El chupiguay gobierno progresista ha revalidado su acuerdo de Gobierno. Un acuerdo que pende del hilo de los sediciosos. Algo tenían que mostrar los socios mayoritarios del cambalache político y lo han escenificado con Pedro Sánchez y Yolanda Díaz. Nada nuevo, ni sorprendente porque era de cajón que ya estaban casi de acuerdo en seguir cogidos de la mano paseando por los jardines de Moncloa. Eso sí, han querido ofrecer una serie de medidas innovadoras, progresistas y resilientes.

¿Innovadoras? Igual no tanto porque algunas son más antiguas que las sandalias de san Pedro, si es que san Pedro utilizaba sandalias, que se supone que sí. Más allá de los deseos económicos (mejorar la industria, exportaciones, presencia mundial y demás lugares comunes sin fondo real) y los deseos sociales, han hecho algunas propuestas concretas. Una es curiosa porque es una aplicación o programa informático para la mejora de la factura electrónica, algo que ya existe. Con complejidad y demás, pero será una mejora. Aunque la mejora debería ser la firma electrónica mediante certificados que no hay dios que los pueda instalar a la primera, además de coñazo de solicitarlo y renovarlo.

Lo que más ha sorprendido en la reducción de la jornada laboral semanal de 40 a ¡¡¡37,5 horas!!! Vamos quitar media hora al cada día para poder… nada. Nada se puede hacer con media hora menos. Ni hacer cosas en casa, ni ver a los hijos, ni nada de nada. Peor no va a ir la productividad por media hora, ni mejor, ni se van a contratar más personas por esas dos horas y media, ni se van a pagar las horas extras. Un filfa completa. Una filfa que además tiene más de treinta años de antigüedad. Lo que nos intentan colocar como progresista e innovador ya fue discutido en profundidad en los años 1990s. Una de las grandes ofertas electorales de Los verdes alemanes tras la caída del Muro fue precisamente esa (algo que recogió el Programa 2000 de Alfonso Guerra). El PSOE lleva la reducción del trabajo en su programa electoral desde 1996 como poco y no ha hecho nada.

¿Piensan que los españoles son idiotas y no se acuerdan? Cuando menos las personas que han pasado por la Universidad algún recuerdo tendrán. De hecho, el siempre progresista Jeremy Rifkin sacó un libro en 1995 con el título de El fin del trabajo donde se hablaba de estas cosas. Como siempre le pasa a Rifkin nadie le hizo ni caso realmente, salvo para funcionarios que sí han visto reducidas sus jornadas laborales… sin mejorar su productividad. ¿Por qué a nadie se le ha ocurrido antes cuando en todos los países ha habido gobierno progres o socialcomunistas? Porque igual no es factible de forma tan sencilla como venden.

Decía Louis Althusser que cada contexto, cada acontecimiento, necesitaba su propio análisis. ¿Han analizado algo en el PSOE o en Sumar? Parece que tan sólo han recogido esta antigualla progresista y la han vuelto a lanzar. ¿Quieren más? Léanse los programas electorales sobre medio ambiente de PSOE e IU de 1996 y verán que esto es casi un corta y pega de lo que allí se decía. No hablaban de resiliencia, ni utilizaban neologismos, ni palabras anglosajonas pero lo mismo que siguen proponiendo. No son treinta pero sí veinticinco años.

Ni un análisis realista de la situación actual. Y ni una cita de la clase trabajadora. Si tienen el documento busquen la palabra y verán que casi ni aparece. Es sabido que el progresismo es propio de ciertas clases medias, pero podrían haber aparentado un poco. «Vamos a seguir defendiendo el interés de la gente frente a los intereses de las élites y los mercados, y los derechos y libertades de la ciudadanía, las mujeres y las personas del colectivo LGTBI» han escrito al comienzo. ¿La gente? ¿Qué derechos y libertades? Que las mujeres con pene puedan ir a cárceles de mujeres será, porque no van a derogar la ley mordaza y las leyes que vienen ofreciendo son bastantes restrictivas de la libertad. En especial la libertad de expresión y de pensamiento.

Tampoco es que en la derecha sean muy modernos, las propuestas, como las de la “loca del coño” madrileña, tienen más de cincuenta años. En realidad, lo que acontece es que todos carecen de ideas; están entregados a la coalición dominante (aunque aparenten enfrentarse a la élites), de hecho su máximo deseo es ser élite; toda la teleología que ofrecen es avanzar, progreso, progresismo, resiliencia, cipotes femeninos, nacionalismo, identitarismo y poco más. Las ideas y los programas, los que se publican no los ocultos que negocian con la coalición dominante, son viejos, antiguos, carentes de concreción práctica real. El programa oculto sí es moderno, actual, lo dictan unos pocos pero no lo dejan por escrito. Ya saben los saltamontes fritos de Garzón o los fondos de inversión como dirigentes mundiales.

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