Si hubiese algo de humor en la política actual, sin duda en el PP propondrían a Susana Díaz como presidenta de su partido. Sin duda encontrarían en la andaluza a la mejor candidata posible para enfrentarse a Pedro Sánchez y Albert Rivera. Con el primero, pese a perder las primarias, tiene cuentas pendientes. Y al segundo le gana en demagogia y cuñadismo, aunque con más gracias esto último. Pero no, Díaz no será candidata del PP nunca porque ella se siente socialdemócrata (para desgracia del PSOE dirán algunos y algunas). Como mucho, igual de Ciudadanos si Sánchez la expulsase, que tampoco. De lo que no cabe duda es que, empero, será la mayor oposición al gobierno del PSOE.
La presidenta de la Junta de Andalucía, desde que se recluyó en San Telmo y su región, tiene claro que va a pelear por sus paisanos y paisanas por encima de todo. Lo que le honra y si se tiene que enfrentar a Sánchez lo hará. Frente al PP el presidente del Gobierno siempre podrá decir “y tú más”, frente a Ciudadanos… bueno frente a Rivera no hace falta que diga nada porque ya se lo dicen todo ellos y meten la pata constantemente (véase el rapapolvo parlamentario que les ha dado Carmen Calvo), y con Podemos habrá esa competencia virtuosa al menos hasta que lleguen las elecciones municipales. Así que de aquí a dentro de un año aproximadamente la única persona que va a ser la oposición real de Sánchez será Díaz. Y en ello tendrá un papel principal la financiación autonómica.
Pedro Sánchez ha faltado a su palabra de afrontar en esta legislatura el pacto de Estado para el cambio de la financiación autonómica, como prometió a finales de noviembre junto a Ximo Puig, y como le ha reprochado Alberto Garzón (la otra persona que hace oposición, en este caso coherente) con toda la razón del mundo. Una acción que ha calificado de “mazazo” porque hasta hace un mes era un tema que el PSOE pedía constantemente. Esto ha sentado francamente mal en San Telmo y ha hecho que la presidenta de la Junta haya salido en tromba a exigir 4.000 millones de euros.
Andalucía «está mal financiada» y le faltan «4.000 millones para la educación, la sanidad y la dependencia» ha dicho Díaz. En este sentido, ha asegurado que el acuerdo del Parlamento andaluz para la reforma del sistema es un «mandato» que le «vinculaba antes y siempre». Por tanto, no piensa callarse ni rebajar un céntimo de lo que cree justo y necesario para la tierra andaluza. “Verde, blanca y verde siempre” lo lleva tatuado en el corazón y exigirá esos dineros pese a que Sánchez haya incumplido su palabra. Y se lo dirá a la cara, mirándole a los ojitos en cuanto se vean en Moncloa. El mal trago de verse allí con su archienemigo lo compensará con el mal rato que le piensa hacer pasar por los dineros de la financiación. “La mejor forma, la más transparente y justa, para llevar a cabo la suficiencia financiera de las comunidades es el modelo de financiación” le dirá, como ha expresado ante los medios de comunicación.
Además, lleva el mandato del Parlamento andaluz que para ella es el mismo pueblo andaluz: “Tenemos un mandato del Parlamento que voy a seguir defendiendo: el mandato del acuerdo para que Andalucía disponga del modelo de financiación que necesita para sus hospitales, sus colegios y sus mayores”. No es un capricho de Díaz, sino un mandato imperativo que piensa pelear con quien haga falta. Y si antes se pasaba el día pidiendo a M. Rajoy, hoy por ser compañero de partido no va a dejar de hacerlo con Sánchez. Es más, en su fuero interno incluso disfrutará un poco. Y, de momento, pedirá 4.000 millones. Una cantidad que se han sacado de la manga en la Junta haciendo sus cálculos. Como podrían haber dicho que 7.000 millones. Pero que son un símbolo de lucha para Andalucía frente al centralismo.
No crea Pedro Sánchez que se parará en esos 4.000 millones. Que se prepare el resto de su gabinete porque piensa reclamar las infraestructuras que entienda como necesarias, aunque las paguen otros. Y va a pedir y pedir y pedir, con la suerte de contar con una televisión para ella sola, a lo que habría que añadir algunos medios del establishment que alegremente le pondrán alfombra roja para que dañe a Sánchez. Por ello es normal que en este momento de lucha interna el PP hubiese salido mejor parado de haber ofrecido el cargo a Díaz. Porque la trianera va a hacer más oposición que quien resulte ganador.