La mafia italiana acaba ganando siempre. Sus redes de poder subterráneo son tan potentes que da igual que caiga un capo o dos, el entramado que les proporciona el negocio que han apañado sigue funcionando. Ese Estado dentro del Estado hace que, como la función pública, aunque no haya cabeza dirigente el sistema persiste sin colapsar. Lo mismo pasa en el mundo del fútbol. Desde que, con la llegada de Cruyff, el Barça comenzase a ser un verdadero competidor del Real Madrid, hasta superarle en numerosas épocas, y se crease el duopolio, se ha generado un entramado que roza lo delictivo y que pone todo el mundo del fútbol a su disposición.
Un dato aterrador es que, desde hace algo más de 40 años, sólo han conseguido ganar la liga 5 equipos distintos a ellos dos. La Real Sociedad 2 veces, el Athletic 2 veces, el Valencia 2 veces, el Depor 1 vez y el Atlético de Madrid 3 veces. De 43 ediciones han ganado 33. En los últimos 20 años han vencido en 17 ocasiones. Una especie de liga escocesa donde sólo caben dos contendientes con el resto mirando a ver qué tal tiempo hace. Y lo peor no es haber construido ese entramado que hace que sean esos dos equipos los que venzan en el terreno deportivo sino que los poderes políticos y mediáticos se han rendido a ellos dos.
Construcción del duopolio
Cuando han necesitado dinero tanto Barça como Real Madrid han visto cómo se recalificaban terrenos con los que dar un pelotazo enorme y así poder fichar como si no hubiese un mañana, o cómo se hacían leyes para que sus jugadores “extranjeros” cotizasen menos que los nacionales. Los medios de comunicación han quedado como sustentadores de ese estado de cosas. Tanto nacionalmadridismo (mucho más potente y extendido) como nacionalbarcelonismo “informan”, critican y alaban en base a consolidar el duopolio. Cuando Louis Althusser hablaba de los aparatos ideológicos del Estado no sabía que la prensa futbolera superaría con mucho a la Iglesia, por ejemplo.
Todo el deporte se mira bajo el prisma de Real Madrid y Barça. “Turrita” Doncic, Fernando Alonso o don Rafael Nadal Parera son dioses porque son del Real Madrid. Da igual que no ganen ni a las chapas ya, son los mejores siempre y en toda circunstancia por animar a cierto equipo. Y así hasta ocupar todos los deportes, los cuales son tamizados por la trituradora del duopolio. Ya no dejan ni la Copa, ni la Supercopa libre a otros equipos. Dinero y seguir la competición para ver cuál suma más trofeos es lo que quieren y desean los ideólogos del tema.
Sacarán dinero siempre
Cuando no han necesitado, por cuestiones deportivas, clasificarse para este o aquel torneo, o cuando no han logrado vencer para poder estar en él (caso Supercopa), todo eran trofeos menores. Casi torneos de verano. Ahora bien si la temporada está un poco torcida (o asoma a sumar cero) y les apetece justificarse con algún título es cuando la Copa vuelve a ser importante, o la Supercopa es un gran torneo.
Ya “ajustaron” la Supercopa para que sea un Barça-Madrid perpetuo y ahora amaña con arbitrajes infames la Copa para vender su producto. Tengan en cuenta que en La Liga la federación pinta entre poco y nada, aunque son los proveedores del servicio de arbitraje y tienen una influencia fundamental que no está en contradicción con los deseos del duopolio. Les interesa vender producto, aunque sea una hamburguesa de carne vegana, y a ello ponen todo.
Plan B
El problema es que la última fechoría pudo ser vista por millones de personas. Para más inri Miguel Ángel Gil, al que han tocado sus intereses pecuniarios, se quejó con dureza (cansado de atracos todos los días) y parecen haber saltado algunas costuras de ese traje que estaban haciendo a medida. Antes de la carta, la España que no es del duopolio tenía claro que Athletic y Osasuna serían convidados de piedra en el camino hasta la final de los otros. Las casas de apuestas ni ofertaban. Pero con las quejas del Atleti, su afición y otras aficiones en las redes sociales, mientras algunos miraban al dedo, hubo que cambiar el plan A.
Una final de Copa Madrid-Barça vende mucho y se puede colar en países donde no se hayan vendido los derechos (que haberlos haylos). Pero es mucho mejor colocar dos Barça-Real Madrid y una final con uno de ellos seguro por una morterada. Lo podían haber pensado antes pero hay ciertas limitaciones. Ha tenido que llegar una crisis, que será tapada en cuanto se pueda (aunque con el tapón del joven Nacho parece complicado), para que activasen otro plan. De hecho, los medios nacionalmadridistas (como Radio Marca) ya han salido a hablar de la limpieza de la competición y que no estaba todo amañado para esa gran final. Los teleñecos de la noche, también.
¿Tragarán siempre el resto?
Al final salen ganando siempre. Si no fuera porque tanto Barça como Real Madrid no las tienen consigo en competiciones europeas o en la liga (alguno la ganará pero ¿cuál?) y podría ser una temporada casi en blanco, esto de la Copa quedaría en segundo plano. Los aparatos ideológicos del duopolio han llegado a convencer a sus aficionados de que sólo son importantes Champions y Liga, por ese orden. El resto sólo valen para tirárselas al contrario a la cabeza. De hecho, el nacionalmadridismo sólo disfruta con las Champions (son los tontos-las-champions).
En resumen, el duopolio y su entramado institucional harán negocio incluso cuando se les tuerzan las cosas o se descubran (otra vez) sus amaños. Quieren liga escocesa, pues cobrarán como liga escocesa y luego se quejarán de la Premier o el Calcio (en cuanto han metido en vereda a la Juventus se cae el castillo de naipes). El problema es que los otros 18 equipos están de miranda… ¿se llegarán a cansar de perder dinero, por ejemplo, los Roig? ¿Podrá Gil vender el Atleti con garantías suficientes ya que la competición está prácticamente amañada? Como no miran al resto de competidores al final se encontrarán con alguna sorpresa. E igual antes de lo que piensan.
Post Scriptum. Si observan algún tipo de incoherencia o de contradicción en algunas de las frases no es porque quien lo ha escrito esté loco, es que son así de contradictorios en el duopolio. Es bueno y malo a la vez, siendo lo bueno malo y lo malo bueno.