Le han cogido el gusto a la falacia del facha en el Gobierno de España. Comenzaron diciendo que pactan con los que pactan porque así se evita que la extrema derecha, es decir, los fachas, entren en el gobierno o la gobernabilidad de España. Las comunidades autónomas que no gobiernan actúan en contra del Gobierno porque son fachas y están llenas de fachas. Emiliano García-Page, que es del PSOE pero no sanchista y ha ganado a los “fachas”, también es facha porque no acepta la Amnistía (“lo que diga Puigdemont”) a los secesionistas.
Ese engaño permanente al pueblo, que es ampliamente expandido por la sanchisfera y los medios subvencionados, al final acaba abarcando cualquier crítica que se haga al Gobierno aunque provenga de personas que son claramente de izquierdas. «¡Oiga! Que el 27% de los españoles están en riesgo de extrema pobreza, ¿Cómo pueden decir que la riqueza de los españoles ha aumentado, será la de algunos, los de siempre?», respuesta al unísono de la sanchisfera: «¡facha!». Lo paradójico, una de las paradojas del facha, es que están pactando con partidos claramente racistas y xenófobos (PNV, ERC, Junts y EH Bildu) pero son progresistas porque les apoyan. Ergo no son fachas. No intenten comprenderlo porque ni ellos lo hacen.
Ahora bien, el abuso de la falacia facha puede llevar a la boutade máxima, como le ha ocurrido a la exministra Diana Morant —candidata digital y única para ser secretaria general del PSOE de Valencia. De cosas de ingeniería debe saber muchísmo pero de la vida en sí, de la cosa política, adolece de bastante estolidez. Ante la unificación de la EBAU (la antigua selectividad) en las Comunidades donde gobierna el PP, la señora afirma que eso es recuperar la «Una, grande y libre». Es decir, una cosa de fachas porque… no se le ha ocurrido a su sanchidaz o a cualquier otro que esté incluido en el grupo progresista.
La falacia facha, de tanto uso, al final acaba haciendo que Morant parezca una mentecata porque habiendo distrito único universitario, esto es, que cualquiera puede solicitar plaza en cualquier universidad del país, lo normal es que el examen sea único. De hecho, es lo más justo, lo más igualitario, lo más socialista. Pero no, para esta señora es facha, muy facha. Falangismo educativo, parece pensar. O ¿es que existen otros motivos, esencialmente lingüísticos, para no acceder a una petición razonable? La realidad es que el recurso a lo facha le hace quedar como Cagancho en Almagro.
La paradoja final es que si todos los que critican al Gobierno, no opinan como ellos o piensan que las cosas se podrían hacer de otra forma, más socialdemócrata, por ejemplo, son fachas, nadie es facha o se relativiza el verdadero fascismo y, entonces, como sucede con la paradoja de Popper, se acaban colando porque ya no hay un refuerzo ético contra esas posiciones. No intenten explicárselo, ni al Gobierno, ni al sanchismo. No lo van a entender.