Las crisis son factores que interfieren en el desarrollo de las cosas. En ocasiones es el motor que impulsa la creatividad del ser humano, pero, en materia de Estado, suelen tener un impacto negativo ya que afectan, en la mayoría de los casos, de manera directa la economía de las naciones, factor que impacta en gran parte del sustento de la sociedad.

En este mundo interconectado un crecimiento económico es garantía de una mejor alimentación para los ciudadanos, un mejor sistema de educación, de salud, en definitiva, brinda una mejor calidad de vida a todos los pueblos. Cabe resaltar que ese crecimiento, para que sea sostenible, debe ir acompañado de unas autoridades que tengan como principio un compromiso social con su gente y que se apegue a los valores éticos.

La pandemia del Covid-19 y la guerra entre Rusia y Ucrania son prueba de lo impactante que pueden llegar a ser las crisis globales en los países. Fronteras cerradas, comercio parado, vida social limitada, aumento del precio de los productos básicos, de la energía eléctrica, de los medicamentos, en general, genera una inflación que influye en el precio de las cosas y por consiguiente la sociedad sufre esas consecuencias.

Quedó evidenciado que las grandes potencias también son golpeadas por las crisis, aunque no al mismo nivel que los países más pequeños que cuentan con un Producto Interno Bruto (PIB) mucho menor. En este caso cuando se hace una comparación del PIB por ejemplo de Estados Unidos con el de República Dominicana, por la diferencia se podría llegar a entender que, ante el covid19, por citar un caso, el país caribeño no tendría una capacidad económica que pudiera hacer resistencia a los efectos producidos por dicha pandemia.

La realidad es otra, ya que, gracias a las políticas implementadas por el presidente, Luis Abinader, el país quisqueyano no se fue por la borda. Tuvo una gestión adecuada a pesar de la incertidumbre que se vivía. Destinó millones de dólares para el proceso de vacunación, además de otros sectores del sistema de salud, se implementaron protocolos adecuados en todo el país que permitieron la reapertura del turismo y la amplitud del comercio. Estas ejecuciones, junto a otras, fueron las que permitieron que la República Dominicana no se doblegara ante la problemática que se vivía.

Cuando aún no se habían superado por completo los efectos de la pandemia, en febrero del presente año se inicia la Guerra entre Rusia y Ucrania, situación que pone en jaque las economías. Una vez más se ve amenazada la posibilidad del pueblo de poder obtener los recursos necesarios para poder subsistir de manera digna. Los precios de los alimentos van en alza, igual que los de la electricidad y nuevamente el mandatario dominicano se enfrenta a esta realidad.

Ante esta nueva verdad es más difícil enfrentarse porque aún no se estaba recuperado económicamente al 100%. El presidente Abinader, de nuevo tiene que actuar para evitar que el pueblo dominicano sufra de manera desproporcionada los efectos de una guerra en donde solo tiene partido para las consecuencias. El mandatario en esta ocasión empleó recursos para aseverar la seguridad alimenticia del país, para evitar el aumento de los precios de los combustibles, pero igualmente con esta y otras decisiones certeras y oportunas, evitó que el pueblo dominicano recibiera toda la carga de una inflación importada.

El huracán Fiona fue otro acontecimiento en donde se puso a prueba el manejo de crisis del presidente dominicano. La rápida atención a esta problemática que vivió más específicamente la parte este del país provocó que familias no se quedaran sumergidas en el desasosiego y la inseguridad de no poder salir adelante ante los daños que ocasionó este fenómeno.

Los resultados de los dos años de gestión del presidente Abinader han demostrado que tiene la total capacidad de gestión ante crisis, al punto que la República Dominicana, a pesar de ser un país pequeño ubicado en una isla del Caribe, es grande ante los ojos internacionales que la ven como ejemplo a seguir por la estabilidad, el crecimiento y la fortaleza que de la mano de su mandatario ha alcanzado.

Esta realidad puede ser la causa que genera una oposición populista y no objetiva, porque en ocasiones cuando la labor es difícil los oportunistas quieren imponer la mentira por encima de la verdad.

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