Foto: LaSexta

Si el nivel cultural de un pueblo se mide por cómo sus ciudadanos y gobernantes cuidan y respetan su patrimonio histórico-artístico España tiene un serio problema. Nuestro país es el tercero, detrás de Italia y China, con más tesoros arqueológicos -45 lugares han sido declarados patrimonio de la humanidad por la Unesco-, y sin embargo los actos vandálicos se repiten cada año sin que nadie sepa cómo atajarlos. Grafitis, pintadas, rayajos, rotura de sillares y piedra antigua, destrozos en cuadros y esculturas… La mente del gamberro es promiscua en imaginación cuando se trata de destrozar una obra de arte irrepetible. El último caso, de los más sangrantes que se han registrado en los últimos años en España, ha sido el de la escultura de la fachada románica de la Catedral de Santiago de Compostela (siglo XII), a la que un desalmado se le ocurrió maquillarle la cara como un cantante más del grupo Kiss. El autor se expone a una sanción por infracción grave de entre 6.000 y 150.000 euros, pero no parece que vaya a ser fác