Los dirigentes de Ciudadanos cada vez que hablan en los últimos meses se expresan en términos cada vez más conectados con el discurso ultraderechista. Al expresarse como lo hacen entierran en un cofre con siete llaves junto a la tumba de Davey Jones el liberalismo que dicen representar. No se amilanan en sobrepasar por la derecha incluso a Vox. Y no tiene que ver sólo con autodenominarse como buenos españoles y políticos, con aquello de los partidos constitucionalistas, que ya tiene su tufo ultraderechista, sino que hasta el Estado de derecho liberal les parece poco.
José Manuel Villegas ha dicho en una entrevista que “hay que detener al asesino antes de que cometa el asesinato”. Lo ha dicho respecto a la aplicación del artículo 155 de la CE contra Cataluña. Como en la distopía de Philip K. Dick, Minority Report, el dirigente de Ciudadanos observa que alguien cometerá un delito y hay que lanzar toda la legislación contra él antes de que actúe. El sistema judicial enterrado por la visión de una serie de personas que ya han calificado como criminales a una parte de la población del territorio, en este caso los independentistas. De la misma manera en que en otros tiempos se catalogó a los judíos, los socialistas, los comunistas y algunos liberales como peligrosos para el creación del III Reich. Tampoco se quedan atrás catalogando a socialistas y comunistas como peligrosos en la formación naranja, ahí están Marcos de Quinto o Edmundo Bal.
Lo de Villegas va más allá porque parece que lo distópico, lo que es contrario al bien común, como sucede en todas las distopías, parece ser lo utópico y perfecto en el caso de Ciudadanos. Acabar con la presunción de inocencia, con la capacidad del ser humano para no actuar como tenía previsto, con el libre albedrío es lo necesario y liberal en Villegas. Como sucede en la película del relato distópico señalado, resulta que los mutantes visionarios no concuerdan realmente con la comisión del crimen, sino que alguno suele ver que esa acción no se producirá y aquí, en la negación de ese albedrío, es donde Villegas se acerca al totalitarismo. Así en Ciudadanos piensan que los independentistas catalanes (más bilduetarras y peneuvistas) son criminales en potencia y deben ser apartados. Una forma de disciplinar que ya había visto hace tiempo Michel Foucault.
Que se pudran en la carcel pero en una carcel de Argelia. Los delincuentes extranjeros deberían cumplir condena en sus países de origen, basta ya de tener que mantener a esta gentuza que viene a delinquir . https://t.co/gRodpGrjsW
— Joan Mesquida (@joanmesquida62) August 3, 2019
No ha sido el único que se ha expresado en términos ultras estos días en Ciudadanos, Joan Mesquida ha sacado su rostro más racista, en esta ocasión contra los inmigrantes. Como pueden ver en el tuit de arriba, el dirigente naranja quiere que se condene a unos asquerosos violadores, hasta aquí normal, pero que se les mande a su país de origen a pudrirse en una cárcel. “Los delincuentes extranjeros deberían cumplir condena en sus países de origen, basta ya de tener que mantener a esta gentuza que viene a delinquir” ha escrito. El problema de la expresión no es el cabreo con el que está escrito sino el racismo que expresa en sus palabras. Pone en una misma frase extranjeros con gentuza. Lo suyo es que, siguiendo la ley española, se les condene y tras pagar la pena de cárcel se les expulse del país. La forma de expresarse de Mesquida no es más que una forma de criminalizar a cualquier extranjero, sumando el mantenimiento (oculta que en una cárcel) al origen de las personas. Sigue así el juego de falsas informaciones que afirman que los extranjeros se llevan ayudas sociales por el hecho de serlo. Se llame Muhammad, Joan o Ciryl, si comete un crimen en España la pena la cumple en España. Nadie garantiza, además, que en Argelia la cumpliesen.
Para instilar odio les vale todo. Se marca un enemigo, o varios, al que se señala como peligroso, como corruptor de la esencia nacional (eso suelen hacer con los nacionalistas regionales), como un extranjero que viene al país a quitar dinero y cometer crímenes. Por ello hay que acabar con todos esos enemigos de España o de Alemania. No son pollos lo que montan, es un discurso performativo del odio contra todo lo que no les gusta. Que visto en perspectiva no les gustan nacionalistas regionales, socialistas, socialdemócratas, populistas, comunistas, negros, árabes, pobres, etcétera. Todos son impuros y malos para España menos ellos y ellas que son perfectos aunque distópicos y cada vez más ultras.