La llegada de un nuevo medio de comunicación debería ser acogida con alegría por el gremio. Al fin y al cabo, en una profesión tan corporativista, son más puestos de trabajo para esos miles de graduados que las facultades de ciencias de la información vomitan cada año. Si es un medio que se cataloga de izquierdas y que no tiene miedo a decir las verdades del barquero, entonces la alegría debería ser mayor pues no abundan. Sin embargo, a la prensa de derechas, bueno, en general a la prensa establecida, no le ha gustado nada la aparición de La última hora. Y todo porque es un periódico, tipo Ok Diario, de la cuerda de Podemos. No dicen nada de las patrañas del medio de Inda, ni de Periodista Digital, ni de los demás medios de la Brunete mediática y se tienen que meter con uno de la Brunete morada. Ha sentado mal, no por el reparto de la escasa publicidad, sino porque es el medio de Podemos. ¿Y qué? Eso se va a intentar explicar.
Hay que distinguir, en un análisis rápido, entre medios de partido (El Socialista, Mundo Obrero, L’Humanité o el último comentado) y medios al servicio de un partido (incluso se puede decir que medios al servicio de una clase social que indica a qué partidos apoyar). La última hora pertenece claramente a los primeros. Es un partido “de Podemos” con noticias generalistas, sí, pero marcadas por la orientación política de la formación morada. Nada nuevo, ni nada que extrañe. Allí se están congregando los columnistas “morados” que vienen publicando en otros lugares y ha asumido la dirección Dina Bousselham, ex dirigente de Podemos. Una mujer a la que la derecha, haciendo uso, como suele ser habitual, del machismo más asqueroso ha catalogado como “la ex-churri de Iglesias”. Un medio de partido que tendrá el recorrido que sea, pero que no se esconde en independencias partidistas o políticas. Se sabe para qué está y lo que va a publicar (la orientación cuando menos). Un diario de adoctrinamiento y señalamiento del contrario como alguno utilizado por Donald Trump en su momento. Han existido ese tipo de medios desde hace casi doscientos años y se asume sin más.
Ahora bien el problema no es ese tipo de periódicos, radios o televisiones, la clave de todo el asunto está en venderse como un medio independiente, serio y libre de ataduras (con la tendencia política que se determine por los fundadores), pero realmente trabajar al servicio de un partido político (en Francia cabría hablar mejor de una tendencia política). Es el caso en España de casi toda la Brunete mediática que está al servicio del PP. No de ahora, sino de hace mucho tiempo. Da igual que se elija uno u otro, todos acaban siendo siervos del partido mayoritario de la derecha. Ha habido alguna duda con la aparición de Ciudadanos ya que había demasiada corrupción en el PP. Y no es que a esos medios les haya importunado la corrupción, en muchos casos han mamado de ella, pero como las personas estaban ya comenzando a poner demasiada cara de asco se decidió dar cancha a un partido populista del sistema. Con el añadido de así frenar las simpatías que se estaban despertando en favor de Podemos. Fracasó Ciudadanos y sacaron del baúl de la naftalina a Vox para ver si así eliminaban cualquier atisbo de radicalismo. Pero, al final, vuelven al redil del PP pues, como se ha comentado en muchas ocasiones, está al cuidado del dinero de las subvenciones en muchas comunidades autónomas y eso es jugarse las lentejas.
Curioso que los que se quejan del medio de Podemos provengan de medios como El Mundo, convertido desde hace años en el Boletín Oficial del PP y en su medio de cámara para todas las infamias y juegos de despiste que se necesiten. Su director Francisco Rosell día tras día no hace más que repetir los eslóganes que se dictan en la calle Génova. Jorge Bustos, el director de Opinión, también se ha vencido, tras sus dudas con Ciudadanos y Vox, a adorar y lamer las botas del presidente del PP, Pablo Casado. Ayer, mediante un artículo que sólo puede provocar vómitos entre la gente letrada y/o con estómago, llegó a afirmar que el dirigente popular igual era demasiado decente para la política actual. ¿Decente quien ha plagiado artículos, sobre el que se tienen dudas sobre sus titulaciones, quien sufre de mitomanía? Si se habla para personas de normales para arriba, ese epíteto igual no encaja con el soberbio de la calle Génova. Ese tipo de artículos, como la entrevista a IDA del otro día, sólo se hacen como medio al servicio de un partido. Sólo se hacen en la esperanza de un quid pro quo que les reporte pingües beneficios a ambos. Sólo se hacen si se está vendido, casi siempre, por el deseo de los poderosos. Porque la totalidad de los medios de comunicación de derechas (que son la mayoría) están entregados a los deseos de la clase dominante. Como aparatos ideológicos en el Estado están para eso, pero de ahí a hacer constantes genuflexiones periodísticas hay un gran salto. Los poderosos piden que se vaya por una senda no que se bese el suelo por donde pisan los políticos.
En su tiempo decían que El País era el BOE del PSOE de Felipe González. Ahí hubo coincidencia de intereses sistémicos, pero si miran la hemeroteca, repartían duro cuando había que hacerlo. Otros que también lo hacían no tuvieron tanta suerte y sufrieron lo suyo para sobrevivir (siendo medios de izquierdas o progresistas). Pero lo que ocurre ahora es la sumisión y la servidumbre más grande que se ha visto en la historia de la prensa. Acusan a un medio de partido y no miran lo que vienen haciendo cada día. Por el vil parné o por el mandamiento de la clase dominante. Ya no defienden unas ideas (liberales o conservadoras, por ejemplo) sino que hacen política de partido mientras lo venden como independencia. A la izquierda también ha habido sus más y sus menos, pero no hasta el extremo de besarles los pies a los distintos dirigentes. Estos Rosell, Marhuenda, Rubido, Inda, etc., son verdaderos dirigentes de partido. Fíjense que El País está controlado por el banco de Santander (valedor desde los tiempos de Fraga) y no llega a esos extremos, aunque no les guste el Gobierno de coalición. Son directores al gusto de la calle Génova (a Zarzalejos se lo llevaron por delante por intentar ser digno). No porque casado hay dicho esto o lo otro. No pinta nada en realidad. Sino por las maniobras en la sombra de quienes controlan realmente el partido. Mientras los medios de partido van a cara descubierta, los medios al servicio de un partido se esconden. Seguramente será por vergüenza, si es que aún conservan cierta ética profesional.