Curiosamente, ahora que se van a tomar unas inmerecidas vacaciones de más de un mes, la clase política pone el foco en la sexta ola pandémica. Una ola que tiene más contagios, lo propio en los meses fríos, pero muchos menos ingresos y muertes que si no hubiese habido vacunación. Parece que la variante o-micrón es más contagiosa pero menos virulenta. Vamos, que se podría hacer “vida normal” pero existen demasiadas miserias políticas que se deben tapar al llegar el final del año.
Las personas, no lo harán, podrían prestar más atención durante sus vacaciones invernales –quienes las tengan, claro- a la cosa de los políticos. Y eso tiene aterrada a toda la clase política. Han prometido tantas cosas que al hacer recuento del año se verá que han realizado… cero. De ahí que deban despistar con la cosa pandémica y volver a meter el miedo en el cuerpo a las personas. El miedo es el mejor aliado para que no se subleven las masas de una vez ante la manifiesta incapacidad. No se preocupen que aquí van a ver esas miserias y promesas falsas.
La derogación de la reforma laboral
Yolanda Díaz, además de ver la luz de la verdad en los ojos del papa Francisco I, viene prometiendo que iba a derogar, bueno reformar, bueno lo que digan en la Unión Europea y la CEOE, la reforma laboral del PP. De hecho fijó la fecha prevista, allá por septiembre –cuando el ex-camarlengo monclovita le puso en la presidencia del Gobierno-, para final de año. Ha llegado el último consejo de ministros y… no hay derogación, ni reforma, ni retoque, ni nada. Fotos con la patronal y los sindicatos –esos que apoyan al independentismo- muchas, realidad ninguna.
Incremento de la economía al 6%
Pedro Sánchez y su mujer de negro, Nadia Calviño, llevan todo el año pronosticando que España crecería por encima del 6%, bueno del 5%, bueno mucho, y parece que no. Que pese al crecimiento lógico después de un año de parón pandémico no es para tanto. Las cifras macroeconómicas no salen y los fondos europeos no llegan en la cantidad que desearían (no más de 20.000 millones). Hay datos positivos pero se pusieron ellos solos el listón tan alto que hay decepción.
Lo peor es que, aquí habría que meter al mininistro de Consumo, Alberto Garzón, la inflación está en el 5%. Por lo que se está comiendo todo el crecimiento y los salarios de los trabajadores antes de los maravillosos beneficios que iba a traer la inyección de dinero de la UE. Las subidas de pensiones, adiós. Los aumentos salariales, adiós. Mientras tanto el pequeño comercio y las poblaciones periféricas pasándolas canutas por el aumento de los gasóleos, de la electricidad y demás productos básicos.
Memoria democrática y cosas queer
Como no saben cómo gobernar, eso del bien común no está en el diccionario del Gobierno más progresista de la historia, se dedican a legislar sobre estupideces que acaban por provocar más sorna y estupefacción que un bien común. Leyes donde los hombres con pene (no personas trans) pueden autoidentificarse como mujeres y participar en las competiciones femeninas. Leyes donde hay inversión de la carga de la prueba, saltándose toda la presunción de inocencia. Leyes sobre las cuestiones más variopintas que sólo son una mordaza a la libertad de expresión y pensamiento. Mientras tanto siguen siendo asesinadas mujeres e hijos ¿dónde está Irene Montero’ haciéndose selfies y tomando té de rooibos.
Y cómo no, cuando las cosas van mal, se saca a pasear al dictador. Casi cincuenta años lleva muerto y ahí siguen procesionándole cada vez que vienen mal dadas. Así, nada mejor que cambiar la “memoria histórica” mediante la legislación. Se queja la derecha, pero si fuese en sentido contrario estarían firmando, así que no hay que hacer caso al PP. Nada mejor que recordar que fueron los primeros en descalificar la transición con José María Aznar y su segunda transición desde la Tercer Vía. Dejen la memoria a los historiadores y dedíquense al bien común. Eso sí, sacando a todos los muertos de las cunetas (algo que cualquiera –salvo los muy acérrimos- defiende).
Los madrileños deben 5.200€ públicos y subiendo
En el plano del nivel autonómico también tienen mucho que tapar. La deuda pública bajo el gobierno de Isabel Díaz Ayuso ha crecido hasta los 35.000 millones de euros, lo que supone una deuda por persona de 5.200€. Casi 3.000 millones ha aumentado la deuda la señorita de Sol habiendo, paradójicamente, procedido a una política de recortes. Aprendió bien de Cospedal, quien en cuatro años duplicó la deuda manchega recortando. Y no piensen que es por el coronavirus, porque esos dineros se han pagado con fondos de la administración central. Tampoco hay grandes infraestructuras realizadas. ¿Dónde está el dinero? Peor están en Cataluña con ERC y sus secesionistas.
Destrucción de la Sanidad (Atención Primaria)
En esto se han debido poner de acuerdo los barones y baronesas del PP porque están todos destrozando la sanidad, en especial la Atención Primaria, allí donde gobiernan. No sólo en Madrid –donde la caradura de la presidenta habla de no coger llamadas cuando el servicio es central y privado y mediante web dan citas a un año vista-, Juan Manuel Moreno Bonilla ha ido más allá en Andalucía; Alfonso Fernández Mañueco –que se lanza a elecciones para que no se le note la corrupción y el destrozo- en Castilla y León igual; y el tapado pero destructor Alberto Núñez Feijóo tres cuartas de lo mismo.
¿Cuál es el problema? Que la pandemia ha trastocado hasta la sanidad privada. Y desde los seguros médicos han dicho que ellos no pueden con todo. Colaboración la que quieran, pero que son incapaces de asumir todo lo que están soltando en estas tierras. Ahora queda la casa destruida y sin posibilidad de mudanza dentro del capitalismo de amiguetes. Mientras las personas se mueren y no precisamente de coronavirus. En Cataluña, los que no se mueren de asco, se mueren de lo mismo que se critica al PP, pero multiplicado por diez. Que muchas veces se olvida mirar a cierto lugar.
Cortina de humo mediante el miedo
Todas estas cuestiones, y aquellas que cada cual puede sacar del saco de las promesas incumplidas o de las prácticas mafiosillas, son las que pretenden ocultar. Miserias de su incapacidad de gestionar en pro del bien común. Entre los que se entregan a los lobbies postmodernos y los que se entregan a los altos capitalistas queda la casa España sin barrer, fregar y con las estructuras tambaleantes. Al carecer de palabra, y de casi todas las demás virtudes, deben buscar cortinas de humo. Y nada mejor que la pandemia coronavírica.
El miedo funciona, lo saben, y pretenden acojonar al personal para poder escapar de sus miserias y mentiras. Una forma más de punitivismo contra una población que ha tenido un comportamiento excepcional durante todo el proceso. Quienes no han hecho los deberos son la clase política pero quieren cargar el muerto a la ciudadanía, al pueblo. Ellos y ellas seguro que se juntarán con quien les dé la gana, pero el resto que no lo haga. Porque se creen impunes, como si fuesen Juan Carlos de Borbón. Se creen una élite con la que no van las leyes.
¿Por qué se han contagiado los diputados si toman todas las medidas? Porque no las toman. Porque la mascarilla es para los pobres, ellos y ellas hacen lo que les da la gana cuando no hay fotógrafos. También se pueden investigar algunos cuernos que seguro hay entre diputados que se contagian durante el acto sexual, pero esto es cotilleo que no viene al caso.
Quieren amedrentar para tapar sus miserias, sus negligencias, su estulticia, porque en realidad no saben ni qué hacer. Ponen a “expertos” –que en la mayoría de los casos no son más que burócratas- por delante, pero el pueblo es sabio y ya ha aprendido a manejarse con el bicho. Entre otras cosas porque lo llevan haciendo desde casi el principio.
JJJ SOLUCION?