La diputada andaluza Maribel Mora persiste en el empeño de que en España se cumplan los derechos humanos. Una a veces infructuosa batalla que comenzó cuando era senadora pero que no piensa abandonar. La lucha defendiendo los principios en los que se cree, que muchos grupos políticos dicen defender pero tornan la mirada cuando la realidad se les viene encima, sigue presente en la política andaluza. En esta ocasión ha venido a denunciar los ataques de la ultraderecha contra los inmigrantes acogidos por la Junta de Andalucía en el centro la Macarena. Una nueva infamia del neofascismo campante en Andalucía gracias al apoyo del PP y Ciudadanos. O más claramente de Juan Manuel Moreno Bonilla y Juan Marín.

Desde las plataformas que conforman el entramado ultraderechista que tiene a Francisco Serrano como su máximo adalid, aunque ahora se haya cogido una baja por miedo, se pretende criminalizar a los MENAs que están en el citado centro. A esos chicos y chicas que, huyendo de la hambruna, de las guerras y de la miseria a la que les quiere condenar occidente y el capitalismo que apoya, han llegado a España de forma solitaria los quieren amedrentar y criminalizar desde la ultraderecha. Un grupo de juristas (Grupo 17 de Marzo) ya ha demandado a la fiscalía esas manifestaciones del odio al diferente que han sido convocadas por los que ahora se crecen y nadie para pues tienen el asentimiento de la derechita cobarde. El único motivo para expulsar a esos menores es de tipo racial y a esas manifestaciones han acudido, no sabemos si a caballo, los concejales sevillanos de Vox. Un racismo insoportable y denunciable para el que la Junta no tiene o no quiere tener una solución.

No le importa al gobierno Moreno-Marín esos casos de racismo y de instigación del odio. Son cómplices del racismo de la extrema derecha, no se sabe si por miedo (que sí) o porque piensan de igual modo. Lo cual no sería de extrañar vistos sus antecedentes en defensa de los derechos humanos cuando son miles los muertos que han tenido ante sus caras en las costas andaluzas y sólo se quejaban de los vivos. De ahí que Mora haya decidido señalar claramente al Gobierno, en la consejera de Bienestar Social, para conocer su respuesta. Le ha explicado la diputada de Adelante Andalucía que la presencia de los chavales en el barrio no ha supuesto ningún problemas (como ha reflejado asociaciones del barrio en un comunicado que pueden leer en la imagen de abajo), mientras que sí ha habido actos de violencia impulsados por la ultraderecha. “¿Se imagina una concentración apoyada por Vox delante de un colegio para amenazar a unos niños?” le ha cuestionado Mora. A lo que ha añadido que todo ello, además, por “el color de su piel”.

Comunicado de Asociaciones de la Macarena

No ha escondido Mora que estas graves situaciones están siendo apoyadas por algunos miembros de Vox que “se han dedicado a criminalizar a estos niños”. Y no se ha olvidado de recordarle que en la casa de acogida donde están hubo de ir la policía a custodiarla y a sacar a los “chiquillos” de allí para que no sufriesen el desalmado odio y racismo de la ultraderecha. En su paranoia sociópata, dicen los grupos alentados por Vox, que la presencia de esos menores va a alentar la prostitución, algo que no sabemos por qué les molesta si el diputado huido Serrano pedía utilizar la prostitución alegremente cometiendo dos infamias (criticar la sentencia de la manada y apoyar la trata de mujeres). ¿Qué medidas va a tomar pues la Junta de Andalucía? Más allá de las buenas palabras de oratoria parlamentaria escapista, la consejera ha dejado claro que poco más que ninguna. Tan poco es algo que extrañe ya que dado el nivel mostrado por el ejecutivo del trifachito andaluz igual hasta se acaba de enterar de que hay una casa de acogida a MENAs en el barrio de la Macarena. No lo descarten.

Más allá de las medidas que debería tomar la Junta de Andalucía, lo peor es la constante bajada de pantalones de los muy machos Moreno Bonilla y Marín con las astracanadas fascistas de sus socios de Vox. Ni una sola recriminación, ni una sola cara de desaprobación, nada que pueda ayudar a entender que sus pensamientos son distintos a los de la ultraderecha. Ellos ya están en el momio, tienen el chiringuito andaluz a tope y a vivir que son dos días sin trabajar demasiado no vaya a ser que se cansen. Eso sí, por el camino escuelas achicharradas de calor, dinero para colegios del Opus Dei, violencia fascista en las calles y menores acogidos que son señalados como seres distintos y una amenaza para la sociedad desde su más tierna infancia. No quieren que tengan una oportunidad en la vida porque no son como ellos, porque no son de su raza. El fascismo puro y duro que, eso sí, no dudará en utilizarlos de mano de obra esclava en sus fincas y mares de plástico.

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