Peter Seewald) la clara diferencia entre lo judaico y lo propiamente cristiano de la Biblia. El Antiguo Testamento (donde están los salmos para conocimiento de los incrédulos) no son más que historia y preparación para lo fundamental, cual es la encarnación del Verbo, que está en el Nuevo Testamento. Las chorradas de “Dios es español” y demás cosas son eso, chorradas postmodernas. Y lo de intentar acogerse a sagrado para que no les hostien los policias es poco católico. Hay que aguantar el porrazo si es que se hace por fe. Como no es así, mejor que no se comporten sacrílegamente.

Estas gentes son el mejor ejemplo de la protestantización del catolicismo o la recuperación del erasmismo, basta con la justificación por la fe. Y no, la cosa no funciona así. El católico es fe, pero también razón y praxis. Por ello es poco católico perseguir al que piensa distinto respecto a la violencia, más si es hermano de confesión supuestamente. Luego se quejan de nosequé persecuciones, cuando son los primero en lanzar los #MeToo cayetanos. No son más que protestantes a lo estadounidense que se esconden bajo la máscara del catolicismo. Tomar el nombre del Señor en vano es pecado y no valen rosarios para exculparse. Y si la cruz que hay que llevar es Sánchez, hay que cargar con ella, como hacen tantos otros católicos. Normal que acudiesen a lamerle el cimbel a Carlson Tucker, es esa secta la que les pone cachondos.

Derecha inútil

Que las personas de derechas salgan a la calle en masa a manifestarse políticamente es algo bueno para la democracia. Muy bueno. Están defendiendo una concepción de España que, igual, hasta comparten muchas personas de izquierdas (porque las hay españolistas, católicas y conservadoras, aunque la vorágine demagógica impida su visión). En esto no hay tanta ideología como quieren hacer ver de un lado y de otro, en especial los amanuenses (generosamente pagados) del sanchismo. Pero lo que hace la derecha punki es otra cosa, es la algarada sin un fin. Se dicen demócratas y en ellos brilla el espíritu del pinochetismo. Se han creído que lo que funcionó contra Allende funciona siempre. Y no, sin la CIA y sin los empresarios de verdad, la bronca y la huelga general es una pérdida de tiempo. Con Putin tampoco vale.

Quedan como unos simples peleles del sistema. Sí, porque pese a venderse como antisistema al final no son más que los peones del mismo. Como no llegan ni a alfil son completamente prescindibles. Se quejan de Soros y Gates, pero ellos están en la parte de los grandes fondos de inversión. Todo sistema de dominación suele tener dos caras como las monedas, por un lado la progre y por otro la sistémica. Al final dependen de un señor de Wall street tanto como los progres de uno de Silicon Valley. Que Vox esté enganchado a esto no es más que el producto de su propia decadencia, de su camino por la senda de los elefantes que han dictado los poderosos, los suyos. Se podrían contar más historias de los punkis, como su incultura sobre la ideología de género y otras cosas así, pero tampoco hay que cebarse de una vez. Algunas personas se han manifestado de buena fe, los “líderes intelectuales” no. Al menos, eso sí, nos han hecho pasar un buen rato.

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