Lo normal es que la clase política española se exprese mediante dos usos del lenguaje: el cantinfleo y el politiqués. El primero es hablar y hablar sin decir nada insertando palabras, a veces, rimbombantes para aparentar que se dice algo con cierta enjundia. El segundo es el lenguaje propio de la clase política, preñado de palabras referentes a procedimientos, planes y siglas que utilizan para aparentar que saben bastante de algún tema. En ambos usos del lenguaje se utilizan palabras clave para someter a los incautos. Palabras como “progreso”, “izquierda”, “ultraderecha”, “libertad”, “España”, “terrorismo”, “socialcomunismo”, etc. No son significantes vacíos, bien al contrario son significantes evocadores y cuelan frente a lo que realmente piensan, postulan y hacen.

Desde la llegada al gobierno de Pedro Sánchez, además de los dos usos del lenguaje citados, se añade el uso del lenguaje orwelliano. Palabras que dejan de significar lo que realmente significaban, palabras que desaparecen, frases antinómicas, es decir, neolengua. Más allá de las mentiras del presidente del Gobierno (no iba a conceder amnistía y demás), las frases son milimétricamente cuidadas para encubrir la realidad. ¿O era la verdad? Bueno, ya saben, “la verdad es la realidad” aunque no se defina qué es qué. Por ello son necesarias unas lecciones breves para entender qué quiere decir el Gobierno cuando se expresa.

Antinomia: “Terrorismo sin violación grave de los derechos humanos”

Félix Bolaños, el listo o eso decían al comienzo, ha sido claro, de la Amnistía queda excluido el terrorismo que viola gravemente los derechos humanos. Lo que supone que ¿hay algún terrorismo que no viola gravemente los derechos humanos? ¿Existe un terrorismo light? El terrorismo, por principio, es un arma para causar terror mediante la violencia; la persecución por cuestiones de raza, sexo y libre pensamiento; y el acoso. En todos los casos se vulneran derechos humanos, en especial, la dignidad e inviolabilidad de la persona o grupo de personas. Si a ello le añadimos la destrucción de la propiedad de otro, pues no se entiende ¿qué tipo de terrorismo no atenta gravemente contra los derechos humanos?

Lo que realmente quiere decir el mininistro de Justicia es que van a liberar, de momento, a los colegas de Carles Puigdemont que destrozaron vía férreas, acosaron a personas que no piensan igual que los secesionistas, agredieron a la policía de forma organizada y premeditada. Los derechos humanos les importan entre cero y menos diez si con ello logran mantenerse en el poder un poco más. Para ello nada mejor que utilizar la antinomia entre terrorismo y derechos humanos.

Neolengua: “descolinización, etnocéntrica, inercias de género”.

El mininistro de Cultura, el nieto del falangista, Ernest Urtasun habló en el Congreso de los diputados sobre su programa ministerial. En él advirtió que va a quitar el marco colonial, o lo que es lo mismo, descolonizar los museos españoles. Además, va a limitar la visión etnocéntrica y las inercias de género. Cualquier persona que escuche o lea eso dirá “¿qué ha querido decir?” —seguramente incluyendo algún tipo de interjección o jerga grosera—. Algo grave debe ocurrir en los museos españoles para eliminar esas cosas.

Siendo un proceso de decolonización sobre cosas que existen en la cultura española, debe referirse a los árabes que invadieron España, o a las tribus bárbaras (godos, vándalos, alanos…), o a los romanos, o a los griegos, o a los cartagineses… Hay que quedarse con lo íbero nada más o algo por el estilo ¿no? No, no van por ahí los tiros. Aunque igual quieren destruir el acueducto romano de Segovia porque ¿qué han hecho los romanos por nosotros? La realidad es que importa un concepto que, de tener algún sentido, lo tiene en aquellos países donde hubo un dominio exterior. Ya saben que en Hispanoamérica quieren volver a los tiempos de aztecas, mayas, guaranís, incas y demás tribus… Tampoco, es una tontería de la izquierda postmoderna y pija para colocarse en cargos políticos, cátedras y demás. ¿Se puede aplicar eso en España? No, pero queda bien el ministro.

Peor es la referencia a lo etnocéntrico si se suma a lo decolonial. Lo decolonial y etnocéntrico es lo occidental, lo europeo, la cultura propia de Europa. ¿Volvemos entonces a Europa termina en los Pirineos? Igual sí porque en Sumar odian bastante lo que son esencialmente. ¿Qué quiere decir entonces el mininistro? ¿Van a quitar de los museos españoles cuadros donde se exponga la cultura occidental? ¿Van a derruir iglesias porque son occidentales? ¿Van a prohibir (prohibir les encanta) que hayan conferencias hablando de los valores occidentales? ¿Sabe lo que dice el mininistro?

Quiere una España y, por ende, unos museos diversos. Ergo de lo que hablan es que quieren laminar la cultura occidental en los países occidentales para que nadie se sienta mal. Es como si usted en su casa tiene un crucifijo y lo tiene que descolgar porque viene un islamista o un animista. Supone arramplar con la cultura propia para que los que vienen no se sientan mal. Usted ya no puede ser occidental. Decolonial como sinónimo de occidente (y cristianismo) malo.

Lo de las inercias de género es poner más cuadros de mujeres y de trans.

Cantinfleo y politiqués: Sira Rego.

Aunque ustedes no lo crean existe una mininistra que se llama Sira Rego. Y, a veces, aparece en eventos o actos de su partido (¿sigue existiendo IU en realidad?) para hablar. Es probable que no les hayan llegado imágenes o artículos de esos actos pues en realidad no dice nunca nada a pesar de hablar y hablar.

«Necesitamos un acuerdo intergeneracional que construyan una narrativa y unos instrumentos que nos permitan proteger a nuestra infancia y a nuestra juventud de manera eficiente y de manera eficaz».

«Romper la soledad también debe hacerse desde el Gobierno, dando batalla que ganaremos y otras que aunque no se ganen, nos permitan ser muchas más para ganarlas en el futuro».

«Planteamos que haya un acuerdo intergeneracional de país con un buen análisis de contexto que nos permita trazar una hoja de ruto con medidas de aplicación inmediata y otras de mayor alcance que requieran más tiempo».

No merece la pena ni comentar, es evidente.

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