Comienza a ser preocupante el estado intelectual de cierto sector de la izquierda, de la derecha mejor dejarlo para otro día, pues no se sabe el motivo han decidido que hay que destruir todo, no dejar piedra sobre piedra, sin haber entendido lo que significa ser de izquierdas. Entre aquellos que hacen de la postmodernidad el espíritu de época y todo aquello que sea sólido, tradición o racional es malo, y aquellos que ven en cualquier atisbo de cabreo un acontecimiento que acabará con todo el sistema parece haberse perdido el sentido materialista del análisis. Un materialismo que, como pueden comprender, no es puro y está recorrido por diversas transversalidades como el humanismo, el idealismo (algo de esperanza siempre es bueno), la moral o cierta idea de progreso. No es el análisis propiamente de izquierdas ajeno a lo que le rodea porque entonces no sería de izquierdas sino otra cosa que aparenta situarse a la izquierda para competir en la consecución de prebendas en la política/sociedad espectáculo.
Las personas, da igual la ideología que posean, están no sólo determinadas por la clase social en la que nacen, sino por la ideología dominante de la época o nación en la que nacen. Una ideología dominante que es una mezcolanza de valores, de posiciones políticas, de usos y costumbres, de ética, de estética, de religión, de dichos, dimes y diretes… como ha sucedido a lo largo de la historia. No existe una posición política pura –y cuando se ha insistido en que existiese se ha llegado al totalitarismo-, no existe una verdad absoluta pero sí existe una realidad que se define no tanto por el supuesto espíritu de época como de las prácticas humanas. Cuestión bien distinta es que cierta americanización –vía series, películas, libros, etc.- se haya estado imponiendo en las culturas de todo el mundo. Celebrar Halloween o papá Noel (en el caso de España) son imposiciones de la gran ideología imperial. Salvo casos parecidos –todos los que están enganchados a las plataformas de series que luego critican deberían hacérselo ver- la realidad es que la cultura forma parte del ser, guste o no guste.
¿A qué viene este alegato se preguntarán? La respuesta se encuentra en un artículo del escritor Julio Llamazares que no se sabe si ha querido crear una polémica ahora que acaba de publicar un nuevo libro y siguiendo la estela de Arturo Pérez Reverte intenta que le hagan casito y compren sus ejemplares cierto sector social. El diario El país ha entresacado una frase, donde se encuentra la polémica, del artículo donde dice lo siguiente: “Los partidos de la derecha española están preocupados porque la Navidad se celebre como Dios manda, con un derroche de consumismo y todas las familias sentadas a la mesa, se soporten sus miembros o no. Es lo que ordena la tradición”. Pensar que sólo los partidos de derecha están preocupados por la celebración de la navidad es una falacia pues presidentes autonómicos del PSOE han pedido a las personas hacer un esfuerzo ahora para poder celebrar las fiestas en compañía de los seres queridos. Claro que como manda la tónica dominante en la izquierda postmoderna y populista, esos presidentes son de derechas… Ya.
El consumismo, gracias al cual se venden los libros de Llamazares hay que señalar, en navidad no ha sido provocado por la derecha, también por la izquierda desde hace años, pues ninguno de los partidos políticos del arco parlamentario ha hecho batalla contra la lógica consumista del propio sistema. Desde el propio periódico donde al señor Llamazares le pagan se fomenta el consumismo diariamente y con especial predilección los sábados y domingos con las revistas incluidas en formato papel. Es más se alimenta un tipo de persona progresista, con cierto tipo de consumo, con cierto tipo de gustos, con cierto tipo de mentalidad que el escritor no tiene a bien denunciar de igual forma que denuncia el consumismo navideño. Pero siendo esto parte de la hipocresía de cierta izquierda que enterró los valores de la austeridad –no por obligación- y que ahora vive en lujosas mansiones o urbanizaciones exclusivas, no deja de ser preocupante lo que hay detrás de la frase de Llamazares, que la izquierda no participa de las tradiciones, de la cultura, de lo que conforma su ser-en-el-mundo y en la parte del mundo que le ha tocado.
No todo lo que es tradicional encaja con la filosofía de la izquierda –la propia izquierda socialista es ya una parte de la tradición política-, de hecho poco a poco se van abandonando tradiciones que hace pocas décadas podían ser vistas como normales (tirar cabras de un campanario, por ejemplo), pero no todo lo que es tradición es ajeno a la izquierda. Y las navidades, la semana santa y otras festividades de origen religioso católico son parte de esa tradición que las personas de izquierdas comparten y disfrutan. ¿Se puede ser nazareno en Sevilla y ser de izquierdas? Claro que se puede. Como se puede celebrar la navidad y, si se puede y hay posibles, darse algún gusto –en especial gastronómico- durante las navidades. ¿En qué cabeza cabe que lo cultural no es parte del ser de la izquierda? Hay partes de la cultura que se denuncian y contra las que se lucha y hay otras que se aceptan y se disfrutan como animales sociales. Porque ese individualismo de tinte postmoderno y progresista de cabreo permanente contra todo y todos, que algunos intelectuales cuelan en sus columnas, sí que no es de izquierdas.
Tras un año complicado, donde muchas familias se han perdido a alguno de sus miembros por el coronavirus o adjunto al mismo; donde padres y/o madres ha estado en la más absoluta soledad porque no han podido ver a sus hijas e hijos; donde hermanos y hermanas apenas se ven; donde muchos cumpleaños han quedado sin su celebración familiar; donde (incluyan ustedes mismos lo que no ha podido hacer una familia que se hace en condiciones normales), celebrar la navidad en familia, con seguridad, no es ya sólo que lo deseen los partidos de derechas sino la mayoría de la población española. Algunos desalmados y antisociales seguro que no, pero son minoría respecto al común de los mortales. No es una cuestión ideológica la celebración de las navidades sino social y por ende transversal a las posiciones políticas de los partidos del sistema. Toda la vida se han sentado a la mesa personas que no se soportaban, igual Llamazares no soporta a nadie de su familia; toda la vida se ha aguantado al pelmazo de la familia fanfarroneando; toda la vida se ha disfrutado de la navidad y ahora parece que también es algo a disputar por cuestiones no ideológicas sino de postureo en la política espectáculo.
Ser de izquierdas no es carecer de tradición. Ser de izquierdas no es quemar iglesias –que algunos confunden laicismo con anticlericanismo, pero luego dicen que a los islamistas hay que entenderlos y loan las celebraciones del ramadán-. Ser de izquierdas no es ser un robot carente de sentimientos, sino un ser humano como cualquier otro. Aunque algunos siempre quieren el “hombre nuevo” como ese robot y ahora con ciertas tecnificaciones están más cerca de cumplir sus sueños húmedos. Ser de izquierdas no significa ser antisocial. Ser de izquierdas es otra cosa que algunas personas, sean intelectuales o políticos, no han entendido. O que les molesta que todas las personas puedan celebrar fiestas, que a lo peor es eso que no les gusta que las personas del común imiten lo que se han convertido en privilegios de una élite que se dice de izquierdas. Ser de izquierdas no expulsa a las personas de la cultura nacional, que parece que ahora la nación, la cultura, lo social y todo lo que tenga algún tipo de poso tradicional se ha entregado a la derecha cuando es patrimonio común. Con las contradicciones típicas de toda práctica social, pero ni alguien deja de ser de izquierdas por tener un sentido religioso de la vida, ni alguien es de izquierdas por gustar de cualquier derecho sentimental inventado.
Puff!! Hoy toco mierda conservadora y demagógica, se olvida el autor que ser de izquierda es ser ateo, pero estos «postmodernos» del siglo pasado… ¡Chochean!